“Baja hasta el valle que la nieve cubrió. Los pastorcillos quieren ver a su rey. Le traen regalos en su humilde zurrón. Ropoponpon, ropoponpon… Yo voy marcando con mi viejo tambor. Nada mejor hay que te pueda ofrecer. Su ronco acento es canto de amor. Ropoponpon, ropoponpon…”.
En primer lugar: ¡Felices Fiestas a todos/as!
Hace ya semanas que en varios equipos de nuestra querida tierra suenan tambores, pero tambores de guerra para lograr hitos que no pondremos en valor hasta pasados unos años y es que, en la lucha tanto a nivel económico como de masa social, siempre estamos por debajo del resto, pero se sigue trabajando en ello.
Los chicos de Ramsés siguen por el buen camino, plantando cara a equipos económicamente superiores pero que, por suerte, en el campo no es solo dinero. Esta familia, que sale junta a celebrarlo o que desayuna en grupo antes de los partidos, sigue demostrando que dando lo mejor de cada uno son difíciles de vencer. Gran vestuario.
En el Guerreros Naveros nunca dejaron de sonar esos tambores, mezclados con aplausos dirigidos indistintamente tanto para los locales como para los visitantes y eso les diferencia del resto de aficiones. Los resultados y el trabajo avalan la apuesta deportiva y dan confianza en lograr cositas para esta temporada, pero no vamos a meter presión. Aunque se empeñan en decidir los partidos casi al límite poniendo a prueba el corazón navero y eso… no está bien.
Mis mejores deseos para el próximo 2025, sean felices y tengan salud para disfrutarlo.
Nunca olviden…
Semper Fidelis
