Ordenando mis libros sobre Segovia, encontré con gran alegría una pequeña joya que creía extraviada: la conferencia que dio en 1966 el Marqués de Lozoya sobre el románico segoviano. D. Juan de Contreras y López de Ayala fue escritor, crítico de arte, poeta, político, historiador, novelista… y destacó en todas las materias. Pero además, en mi casa me enseñaron que era un hombre bueno, culto, sencillo y con una modestia solo comparable a su gran amor por Segovia. Por eso he vuelto a leer su conferencia con todo mi interés y pido de antemano disculpas por mi osadía al tratar de plasmar en unas modestas líneas un resumen de lo que fue una magnífica conferencia, por lo que me atrevo a recomendar encarecidamente su lectura.
Comienza subrayando que lo más bello de Segovia es la Ciudad, esa fortaleza natural labrada durante siglos por los arquitectos Eresma y Clamores. Le sorprende el Acueducto, gran enigma de Segovia, que se creó por razones estratégicas para llevar agua a una fortaleza romana. Señala que desaparecido el terror milenario encarnado por Almanzor, surge a partir del s.XI un imperio espiritual, la Cristiandad, y que ese imperio espiritual necesita un arte imperial que será el románico; arte que deberá explicarlo todo: la biblia, el dogma, el apocalipsis y las vidas de los santos. La iglesia románica será un libro abierto para los que no sabían leer, que eran todos excepto algunos eclesiásticos.
Nos recuerda que Segovia se puebla a finales del s.XI y que las iglesias más bellas están en los arrabales, San Justo, San Salvador, San Lorenzo, San Marcos, San Millán, Santo Tomás, San Clemente, Santa Eulalia, y algunas desaparecidas como Santiago, San Gil o San Blas. Y es que se fundan primero los arrabales y se tarda tiempo en subir a la ciudad, lo que constituye un caso único, seguramente debido a la poderosa industria de la lana que prefería las orillas del Eresma y el Clamores. Pero el peñón histórico también se irá poblando poco a poco y surgirán nuevas parroquias como San Martín, San Andrés, San Esteban, San Juan de los Caballeros… de tal manera que entre el peñón y los arrabales hubo más de veinte iglesias románicas que se explican, aparte de las razones de índole espiritual, porque hasta el s.XVIII no había cementerios y por consiguiente se enterraba en ellas.
Subraya asimismo esa novedad casi insólita en el románico español que es el pórtico y que a su juicio surge debido al clima de Segovia. En efecto, en Segovia hace frío pero también hace sol y en los pórticos se puede estar muy bien, incluso discutir de los problemas de los gremios o los asuntos municipales. Da muchos detalles interesantes sobre las bellas iglesias románicas (la Trinidad, Vera-Cruz, San Martín, San Justo…y considera a San Millán una de las iglesias más bellas de España). Me entusiasma leerlo porque tengo especial debilidad por S. Millán y por la entrañable ermita del Cristo del Mercado del s. XV.
También da la debida importancia a los abundantes edificios de carácter civil y destaca dos ejemplos: la Torre de Hércules que es un palacio románico casi intacto (dice que las monjas conservan muy bien, son grandes conservadoras) y su propia casa, aunque comenta que tiene una parte del s.XVI y que se hizo una renovación total a finales del XIX. Pero no olvida conceder una especial relevancia a las casas de los canónigos y además aprovecha para explicar la diferencia de nuestras Canoniías con las de otras ciudades como Toledo o Pamplona. Y finaliza narrando de una manera especialmente afectuosa -porque estuvo presente-, el momento en que se desmonta el retablo de San Justo y aparece esa pintura extraordinaria que es hoy una de las joyas de Segovia, pero también de España.
Y para los que nos gusta callejear por el casco antiguo, uno de los mayores placeres que regala Segovia, nos propone lo que llama “paseo por el barrio románico” que nos traslada a los siglos XII y XIII, y que disfruto siempre al compartirlo con los amigos que visitan Segovia desde que por los años 70 esta conferencia cayó en mis manos. Salimos de San Juan de los Caballeros y por la calle San Agustín continuamos hacia la Trinidad, bajamos por las callejuelas a San Nicolás para luego dirigirnos hacia San Quirce y continuar hacia San Esteban que nos presenta la torre románica más hermosa de España. Después nos dirigimos a la Canonjía vieja donde encontramos a un lado y a otro casitas de la época para llegar finalmente a ese palacio románico que es el Alcázar. Por mi cuenta he añadido continuar bordeando la muralla, pasar el arco del Socorro y dirigirme a S. Millán para terminar este magnífico paseo.
En fin… una interesantísima conferencia que se debería reeditar para que todos puedan disfrutar de ella. Y por cierto, me pregunto qué habría dicho el bueno de D. Juan ante esa calamitosa figura del demonio que cual monumento al mal gusto han colocado bajo su casa. Aunque prefiero quedarme con la sensibilidad de Antonio Horcajo, otro buen segoviano enamorado de Segovia, por el recuerdo que el Centro Segoviano de Madrid ha situado entre la Trinidad y la Torre de Hércules en cuya capilla tiene el Marqués de Lozoya su última morada bajo el amparo, la custodia y el cariño de la monjas Dominicas.
