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El viaje por Segovia de Martín Rico (I)

por Juan Manuel Santamaría (*)
15 de junio de 2025
en Segovia
1 Paisaje Martin Rico Sierra Guadarrama 1869
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Martín Rico y Ortega. Paisaje de la Sierra de Guadarrama. O/l. 1869. Newark Museum. Voy a comentar algunos detalles del viaje que a tierras de Segovia hizo el pintor Martín Rico y Ortega. Viaje que, aunque no está documentado en sus detalles, seguro creo que fue así, porque entonces por estos pagos no había ni ferrocarril ni automóviles, pero sí unas carreteras que cruzaban la sierra por los puertos de Navacerrada y del León o Guadarrama, que él subiría jinete sobre caballería o montando en un calesín. Poco sabemos de Martín Rico, porque nadie nos dijo nada de él y porque pocas veces vimos su obra, magnífica y adelantada a su época, como veremos. La reforma administrativa de España puesta en vigor por Javier de Burgos el año 1833 incluyó en la provincia de Madrid el lugar de El Escorial, perteneciente a la histórica Tierra de Segovia. En aquel pueblo, y el mismo año, nació Martín Rico y Ortega, que sólo por unos meses no pudo decir, suponiendo que hubiese deseado hacerlo, que era segoviano de nacimiento. Con obras, sin embargo, sí dijo que era guadarrameño, porque sólo alguien que hubiera crecido entre ellos pudo pintar esos pinos silvestres, de ramas atormentadas y de corteza color herrumbre brillante, que arraigan sobre la mínima cantidad de tierra vegetal que llena las grietas abiertas en las lajas graníticas que parecen brotar de las entrañas de la tierra.

2 Penascos

Martín Rico y Ortega. Peñascos. Acuarela. Museo del Prado. Esos peñascos pueden encontrarse en cualquier lugar de la Sierra de Guadarrama, pero yo los traigo aquí por dos razones: porque pudo verlos al cruzar la sierra por cualquiera de los puertos que tuvo que atravesar para venir a Segovia y para hacer notar el singular carácter de estas acuarelas, pintadas, se supone, entre los años 1852 a 1858, por alguien que se adelantaba a su tiempo, capaz de captar el alma del paisaje, de sus piedras, de su hierba reseca y aún de sus musgos. Contemporáneo de la francesa Escuela de Barbizón, de la que seguramente no sabía nada, llevaba su pintura hacia un realismo que el arte español tardaría mucho tiempo en descubrir. Sorprendente la atención prestada a las rocas y precisa la representación de los líquenes del primer término.

3 La Granja Vista panoramica

Martín Rico y Ortega. La Granja. Panorámica. Acuarela. Museo Nacional del Prado. Con este texto figura la acuarela depositada en el Museo del Prado. Pero no. Desde ningún lugar de la Sierra de los alrededores de La Granja, ya sean las Buitreras, Peñalara o la Atalaya, antigua Torreiniesta, se descubren ni ese valle ni esa panorámica. Desde esas alturas a las que parece haber subido y mirando en dirección sur, en lugar de un valle debería verse el cerro de Matabueyes con su oscuro bosque de encinas y estepas, pero ni uno ni otras se vislumbran.

4 Vista del palacio de Valsain de Rico

Martín Rico y Ortega. Vista del palacio de Valsaín. Acuarela. Museo Nacional del Prado. Para pasar al lado segoviano de la Sierra de Guadarrama -la llamada Sierra de Madrid por algunos periodistas indocumentados-, el artista podía optar por hacerlo subiendo el puerto del Alto del León o el de Navacerrada. Si tomaba este último, tras haber dejado atrás el frondoso pinar de Valsaín, lo primero que una vez abajo llamaría su atención serían las ruinas del palacio renacentista que Felipe II había mandado construir en Valsaín. Era una ruina que no había perdido parte de su encanto pues mantenía muros perimetrales, ventanas y balcones algunos abiertos y otros cerrados, torres con sus chapiteles cubiertos con tejados de pizarra, un jardín, un juego de pelota, caballerizas y muchas estancias. Tras el incendio que el palacio sufrió durante el reinado de Carlos II, el último Austria, pudo haberse reconstruido, pero nadie lo hizo pues el primer Borbón, Felipe V, prefirió levantar un palacio nuevo en La Granja de San Ildefonso, y el proceso de destrucción empezó para no detenerse. De entonces a hoy las ruinas han ido avanzando y de lo que se ve en la pintura apenas queda nada.

5 La Granja Panoramica desde huertas

Martín Rico y Ortega. Vista de La Granja desde las huertas. Acuarela. Museo Nacional del Prado. Al acercarse a La Granja, Martín Rico toparía con este paisaje no fácilmente identificable. Ha dejado a un lado la carretera que baja del puerto, flanqueada de chopos, y encuentra una zona de huertas y casas que ocuparían lo que luego fue Campo de Polo. Al fondo, desdibujado por la calima, un conjunto de torres, sin duda el palacio, y más atrás, la sierra, con un pico que podría ser La Atalaya. Las huertas, al lado del río, serían las que la reina Isabel II regaló a quienes trabajaban al servicio de la corona y que estos dedicaron a cultivar el que devendría famoso “judión de La Granja”.

6 La Granja Abrevadero aledano al palacio

Martín Rico y Ortega. La Granja. Abrevadero aledaño al palacio. Acuarela. Museo Nacional del Prado. El título aparece así en una nota aneja manuscrita conservada en los álbumes del pintor, pero me cuesta identificar el espacio representado en esta pintura. Desde Valsaín llegaría a La Granja y lo que vio y pintó podría ser -otra vez he de decir podría- una composición hecha dando presencia a la Casa de Infantes, cuyos gran volumen y poderosa estructura se ven bien a la izquierda de la composición. También uno de los laterales del acceso a la Plaza del Palacio hoy ocupado por el Hotel Roma. Conocemos que en uno de los laterales de la avenida de acceso a la plaza del Medio Punto había un abrevadero de dimensiones considerables, el que se ve en la acuarela, que desapareció hace tiempo. Habrían de transcurrir muchos años hasta que un conjunto urbano pasase a convertirse en «patrimonio» casi intocable.

7 Vista del Palacio de La Granja Patio Herradura

Martín Rico y Ortega. Vista del Palacio de La Granja. Acuarela. Museo Nacional del Prado. El artista, pasada la verja que se adivina en el costado de la Casa de Infantes vista en la acuarela anterior, entró en los jardines del Palacio de La Granja y esta fue una de las panorámicas que nos dejó. Se colocó al borde de la Fuente de la Fama y dirigió los ojos al frente, hacia el edificio palaciego, de cuyo Patio de la Herradura hizo centro para la composición, un poco desequilibrada por la cúpula de la Colegiata. Antes, en primer término, colocó el Parterre de la Fama, con sus bien esculpidos jarrones, las dos estatuas de Apolo y Dafne y sus setos de boj recortados a tijera; a la izquierda pintó el Bosquete de la Melancolía y a la derecha, el talud que une el parterre con la calle de Valsaín y sus frondosos árboles. Así sigue todo y si alguien fuera a pintar este espacio en este momento es posible que lo hiciera de igual manera y con los mismos elementos.

—

* Supernumerario de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce

porunasegoviamasverde.worpress.com

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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