En el considerado extrarradio de una exposición, ese circulo concéntrico que supone la muestra expositiva, fuera del autor y del visitante, existen otros ojos. Otra perspectiva, otra idea, otra vinculación, la de la motivación interna, la del trabajador anónimo. Son los ojos curtidos, los que rastrean el estado de las salas, las luces y las sombras del interior, un interior por el que pasan y pasan visitantes, y perspectivas. Pasan y pasan, obras, algunas de ida y vuelta. Pero el trabajador se queda. Guias, limpiadores, vigilantes, conservadores, ojos que no se ven, pero avalan y nutren las pinturas y que fruto de ese valor laboral curtido a base de visualizar exposiciones, engendran su propio arte, obteniendo, “una forma de plasmar experiencias, sensaciones, sentimientos, inquietudes…”.
Esta especial vinculación es la que ha quedado reflejada en la exposición titulada, “Hec Nivel 0”, por parte de un grupo de ocho trabajadores del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, que acoge el Centro cultural Arco Iris de La Losa, desde el pasado día 9 de julio hasta el 8 de agosto. Un conjunto de fotografías, óleos, acuarelas, grabados o esculturas, con diferentes contrastes, cuya autoría corresponde a Cristina García, Adrián Gómez, Jarp, Cristina Jimeno, Raquel Llanos, Cecilia Pérez, María Pordomingo y Terme.
Entre alguna de las impresiones de los autores, para Adrián Gómez, “Mi cámara crea para mi nuevas dimensiones que van más allá de lo meramente artístico”. Para Jarp, “a veces con la fotografía expreso cosas que en el momento de realizar la toma no conozco”, preguntándose a la vez, que qué es más importante, “el momento de tomar la foto o lo que aparece en ella”. Cecilia Pérez, habla de sus grabados, “realizados en planchas hechas con collagraph, xilografía y elementos vegetales”. María Pordomingo, expresa las vivencias de sus pinturas, “alimentadas con la inspiración de la naturaleza”, añade, apoyada en dos técnicas, el carboncillo y el pastel. Otra participante, Terme, entiende que la pintura “es una comunicación con el mundo entero(…); los colores expresan desde siempre lo contrario al órgano que los percibe”. En la exposición también queda reflejada la esencia de la persona de la mano de Raquel Llanos, “me gusta retratar caras, gestos y miradas”.