Volvió este lunes el Voto de San Roque a su lugar tradicional, la iglesia de San Millán, la catedral del Arrabal Mayor. Catedral por su monumentalidad y porque lleva el sello de una catedral, la de San Pedro de Jaca. El año pasado faltó a su cita con esta iglesia, una de las más espectaculares muestras del románico segoviano, con fábrica general del siglo XII. El año pasado, las restricciones de la pandemia obligaron a trasladar el santo a la catedral segoviana, en donde la alcaldesa, Clara Luquero, lo pronunció, siendo testigo el deán del colegio de canónigos catedralicio.
Se volvía a renovar ayer el voto al santo Roque, una tradición que se remonta al 8 de agosto de 1599, cuando “se acuerda e instituye el Voto de la Ciudad que en la catedral confirmó el obispo”, en aquel tiempo D. Andrés Pacheco. Así lo atestigua el cronista Diego de Colmenares. El voto era una solicitud para la intervención del santo taumaturgo, y el caso es que a mitad del mes de agosto “mejora espectacularmente la situación, y a primeros de septiembre la epidemia ha quedado vencida”. Así se unen hoy en un mismo acto agradecimiento y devoción, y petición de que no vuelva a asolar ningún mal colectivo ni personal a quienes lo realizan o a quienes representan los que lo realizan. Tiene lugar ahora cada 16 de agosto, festividad del santo de Montpellier que coincide con su muerte. La iglesia de San Millán sustituyó a la ermita que se levantaba en los Campos de San Roque, y la imagen –posiblemente del XVII- allí fue trasladada para su devoción.
Pocos minutos después de las 20.00 horas de ayer comenzó la ceremonia del voto centenario. Concretamente en un momento de la misa, una vez leídas las Escrituras y pronunciada la homilía. Unas palabras de mosén Jesús Cano que fueron un alegato en favor de la fe usando el testimonio del profeta Jeremías y del Evangelio de San Marcos. “La fe nos sostiene”, dijo, arremetiendo después el párroco contra quienes creen que toda pandemia es un castigo divino. “No pensemos que Dios es un castigador”, apostilló.
La alcaldesa, Clara Luquero, fue recibida a su llegada por el titular de la parroquia, y entró en San Millán con solemnidad precedida por los maceros del concejo vestidos de gala para la ocasión. No fue tan concurrida la representación municipal como otros años, aunque el público segoviano respondió en buen número, siendo ocupados todos los bancos de la iglesia, respetando en todo momento la reducción de capacidad impuesta por las autoridades sanitarias.
La alcaldesa renovó, postrada ante la imagen de San Roque, “la fidelidad de esta ciudad noble y agradecida” y “la fe antigua” de Segovia, solicitando al santo que intercediera ante Jesucristo y ante su Madre por la ciudad y por el barrio de San Millán, que según había dicho antes su párroco ha sufrido más de treinta muertos durante la pandemia del siglo XXI. La alcaldesa no se olvidó de ampliar la solicitud de la salud no solo a la física, sino también a la moral, en “la esperanza de la salud espiritual y temporal” de la ciudad a la que según el voto representa San Roque.
