Convertir viejos y estropeados muros en grandes obras de arte constituye la pasión de Marcelino García Arranz, que desde hace años ilustra y llena de colorido algunas calles y edificios de diversos municipios segovianos, especialmente de su comarca.
Marcelino García Arranz nació en 1944 en Olombrada pero a la temprana edad de tres meses se trasladó junto con su familia a Moraleja de Cuéllar. En sus inicios, Marcelino García aprendió el arte de la pintura de forma autodidacta y comenzó a destacar en las artes plásticas en la escuela.
Ya en su edad adulta desarrolló múltiples trabajos, desde segador a cacharrero pasando por machacador de piedra y otros tantos más. Años más tarde, por motivos laborales se desplazó a Francia para trabajar en la vendimia.
Con la mayoría de edad fue llamado a filas para cumplir el servicio militar en Melilla, donde sus cualidades artísticas no pasaron desapercibidas y sus superiores le encargaban algunos trabajos.
Sus ganas de mejorar arte iban en aumento por lo que optó por aprender dibujo por correspondencia postal ante las pocas posibilidades que tenía de entrar en una institución.
En la primera obra que Marcelino realizó en la localidad de Moraleja de Cuéllar, este pintor decidió plasmar las Cataratas del Niágara en un muro de gran tamaño. Entre las numerosas obras pictóricas que pueden contemplarse en Moraleja también se encuentra el Alcázar de Segovia representado en grandes dimensiones, trabajo que le llevó tres meses terminar. Siete metros de altura en los cuales la belleza de este monumento queda reflejada y aún .
Marcelino se enorgullece especialmente de uno de sus murales, el Acueducto de Segovia representado en vivos tonos azules y amarronados. En dicha obra se autorretrata junto a un antiguo amor.
Gracias a Marcelino García Arranz las calles de Moraleja y de otras localidades se han transformado en hermosos museos por los que merece la pena pasear.
