Nueva jornada negra en los mercados, que no cesan en su acoso a la economía española. El Ibex, que llegó a caer por encima del 5% durante el día, logró finalmente frenar un nuevo hundimiento del selectivo cerrando con un descenso del 1,1% gracias a la suspensión de las posiciones cortas impuestas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que, ya avisaron los analistas, «no es la solución al problema», aunque pudo relajar el ambiente en el parqué. Mientras, la prima de riesgo continuó totalmente desbocada y marcó nuevos registros históricos, superando incluso los 640 puntos.
Si el viernes pasado ya fue una jornada negra, la semana no ha empezado mucho mejor. La altísima volatilidad en los inversores no ha cambiado, puesto que sigue planeando la incertidumbre del rescate a España, pese a que desde el Gobierno lo nieguen una y otra vez. A esto no contribuye que las regiones se sumen a las peticiones de rescate porque les resulta imposible llegar a las cifras de déficit marcadas para este año.
Con los 5.900 puntos en peligro y la presión sobre la prima de riesgo cerca de los 640 puntos básicos, cifra que llegó incluso a superar, la CNMV acordó prohibir de forma cautelar por un período de tres meses, hasta el cierre del 23 de octubre inclusive, la realización de operaciones sobre valores o instrumentos financieros que supongan la constitución o incremento de posiciones cortas netas sobre acciones admitidas a negociación en el mercado secundario oficial español. El organismo presidido por Julio Segura adoptó esta decisión «debido a la situación de extrema volatilidad que atraviesan los mercados de valores europeos, que podría perturbar su ordenado funcionamiento y afectar al normal desenvolvimiento de la actividad financiera».
De momento, la prohibición surtía efecto frenando la volatilidad que se había apoderado del Ibex 35, que minoró sus pérdidas y cerró resistiendo por encima de la cota de los 6.100 puntos.
A pesar de los parches para salvar la jornada, toda la atención siguió puesta en el Banco Central Europeo (BCE), que continuó en su línea de no comprar deuda soberana encadenando 19 semanas de inactividad al respecto, pese al agravamiento de las tensiones sobre los bonos de España e Italia en los mercados secundarios.
La argumentación en la que se basa esta actitud es no perder la independencia ante las necesidades de algunos de los socios de la eurozona, una posición que contó con numerosos apoyos, entre ellos el del vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, quien advirtió de que el mecanismo disponible en la actualidad para intervenir en el mercado de deuda es el fondo de rescate, no el BCE.
Almunia apuntó que España no necesita un rescate completo para toda la economía, pero resaltó que el Gobierno debe hacer «el máximo posible» en materia de ajustes y reformas para cargarse de razón a la hora de pedir ayuda a la UE. Así, recordó que el tercero de los acuerdos aprobados en el Consejo Europeo -además de la recapitalización directa de la banca y de que el préstamo a España no tuviera carácter preferente- es «que había que seguir adoptando medidas y seguir haciendo todo lo que se pudiese hacer para rebajar las tensiones financieras en los mercados de deuda. Parece que esta tercera parte necesita ser aplicada», subrayó Almunia.
Por su parte, el primer ministro italiano, Mario Monti, también señaló, pese a las necesidades del país que preside, que es demasiado pronto para convocar una cumbre a nivel europeo sobre la crisis de la eurozona y restó importancia a la necesidad de una inyección urgente de financiación por parte del BCE.
Ante la insistencia del Gobierno español de reclamar que el BCE intervenga en el mercado, Mario Draghi, su presidente, repitió que su misión no es financiar a los Estados. Además, ayer se citó con el dirigente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, para discutir la respuesta que la Unión Europea ha de dar a la crisis. Pese a lo esperado de la conclusión, esta no se hizo pública.
