En Nava de la Asunción, hablar de fiestas es hablar de toros. El programa de este año lo deja claro: junto a las verbenas, las charangas y las procesiones, los espectáculos taurinos siguen siendo columna vertebral de la celebración. Son tradición, rito colectivo y, al mismo tiempo, un terreno donde se han abierto hueco la innovación y el humor.
El sábado 13 a medianoche se corren 6 toros en el encierro nocturno que alcanza su 55 edición y ya es un clásico en el circuito nacional de encierros donde se dan cita los mejores corredores que llegan de toda España.
Habrá también tres encierros camperos desde el paraje de Las Ordas, donde los caballistas acompañan a las reses a lo largo de la llanura hasta la entrada del pueblo. Es un espectáculo que mezcla naturaleza y adrenalina, con un aire casi épico: los caballos galopando con las garrochas al viento, los toros en estampida controlada, los vecinos siguiendo a pie o en remolques improvisados. El programa presenta también encierros urbanos. Calles cerradas con talanqueras, corredores de todas las edades y una tensión que se corta con navaja. Cada salida de los toros convierte al casco urbano en escenario donde se mide el valor —y a veces la temeridad— de los participantes. No es solo un espectáculo: es una liturgia que hermana a generaciones.
El concurso de recortes aporta el componente artístico. Aquí no se trata de lidiar, sino de esquivar. Saltos, quiebros y carreras al límite muestran la destreza de los recortadores, que arrancan aplausos sinceros del público. Es la demostración de que la fiesta taurina no siempre necesita sangre para emocionar.
Especial mención merecen los encierros infantiles con los Navitorinos. Toros de cartón-piedra, dulzainas y niños corriendo por las calles en una versión amable del ritual mayor. Es escuela de fiesta: los pequeños aprenden a respetar la tradición sin arriesgar más que unas cuantas risas y caídas leves.
Y, como guinda de humor integrador, aparece el fútbol vaquilla. No hay guion posible: jóvenes disfrazados, balón en juego y una vaquilla suelta que convierte el partido en caos hilarante. La mezcla de riesgo controlado y carcajadas lo ha transformado en símbolo de una fiesta que no se toma demasiado en serio a sí misma.

En conjunto, los espectáculos taurinos de Nava son espejo de su identidad: mezcla de respeto a la tradición, búsqueda de emoción y capacidad de reinventarse sin renunciar al alma.
