El Programa Regional de Detección (PRD), promovido por la Federación de Castilla y León de baloncesto a través de las delegaciones provinciales ha tenido ya su primera cita en Segovia. Todo un éxito de participación, por cierto. Enhorabuena por la iniciativa a las partes implicadas.
Escolares de ambos sexos de la generación de 2013 llenaron la mochila de ilusión, actitud, agua para hidratarse y un par de zapatillas de recambio y se acercaron al pabellón María Martín. El balón talla 5 era opcional, pero casi todos lo llevaron. Menos mal. Las camisetas de Jokic, Doncic o Lebron James no eran obligatorias, pero no faltaron. Eché de menos las de Pau, Ricky o Rudy, pero es cosa mía, que tengo la de Petrovic que no me pongo por no gastarla.
Es admirable el tesón de los menores, el respeto que demuestran a los entrenadores y lo disciplinados que son a la hora de hacer ejercicios, algunos de ellos complejos, y que ejecutan con más o menos acierto, pero con la máxima concentración. No hay alboroto, ni chillidos, ni nada que nos recuerde lo que son: peques de 10 años.
El premio -que no el objetivo- es representar a Segovia en amistosos en régimen de concentración con otras provincias. Por lo tanto, al final de la primera tanda de sesiones programadas habrá alegrías, decepciones y puede que lágrimas. Natural, como la vida misma.
La detección del talento no es una ciencia exacta y el componente subjetivo está presente en un proceso de selección. Menuda tarea. Y el talento es anárquico en su brote y se alimenta de la práctica, algo que sin duda hacen todos los que acudieron al primer entreno. Porque la generación apunta maneras. Y eso siempre es una buena noticia.
