La tensión y la incertidumbre se mantienen en Egipto, al tiempo que aumenta el número de muertos en los enfrentamientos entre partidarios y detractores del derrocado presidente, Mohamed Mursi. El último balance ofrecido por el Ministerio de Sanidad del país cifra en 52 los fallecidos y en 2.619 heridos desde el pasado fin de semana cuando comenzaron las protestas.
Las movilizaciones de la jornada de ayer fueron especialmente violentas en El Cairo donde al menos tres personas murieron frente al cuartel de la Guardia Republicana en el que se encuentra retenido el exlíder de la nación. Aunque las informaciones apuntaron a que los manifestantes cayeron abatidos por disparos del Ejército, las Fuerzas de Seguridad negaron haber abierto fuego. Según su versión, tan solo se limitaron a controlar la concentración convocada por los Hermanos Musulmanes usando balas de fogueo y gases lacrimógenos.
Debido a la presencia policial, y tras constatar que los enfrentamientos habían provocado víctimas mortales, los partidarios de Mursi decidieran suspender las protestas en la ciudad natal del exmandatario. No obstante, se concentraron entonces en Ciudad Nasr, el feudo de la formación islamista en la capital que está situado a menos de dos kilómetros del cuartel de la Guardia Republicana. De esta forma, miles de fieles trataron de convertir el día santo del Islam, el viernes, en una jornada de rechazo al golpe militar del pasado miércoles.
Precisamente el lugar de las movilizaciones fue el escenario elegido por el líder de la organización, Mohamed Badie, para reaparecer y para reiterar su respaldo al derrocado líder político. «Me enorgullezco de mi presidente Mursi, el presidente de todos los egipcios», remarcó frente a la mezquita cairota de Rabaa al Adawiya.
«Esta manifestación refleja a todo el país, con sus diferentes facciones», manifestó, antes de subrayar que los Hermanos Musulmanes «no abandonarán las calles hasta que Mursi sea reinstaurado en el cargo».
«Conseguiremos recuperar los derechos del pueblo egipcio», apuntó, momento en el que su seguidores corearon cánticos contra el jefe del Ejército, Abdelfatá al Sisi. «Nuestros pechos son más fuertes que las balas», reiteró el líder islamista.
Tras la intervención pública del mandatario, los manifestantes se dirigieron a las inmediaciones de la plaza Tahrir, donde cientos de personas celebraban la caída de Mursi. Los enfrentamientos entre ambos grupos se centralizaron en ese momento en el puente 6 de Octubre y, al cierre de esta edición, se habían cobrado ya otro muerto y, al menos, ocho heridos.
Mientras, el presidente interino de la nación, Adli Mansur, disolvió por decreto la Cámara Alta del Parlamento, la única que permanecía abierta desde que los militares impusiesen una sentencia del Tribunal Constitucional y cerrasen la Cámara de Representantes en julio de 2012. Además, designó un nuevo jefe de los servicios de Inteligencia.
