El Barcelona consiguió ayer el preciado pase a la final de esta ‘Final Four’ gracias a su victoria sobre el CSKA de Moscú (64-54), al que noqueó en un partido malo para el espectador, aunque muy intenso, y con el que se sacó la ‘espinita clavada’ de las ediciones de 2006 y 2009, cuando los rusos les privaron de la final.
A la tercera va la vencida, dicen, y por lo menos en lo que respecta a ganar al cuadro eslavo, el Barça lo cumplió en el pabellón de París-Bercy que se fue llenando con el paso de los minutos. Gran partido el de Ricky Rubio, que anotó y regaló puntos por doquier en un buen encuentro general, en el que cada blaugrana aportó su granito de arena.
Empezó arriba el bloque de Xavi Pascual, con los dos primeros tiros libres para Mickeal, pero ‘el pescador’ se quedó muy solo en un primer cuarto en el que el CSKA consiguió irse por dos veces de 7 puntos (2-9 y 4-11). Los blaugrana no cogieron rebotes hasta bien entrado el cuarto, no encontraron acierto en sus tiros y el rival, sin hacer tampoco un gran partido, fue ampliando la diferencia.
Pero la persistencia de Mickeal, autor de los ocho primeros puntos, encontró en Ricky Rubio y sus asistencias para Vázquez el complemento perfecto. Con paciencia, y una mayor agresividad bajo los aros, Pascual consiguió cambiar el primer guión de la semifinal. Al final del primer cuarto la ventaja fue para los catalanes (12-11).
El segundo acto arrancó con las tornas cambiadas para que los ‘culés’ obtuvieran su primera ventaja cómoda (15-11), pero el conjunto ruso sabe jugar por debajo en el marcador. Así, pronto se llegó al partido esperado, con una igualdad máxima en pista. La fuerza de Kaun (ocho puntos y seis rebotes al descanso) fueron un obstáculo que los jugadores del Barça, finalmente, consiguieron saltar.
Los de Xavi Pascual consiguieron cerrar el rebote y, con la esperada y deseada llegada del acierto exterior, volvieron a abrir brecha hasta conseguir un 29-21 con el que se fueron al descanso. Lakovic y Navarro fueron los únicos que se estrenaron desde más allá de los 6,25 metros.
Además, Khryapa se cargó de faltas personales y jugó con menos intensidad en defensa, riesgo que Pashutin decidió correr por la ausencia de un reserva de calidad. El joven Vorontsevich no estuvo a la altura, y en el juego interior, con la excepción de Kaun, los blaugrana dominaron. Si Mickeal cogió las riendas en el primero, fue N’dong quien lo hizo en el segundo período, y es que los jugadores del CSKA se confiaron demasiado en sus lanzamientos lejanos.
Tras pasar por los vestuarios, todos saltaron de nuevo a la pista con la intención de anotar todo lo que no metieron en la primera parte. Así, el tiro exterior mejoró mucho y el partido entró en una fase de reparto de canastas. En este juego el Barcelona se sintió cómodo, y mantuvo una diferencia relativamente cómoda.
Sin embargo, el CSKA nunca se descolgó y dio la sensación de que incluso controlaba la situación pese a ir por debajo. Más allá del acierto de Holden, Langdon y Siskauskas, los rusos no fueron capaces de jugar como equipo, mientras que en los catalanes activaron la máquina a tiempo. No tan fuertes atrás, pero con las ideas claras en ataque, con un Ricky repartiendo a gusto, el Barça iba anotando. La ‘Bomba’ Navarro encendió su mecha en contadas ocasiones, pero siempre en momentos decisivos.
Lejos de la temporada pasada, cuando quizá este Barça abusaba demasiado de Navarro, en esta todo está más repartido. Rubio, que hace fácil lo complicado, demostró que tiene unos galones impropios de su juventud y encontró la llave para abrir la defensa rusa en los últimos minutos. En asociación con Vázquez, que entiende a la perfección sus movimientos, abrieron en canal al CSKA.
Ya rozando el último minuto, cuando los nervios podían jugar una mala pasada al Barcelona, apareció Lorbek para clavar un triple y poner un 59-51 en el electrónico ya casi definitivo. Ricky siguió como anfitrión de la fiesta parisina y se apuntó un triple que hizo inútil el posterior de Siskauskas, de nuevo el mejor de los moscovitas con 19 puntos.
