Después de la tormenta, llega la calma. Tras los sobresaltos de días pasados en la eurozona, provocados por el primer ministro griego, Yorgos Papandréu, al decidir convocar un referéndum sobre las imposiciones de Bruselas a cambio de su ayuda para evitar que el país fuera a la quiebra, el Banco Central Europeo (BCE) dio ayer la noticia de que bajaba los tipos de interés del 1,5 hasta el 1,25%, y Papandréu anunció la retirada de la consulta, tras constatar el apoyo de la oposición conservadora al acuerdo del Eurogrupo sobre el segundo rescate de la economía del país. Las decisiones, ambas inesperadas, dieron un ligero respiro a la UE.
De hecho, las Bolsas del Viejo Continente recibieron con júbilo la decisión del BCE, que sorprendió incluso a los analistas, quienes habían pronosticado que la entidad monetaria dejaría inalterada su tasa rectora.
No fue para menos, puesto que el nuevo presidente del organismo, Mario Draghi, se estrenó con la sorprendente rebaja del precio del dinero, ante la amenaza de que la economía de la zona del euro entre en recesión por la crisis de endeudamiento soberano.
«Observamos ahora un crecimiento lento que se dirige hacia una recesión suave a finales del año», aseguró Draghi al concluir la reunión del Consejo de Gobierno de la institución. El nuevo dirigente alertó de que se han intensificado los riesgos a la baja para el incremento económico y que algunos de los mismos se han materializado.
Por ello, es muy posible que se produzca una revisión a la baja de los pronósticos de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) real en 2012.
El BCE publicará en diciembre sus nuevas proyecciones macroeconómicas, pero en septiembre la entidad pronosticó un crecimiento financiero para este año de una media del 1,6% y para 2012 de un promedio del 1,3%.
El economista jefe del Commerzbank, Jörg Krämer, predijo que el organismo recortará de nuevo los tipos de forma moderada a comienzos del próximo año, si bien contempla una bajada en diciembre en caso de que los indicadores de tendencia se hundan y aumenten los riesgos para la coyuntura.
Draghi dejó claro que la decisión de la rebaja no tiene nada que ver con el programa de compra de deuda soberana, con el que ayuda a los países que tienen dificultades para refinanciarse en el mercado.
El italiano, que sustituye a Jean-Claude Trichet en el cargo, enfatizó que esta medida extraordinaria, introducida en mayo de 2010 para ayudar a Grecia y reactivada en agosto para apoyar a España e Italia, es «de carácter temporal, limitada en su extensión y está justificada para restaurar el mecanismo de transmisión de la política monetaria».
El programa podría interrumpirse en cuanto el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) pueda intervenir en el mercado secundario.
Marcha atrás
Por otro lado, y mientras los líderes del G-20 participaban en Cannes (Francia) en la sexta cumbre de su historia decididos a tomar medidas para reactivar el crecimiento mundial y hacer frente a la crisis de la UE, sobre la que se pende el fantasma de la recesión, Papandréu daba marcha atrás y anunciaba en Atenas que retirará la propuesta de celebrar un referéndum.
El mandatario heleno advirtió de que el rechazo al plan de ayuda comunitaria supondría el inicio de la salida de Grecia del euro y llamó a la oposición al consenso, al tiempo que rechazó la celebración de elecciones anticipadas, pese a la insistencia del grupo opositor, puesto que serían una «catástrofe» para el país.
En un discurso ante el Parlamento antes de la moción de confianza a la que se someterá hoy, en la que no cuenta con la mayoría absoluta, después de que dos diputadas socialistas anunciaran que no apoyarán al Ejecutivo, Papandréu, que aceptó formar un Gobierno de coalición a cambio de apoyo para aprobar la moción, subrayó que «si no cumplimos con nuestras obligaciones entonces nuestra pertenencia al euro estará en juego». «Rechazar el paquete (de rescate) es algo que significaría para nuestros socios el principio de nuestra salida de la eurozona», añadió.
Por otro lado, el ministro francés de Asuntos Europeos, Jean Leonetti, declaró en Cannes que los países de la eurozona «pueden pasar de Grecia» al día siguiente de que París y Berlín pidieran a Atenas que aclare si quiere o no seguir con la moneda única.
Por su parte, el presidente de EEUU, Barack Obama, reiteró en la cumbre del G-20 su llamamiento a poner en marcha el plan europeo contra la crisis de la deuda de manera «efectiva», al comienzo de una reunión con la canciller alemana.
Tras su entrevista con Sarzkozy señaló que Europa ha dado «pasos importantes para una solución extensa» a la crisis, pero los europeos «tendrán que concretar más detalles» del plan de manera «completa y decisiva», y sostuvo que EEUU «colaborará con el Viejo Continente» para resolver la situación.
Asimismo, el presidente galo, anfitrión del G-20, afirmó que ambos compartían un «análisis para hacer contribuir al mundo de las finanzas una resolución a la crisis».
