Nacido en Villalba (Lugo) en 1922, ha ocupado numerosos cargos públicos en distintos organismos españoles y europeos en el último medio siglo, entre ellos la Presidencia de la Xunta de Galicia entre 1990 y 2005. Convencido de que el Camino de Santiago representa una gran oportunidad para el desarrollo de esa región y del resto de España, Manuel Fraga ha sido uno de los grandes impulsores de la recuperación de la Ruta Jacobea.
La primera pregunta casi es obligada, ¿en lo personal qué supone y qué significa el Camino de Santiago?
Yo nací en Villalba (Lugo), por donde pasa la Ruta Norte del Camino de Santiago y, como es natural, me he volcado con el Camino porque era un tema fundamental, sobre todo desde el punto de vista de la promoción de los grandes temas culturales de nuestro país y, por supuesto, del turismo.
Su influencia histórica es incuestionable, ¿qué supuso histórica y culturalmente en la conformación de España y de Europa?
Sin duda ninguna, mucho. En la Edad Media, cuando tantas cosas estaban en problemas y en crisis, el Camino de Santiago funcionó admirablemente como coordinador de muchos aspectos políticos, culturales y de toda índole. Y hasta hoy ha mantenido esa capacidad.
¿Podría decirse que el alma de Europa y de España se encuentran en la Ruta Jacobea?
Los apóstoles se quedaron en la zona oriental de Europa y el único que vino por la parte occidental fue Santiago, de forma que el Camino supuso para esta zona algo fundamental y, en mi opinión, sigue siéndolo.
Y, en la actualidad, ¿cuál puede ser el significado del Camino en un mundo más materialista que espiritual?
Efectivamente vivimos en una sociedad materialista pero, gracias a Dios, el Camino de Santiago es de las cosas que contribuyen a mantener vivos los aspectos espirituales de Europa. No cabe duda de que cada vez que hay un Año Santo la gente se vuelca para ir a Santiago. Después de Roma, es la gran ciudad del cristianismo.
En este contexto, ¿se puede perder el sentido trascendente de la ruta a base de convertirla en una ruta turística?
No lo creo, pienso que el que va a Santiago va por supuesto a ver las maravillas construidas en torno a una gran idea del catolicismo, que supo aprovechar la presencia de un apóstol en Europa occidental, lo que culturalmente supuso mucho y ahí está todo lo que ha pasado en torno al Camino, pero no creo que eso haga que se pierda la esencia de la ruta, sino todo lo contrario.
¿Hay algún lugar o etapa del Camino que le guste en especial o del que guarde un recuerdo más importante?
Siempre me interesaron más las últimas etapas, las más cercanas a Santiago, aunque nunca he hecho el Camino completo. Mi deseo fue concentrarme en los últimos kilómetros, que era donde se juntaban los que llegaban de todas partes.
Vayamos a sus orígenes, ¿en qué momento entiende que la recuperación de la Ruta Jacobea tiene que ser un prioridad?
Mi padre era gallego y emigró a Cuba, donde conoció a mi madre, vasco-navarra francesa. Los dos fueron entusiastas del Camino de Santiago. Mi madre, en concreto, nació en un pueblo francés que se llama Ostabat por el que pasa la ruta jacobea y donde había un castillo donde antiguamente los caballeros hospitalarios atendían a los peregrinos. Yo desde muy niño me enteré de todo esto antes de tener la posibilidad de hacer algo en favor de revivirlo cuando fui presidente de la Xunta de Galicia. Además, cuando estudié el Bachillerato uno de mis profesores, Valverde, fue el que me llamó la atención sobre este asunto.
