Los pueblos enfrentan el reto de detener la despoblación y la falta de servicios. Hoy en día, la digitalización es clave para reactivar su economía y mejorar la calidad de vida. Gracias a las telecomunicaciones y la digitalización, es posible superar las barreras geográficas del mundo rural; dos elementos clave para impulsar la igualdad de oportunidades y el desarrollo económico.
Sin embargo, hace falta más, ya que el reto demográfico va más allá. Este desafío se resume en dos tendencias opuestas: por un lado, la concentración de población y actividad en pocas áreas urbanas, y por otro, el declive o estancamiento de otras, especialmente las zonas rurales y los pequeños municipios.
El despliegue de redes de fibra de última generación en poblaciones rurales -en el caso de los desarrollos de Asteo el 80% de las localidades desplegadas tiene menos de 1.000 habitantes con municipios o pedanías tan variopintos que pueden ir desde los que tienen 5 residentes a los que cuentan con 300 o 500- ha sido todo un aliciente para los pueblos. Actualmente en Castilla y León, de acuerdo con los datos publicados por la CNMC en su mapa de cobertura de Banda Ancha 2023 – FTTH la presencia de la fibra hasta el hogar es de 83,28% y en concreto en Segovia de 85,93%.
Cifras muy positivas si se contrasta con Alemania, por ejemplo, donde actualmente la cobertura de fibra de sus zonas rurales es del 22,6%. Por tanto, la infraestructura y la tecnología de comunicación ha llegado. Ese 14% restante es quizá el reto más grande por el que se está trabajando en estos momentos, pues suele tratarse de zonas de difícil acceso y para las que los planes puestos en marcha por el Ministerio para la transformación digital y de la Función Pública, junto con los fondos NextGeneration, han representado un gran impulso.
No obstante, sin el empeño y el tesón de las personas que residen en los pueblos, todos esos esfuerzos serán/habrán sido en vano. Es allí donde la labor diaria de los Ayuntamientos, diputaciones, los grupos de acción local y todas las iniciativas relacionadas con el reto demográfico cobran más relevancia.
Por nuestra presencia en el mundo rural a través de nuestra red de fibra neutra, a diario nos encontramos con historias de personas que ya superados los 30 o 40 años han decidido “volver al pueblo” con su pareja o familia para teletrabajar desde allí. Historias como la de Virginia, desarrolladora de videojuegos que vivía en una gran ciudad, y ahora puede desempeñar su profesión desde un pueblo con menos de 150 habitantes y pasear con su perro al terminar la jornada laboral. O la de emprendedoras como Marina que no solo sacan adelante un restaurante en el que recuperan las recetas tradicionales de la abuela y de su infancia, sino que también contribuyen a la creación de nuevos puestos de trabajo. De quien al terminar sus estudios en la ciudad o en el extranjero decide aplicar los avances de la agrotecnología en los cultivos. O de alcaldesas y alcaldes que compaginan su dedicación al servicio público con su trabajo en el campo o con su jubilación, como Mariano. Labor que ejercen sin retribución por las dimensiones de la población que representan. Y, por qué no, de ese vecino que reside permanentemente y es quien “le da un ojo” o cuida la casa de los que están durante el fin de semana y lunes y martes, o jueves y viernes, porque el teletrabajo les permite estar más tiempo allí y, cuando es invierno, encender la calefacción por cuatro días es más ventajoso que si se hace solo para dos. El bar-cafetería de toda la vida mantiene sus puertas abiertas para alegría de los vecinos y en los que quizá quien lee este artículo ha parado en alguno de sus viajes y no ha podido evitar comprar el clásico billete de lotería de Navidad. Establecimientos que las administraciones locales están luchando por mantener abiertos, y tan importantes, después del centro de Salud, como la Farmacia, la panadería, el cajero.
Sin duda el reto demográfico es un trabajo en equipo donde infraestructuras y personas se dan la mano para no solo mantener vivo un pueblo sino reactivarlo y entrar en una nueva era productiva.
