De la noche a la mañana, y sin haberse sometido a un tratamiento de belleza, el Acueducto de Segovia ha rejuvenecido. El milagro no se debe a ningún cirujano plástico sino a un grupo de arqueólogos, liderado por el director del Museo de Segovia, Santiago Martínez, que después de casi cuatro años de estudio de los materiales procedentes de la excavación efectuada en 1998 por Germán Prieto en las pilas 115, 116 y 117 del Acueducto, ha determinado que la obra se realizó “con posterioridad al año 112 después de Cristo”, modificando así el paradigma aceptado en los últimos años, el del epigrafista Geza Alföldy, defensor de que el monumento fue inaugurado en el año 98 d.C.
El encuentro de ‘Ciudades romanas del valle del Duero’, celebrado recientemente en Segovia, ha sido el escenario donde el grupo de investigadores —del que forman parte Víctor Manuel Cabañero, Luciano Municio, Clara Martín, José Miguel Labrador y Sonia Álvarez— ha presentado una ponencia sobre el estado actual del conocimiento del urbanismo de Segovia en época romana, haciendo especial hincapié en las conclusiones extraídas tras el estudio de las excavaciones de Prieto en 1998.
Las fosas de fundación de las pilas 115, 116 y 117 han dado la clave. Entre el material de relleno aparecido figuran numerosos restos de cerámica (terra sigillata hispánica) y, también, un sestercio de Trajano emitido entre los años 112 y 116 d. C. Martínez aseguró ayer que las fosas de fundación estaban selladas con un aporte de tierra y, encima, “infinidad de esquirlas procedentes del tallado del granito de los sillares del Acueducto a pie de obra. Esta situación faculta a los arqueólogos a asegurar ahora que tales fosas de fundación “solo pudieron cerrarse a partir del año 112 d. C.”
Martínez advierte que los datos arqueológicos no concuerdan por la propuesta elaborada, en los años 90, por Alföldy. Reconociendo que la hipótesis del investigador de la Universidad de Heidelberg era “muy razonable” y tenía además “la garantía del prestigio de Alföldy”, el director del Museo de Segovia se hace eco de diversas críticas a ese trabajo de otros epigrafistas, quienes observaron que, en su lectura de la inscripción del Acueducto, “no había una colocación sistemática para una misma letra”, de forma que mientras que en algún caso se asignaba a una letra determinada un perno de sujección, en otros esa misma letra era sustentada por dos pernos.
“Alföldy —señala Martínez— planteó una hipótesis; lo que nosotros hemos hecho ahora es presentar una conclusión, en base a los datos contrastados de una excavación realizada con una metodología muy pulcra”. “No hemos presentado una conclusión de una manera aleatoria o apresurada”, agrega”.
Ahora, el grupo de arqueólogos defiende que el Acueducto fue construido a partir del año 112 d. C., durante el final del gobierno de Trajano o, con alta probabilidad, en el gobierno de Adriano. No obstante, Martínez insiste en que su trabajo todavía no ha terminado, y que ahora el objetivo es “precisar todavía más”. Para ello, deberán estudiar una vez más la terra sigillata hispánica hallada, a la espera de que proporcione más información y, con ella, aclarar uno de los misterios eternos de Segovia, el de la edad exacta de su Acueducto.
