El pasado 26 de diciembre se celebró el último Pleno municipal del año. El gobierno del PP presentaba el proyecto de los presupuestos generales para el 2025. Según algunos comentarios periodísticos no se esperaba que fuesen aprobados. Así ocurrió, lamentablemente, pues una legislatura sin presupuestos dificulta la tarea gubernativa y perjudica al conjunto de la vida ciudadana. Aunque, el gobierno podría servirse de los presupuestos del año anterior, arrastraría un modelo caducado, con hechuras socialistas. Además, todo fracaso comporta un cierto desánimo, necesario para afrontar la acción de gobierno, particularmente, con una oposición como la que representan los grupos del actual Ayuntamiento.
Como es sabido, en la presente legislatura hay cinco grupos que forman la oposición. En total suman trece concejales, mientras que el partido del gobierno está representado por doce concejales. Al estar en minoría, sus votos no eran suficientes para sacar adelante los nuevos presupuestos. Es obvio que, así como no toca la lotería a todo el mundo, tampoco los presupuestos gustan a todos. Sin embargo, quienes gobiernan tienen la potestad de planificar su administración y el modo de llevarla a cabo, ateniéndose a la normativa democrática y al resultado de las urnas (la última convocatoria fue el 28-M de 2023).
Pero es necesario preguntar: ¿por qué ha naufragado el proyecto? Unos presupuestos planificados por el equipo del alcalde y asistido por los técnicos municipales. A la pregunta anterior caben diversas explicaciones. Ante todo, resulta muy significativo que el PP, contando con 12 votos, no consiguiese siquiera una sola abstención para lograr su propósito. Desde algunos meses atrás, la situación política había cambiado respecto al inicio de la legislatura. Y dejaba de ser favorable al PP, debido al alejamiento de Vox. Lo que se materializó en el último pleno.
En consecuencia, los grupos de la oposición votaron en contra del proyecto que presentó el alcalde. Cada uno dio sus explicaciones: los socialistas, por supuesto, votaron en contra por obligada adhesión al régimen político. Los otros dos grupos de izquierda extrema IU y Podemos, también votaron en contra, conforme a su natural rechazo ideológico y aversión a la derecha. En los otros dos grupos: Ciudadanos y Vox, el proyecto habría sido aceptado. Pero no lo fue. Vox, inicialmente aliado inconfeso del PP, se había alejado con evidente resentimiento por parte de su portavoz. Por otro lado, Vox cumplía dócilmente el mandato del líder máximo, que ordenaba distanciarse políticamente del PP. Así que, tampoco votó a favor del proyecto del gobierno. Después de 12 votos en contra, que igualaban a los 12 del PP, quedaba la última carta: el grupo unipersonal de Ciudadanos. Su portavoz Otero podía haber salvado la propuesta del alcalde, pero se negó. Votó en contra y en lugar de razones, esgrimió resentimientos y antipatías personales, como suele hacer. Demostró la alta estima que tiene de sí misma y la baja estima que le merecen a quienes representa en el consistorio. De lo cual, se deriva un evidente perjuicio para sus escasos votantes y para toda la ciudadanía. Los votantes que confían en la democracia esperan, que en las sesiones plenarias, los representantes políticos 0lviden agravios -supuestos o reales- y moderen sus sentimientos personales. El hecho lamentable es que el último pleno no ha sido nada favorable a los segovianos. Si no se remedia, Segovia se quedará sin el nuevo presupuesto para 2025. Ahora mismo, los partidos más perjudicados en esta crisis, son PP y Vox y debieran pensar fríamente en su propio beneficio. La discordancia entre ambos sólo favorece a la izquierda, siempre en pie de guerra y dotada de recursos ideológicos y políticos, con el amparo partidista del poder central.
A lo largo de esta penosa sesión de la discordia, los portavoces respectivos tuvieron tiempo para rechazar otras propuestas particulares sobre los presupuestos; tres de ellas, a la totalidad. Lo cual hace patente la falta de entendimiento e incapacidad de la oposición para mantener un diálogo efectivo. A pesar de las repetidas invocaciones al diálogo por parte de una izquierda, dialogante de oficio y poco consecuente con lo que reclama.
Resumiendo, de este último pleno municipal del año 2024 -salvo excepciones- se destaca la falta de profesionalidad de los componentes, cegados por simpatías o antipatías, relegando las cuestiones estrictamente políticas y técnicas. Por el bien, de esta noble ciudad, de sus honrados vecinos y contribuyentes, deseamos que en el año 2025, se recupere la concordia y un sincero diálogo centrado en la mejora del “bien común”; justamente elogiado por el rey Felipe VI en su discurso de Navidad.
