La ola reivindicativa que, partiendo de la Puerta del Sol de Madrid, se ha extendido en mayor o menor medida por casi toda España, siguió ganando intensidad ayer. El desafío de los descontentos con la situación política, económica y social continúa en lo alto, a poquísimos días de las elecciones autonómicas y municipales del domingo.
Se trató de un día en el que el Movimiento 15-M, que ahora desea ser denominado Toma la plaza, pretendió no solo consolidar los avances ya logrados en cuanto a su legitimidad, sino continuar avanzando hacia su objetivo de generar un cambio real.
En este sentido, los ilusionados jóvenes -y no tan jóvenes, porque el amplio colectivo congregado en Sol es bastante heterogéneo- no dudaron a la hora de mantener sus concentraciones y asambleas. Es más, tienen tan claro que van a dejarse oír cuando menos hasta el próximo 22 que ni siquiera esperaron a que la Junta Electoral Central se pronunciara acerca de sus manifestaciones, y recalcaron que harán una en la jornada de reflexión de mañana.
Cabe preguntarse cuántos de los presentes en el conocido enclave madrileño sabían el criterio al respecto del Tribunal Constitucional, que reconoció en una sentencia de 2010 el derecho de manifestación en un día de esas características. Los integrantes de este organismo razonaron entonces que, de lo contrario, se llegaría al «absurdo de admitir la prohibición de toda reunión por el simple hecho de serlo y de coincidir con la jornada de reflexión».
A pesar de que el movimiento ciudadano sigue defendiendo que no representa a ningún partido político, porque «ya es tarde» para eso, tanto el PP como el PSOE, los más criticados por el colectivo, continúan tratando de ganarse a los rebeldes.
Destacados dirigentes de ambas formaciones animaron ayer a los congregados en Sol y en el resto de España a acudir a las urnas el próximo domingo, ya que intuyen que su opinión les puede favorecer en el recuento. Los progresistas, porque estiman que la ideología de los descontentos se escora más hacia la izquierda, y los populares, porque consideran que su rabia por la mala situación general les llevará a apostar mayoritariamente por el cambio.
Esperanza Aguirre, Cristóbal Montoro, Alberto Ruiz Gallardón, Esteban González Pons, José Luis Rodríguez Zapatero, Leire Pajín, Tomás Gómez, José Blanco, Elena Valenciano y Patxi López hicieron declaraciones para lograr una hipotética aprobación de los desencantados; de todos modos, el grupo Toma la plaza no descarta romper para siempre con los partidos y componer una formación propia para futuras elecciones.
El impacto se extiende fuera de las fronteras.
Lo que a estas alturas ya parece evidente es que este movimiento ha conseguido, como poco, hacerse notar. Y no solo en el territorio nacional, donde incluso se ha creado una televisión por internet que emite en directo todo lo que sucede en la Puerta del Sol, sino también en el extranjero.
Por ejemplo, se convocaron actos de respaldo a la iniciativa frente a diversas Embajadas de España en varias ciudades muy relevantes, como Londres, Lisboa, París, Roma, Berlín, Bruselas o Nueva York.
Además, un fenómeno de estas características suele despertar el interés de los medios de comunicación extranjeros, y en esta ocasión no se ha vivido una excepción.
Así, el periódico The Washington Post dedicó ayer la parte principal de su portada a la protesta, bajo el título Una primavera de frustración en España. No fue ni mucho menos el único diario que dio una amplia cobertura a lo ocurrido.
