Acabo de leer en la edición del Adelantado de Segovia, del pasado 7 de junio, el artículo de mi buen amigo Manuel Fernández, con el título: “El meritorio título de segoviano honorario”. Como artillero y segoviano me permito, con la confianza que nos tenemos, hacer unas consideraciones, para tratar de aclarar a los lectores lo que considero una mala interpretación del sentido que tiene este título de Segoviano Honorario, que se concede a los alumnos que finalizan sus estudios en la Academia de Artillería
Las recompensas a las que haces referencia en tu artículo, efectivamente se conceden por méritos personales de cada uno de los premiados a diferencia del Título de Segoviano Honorario. Y esto es así porque este título tiene otra finalidad. Desde luego para los artilleros es un honor y un privilegio ostentarlo, pero no tiene nada que ver, ni lo tendrá, con ganarlo por méritos personales de ningún tipo, porque ese no es su espíritu de creación. Me explico:
En el año 1764 tuvo lugar uno de los hechos más trascendentales en la historia de la vetusta ciudad del Acueducto: la fundación en ella del Real Colegio de la Artillería Española. El Alcázar, abandonado y ruinoso desde que jugó un papel en la guerra de Secesión, convertido en una sombría prisión de estado, se llenó de bullicio juvenil. Se establecieron en las regias estancias por donde había pasado la Historia de España, bajo los techos dorados, aulas, bibliotecas y gabinetes. D. Nicolás Fernández de Moratín, en su Poema de la Caza, cantó, al estilo de su siglo, la transformación del viejísimo Alcázar guerrero en un Centro de alta cultura, en un semillero de militares selectos que, a las virtudes castrenses, unían las de una elevada ilustración y una perfecta cortesía.
Desde entonces, la Academia y Segovia van tan unidas que no se puede narrar la vida ciudadana sin tener presente la de la gloriosa institución. Por la presencia de profesores y alumnos, Segovia no fue en el siglo XIX una de tantas ciudades concentradas dentro de sus murallas, que parecían dormidas, sin afanes y sin esfuerzos en su sueño de siglos.
Para que los cadetes conservasen el calor de hogar se establecieron en ella muchas de las familias más ilustres de España, que dieron a la ciudad un tono de distinción. Segovia, orgullosa de su academia, seguía con interés la llegada de las sucesivas promociones de cadetes. En muchos de ellos el amor establecía vínculos perennes entre nuevos oficiales y muchachas segovianas.
Al poco tiempo de la creación del Colegio, nació a su influjo la Sociedad Económica de Amigos del País, y con ella se inscribieron miembros y profesores del colegio artillero. Los artilleros aportaron su espléndida colaboración al florecimiento de las artes, de la historia y de las ciencias.
La Academia de Artillería está presente en los momentos de alegría y de trabajo de Segovia. Cuando la desgracia llega, los artilleros ayudan y consuelan. La presencia artillera en los actos importantes de la ciudad es muy significativa, como los que se realizan en honor a nuestra patrona la Virgen de la Fuencisla, Corpus Christi, etc. También es de destacar los numerosos actos artilleros en los que participan los segovianos con sus instituciones a la cabeza. Entre ellas, la inauguración del curso en el Alcázar de Segovia, Festividad del 2 de Mayo, Santa Bárbara y actos de fin de Curso. Sin olvidar la participación de los artilleros en la gestión del Patronato del Alcázar de Segovia o su colaboración en la Fundación Juan de Borbón.
El cariño por Segovia de los artilleros se manifiesta especialmente en las Bodas de Plata y de Oro de su salida de la academia, que celebran en Segovia y a la que acuden con sus familias. Y en los últimos años, la Asociación Conde de Gazola, formada por artilleros de diferentes promociones, residentes en toda España, organizan el tradicional concierto homenaje al patrono de Segovia, San Frutos, en la catedral de Segovia. Los artilleros aman a nuestra bella ciudad con el mismo afecto que profesan a su ciudad nativa
En resumen, que desde el primer momento existió una total vinculación entre la Academia y la ciudad, como si desde siempre Segovia hubiese sido artillera y los artilleros segovianos.
De ahí surge el título de Segoviano Honorario, como muestra del afecto de la ciudad por el colectivo artillero, al que considera como segoviano por el simple hecho de serlo, y como demostración de la entrañable relación de la Academia de Artillería y Segovia desde su instalación en la fortaleza segoviana.
En el título de Segoviano Honorario no cabe, por tanto, su modificación para premiar determinados hechos meritorios concretos. No es esa su finalidad. Eso sería otro premio diferente, que no tendría nada que ver con el que tratamos. Podría ser el título de ‘Segoviano de mérito’.
Así reza en el motivo de su concesión: “El Ayuntamiento de Segovia concede a los artilleros el título de Segoviano Honorario, en mérito de que la condición de artilleros los vincula muy especialmente a esta Muy Noble y Muy Leal ciudad de Segovia, cuna de la Artillería Española.
Con todo mi afecto.
