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El ‘debatazo’ del miedo

por Redacción
29 de mayo de 2010
en Nacional
El presidente del Gobierno

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Ha sido el debate más importante del Gobierno de Zapatero, más incluso que los del estado de la Nación o los dos de investidura y, sin embargo, esta vez no intervino el líder del PSOE.

Los suyos, los socialistas, no disimularon su estupor cuando advirtieron que el presidente no tenía la menor intención de subir a la tribuna de oradores y dejaba toda la responsabilidad en manos de la vicepresidenta Salgado. Se trataba de un debate económico, es cierto, pero con una carga política superlativa, un debatazo, y hasta el último momento todos los diputados pensaron que el presidente pediría la palabra a Bono.

Rajoy, que no suele medirse más que con el jefe del Ejecutivo, decidió ser el que expusiera la posición del PP y se batió el cobre con Salgado, aunque se trataba de la vicepresidenta segunda. Y es que la ocasión requería que dieran la cara los personajes más relevantes del Parlamento, aunque no lo vio así el presidente.

Hasta el día anterior estuvo dudando Rajoy si dejar el debate en manos de Cristóbal Montoro, y al final decidió asumir él mismo el papel de portavoz del PP. A lo mejor influyó la llamada que le hizo el propio Zapatero. No le pidió que apoyara el plan de recortes del Gobierno, sino que le expuso toda clase de argumentos que justificaban la congelación de las pensiones, que ha sido la iniciativa que el dirigente conservador no estaba dispuesto a apoyar en ningún caso, aunque sí otras medidas muy duras pero que no había más remedio que aplicar para cumplir el necesario plan de ajuste presupuestario.

Zapatero le vino a decir que solo si congelaba las pensiones podía contar con el apoyo de la UE y salvar el examen al que Bruselas someterá a España el 17 de junio, una fecha que le preocupa.

La posición del político conservador fue inamovible: voto en contra. Escuchó muchas voces que le pedían abstención, incluso algunas le advertían de que no la comprendían los dirigentes del PP Europeo. Pero el político gallego estaba completamente seguro de que el no era el voto correcto y no dudó ni un momento.

No fue Rajoy la única persona a la que llamó Zapatero. También telefoneó a Urkullu cuando supo que el PNV se inclinaba por el voto en contra. Al secretario general del PSOE le entró el sudor frío -expresión de uno de sus colaboradores- al pensar que el pleno del Congreso podía tumbar su plan de ajuste. Tono Alonso, su amigo y portavoz parlamentario, le aseguró que salían las cuentas, que tenía la seguridad de que el diputado de UPN y Coalición Canaria no se pasarían al bando del no. Pero era necesario que no fallara ni un solo diputado del PSOE, con llamada a rebato que surtió efecto. No faltó nadie, y el decreto ley se salvó por un voto de diferencia.

El día anterior al debate se reunió la dirección de CiU. La práctica totalidad de sus miembros se inclinaban por el rechazo al decreto ley, porque con unas elecciones autonómicas en ciernes se les pondrían en contra los pensionistas si permitían que saliera adelante el proyecto de congelación de Zapatero. Sin embargo, Durán i Lleida explicó que si no se aprobaba el decreto, con el que no estaba de acuerdo, la situación económica sería de gravedad extrema, con caída dramática de la Bolsa y huida masiva de inversores, aún mayor que la que se está produciendo desde hace semanas.

La intervención de Artur Mas fue también en ese sentido; sostuvo que había que defender las finanzas, pero dejando claro que CiU no estaba en absoluto de acuerdo con la política de Zapatero, de quien tanto Mas como Durán dicen desde hace años en privado que es el peor gobernante que ha tenido España, y empiezan ya a decirlo también en público. Éste pidió en el pleno del Congreso que el presidente adelantara las elecciones generales, pero en CiU temen también que en caso de adelanto se haga coincidir las generales con las autonómicas, escenario que no les favorece. Las encuestas que maneja les son muy favorables, y la que hizo pública el CEO hace una semana -el CIS catalán- incluso daba a CiU la mayoría absoluta. Por eso, Mas y Durán se andan con tiento, no quieren equivocarse.

Finalizado el debate entró en funcionamiento la estrategia Blanco, el machaque sin piedad al PP sea cual sea la pregunta que formule el periodista. Pero el problema para el ministro de Fomento, en esta ocasión, eran las caras de los socialistas, reflejo del alma.

En el bar del Congreso, atiborrado tras la intervención de Mariano Rajoy, hablaban en bajo pero a la vista de todos Rubalcaba, Blanco y Chacón. Con cara de circunstancias. El ministro del Interior fue a buscar a Txiki Benegas, que se unió al grupo. Y después se sumó Manuel Chaves.

No hacía falta ser el mejor observador del mundo para deducir que no estaban pasando un buen rato, ni mucho menos.

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