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El proyecto Cánovas para el Acueducto que impidió un cacique

por José María Martín Sánchez
3 de febrero de 2022
JOSE MARIA MARTIN DEPORTES
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CARA Y CRUZ EN EL DEPORTE SEGOVIANO

Salvemos nuestro patrimonio en riesgo de ruina

Intrascendente celebración

En un momento de la vida alguien me dijo que el tren, mi tren, tu tren, pasa una sola vez. Con el tiempo me di cuenta que el tren sigue pasando, pero con pasajeros distintos.

Hojeando un libro de finales del XIX, uniendo su prosa a lo ya escrito en líneas anteriores, leo en su apertura: «Los pueblos, como los individuos, tienen en la vida su hora, una hora histórica que puede influir de una manera decisiva en sus futuros destinos».

Lo que se relata tiene fecha, verano de 1884 (1). Con la presencia en La Granja de la Corte (Alfonso XII, Mª Cristina, la infanta Eulalia…), los del gobierno de la Nación también se vinculaban en el veraneo en el lugar. Ejercía de presidente del Gobierno de la Regencia, Antonio Cánovas del Castillo, al que, como persona culta e inteligente, le gustaba Segovia más que a un niño/a un caramelo con palo.

En una de esas tardes de asueto, paseando el señor Cánovas y el ministro de Fomento de in illo témpore, Alejandro Pidal y Mon, teniendo como escenario del paseo los jardines del Alcázar, la conversación llevó a presidente a exponer a su compañero de gabinete una idea que tenía: ‘cómo liberar al Acueducto del cautiverio en que vivía’ pues, decía, «al estar rodeado de edificios estos no dejan ver todo su esplendor de obra maravillosa».

No fueron solo palabras. La idea, para que fuera práctica y tuviera sentido, se propuso al Ayuntamiento y este, a su vez, encargó al arquitecto Provincial, Antonio Bermejo (restaurador del Alcázar tras el incendio), el estudio del proyecto, que comprendía tres apartados:

— Expropiación de los edificios y las cercas enclavadas entre la carretera de Boceguillas, calle Ochoa Ondátegui y parte del Cerrillo.

— Expropiación de todas las casas que formaban las calles de Fernán García, Flores, Alamillo y otra parte de Ochoa Ondátegui.

— Expropiación de todas las casas del Azoguejo, las de la calle del Angelete, una gran parte de las de San Francisco, San Juan y Gascos, así como las entradas a las de Cervantes y El Carmen.

El total del macroproyecto conllevaba el derribo de 200 fincas urbanas, al tiempo que se adquiría el compromiso de la edificación del mismo número de viviendas en diferentes zonas de la ciudad. Lo que suponía una total y radical transformación de la Segovia conocida hasta entonces.

Clara muestra de que Cánovas del Castillo no iba de ‘farol’ y con la finalidad de completar su proyecto, encargó al ingeniero jefe de Obras Públicas, José Urquiza, el estudio de una reforma en el trazado de la carretera de Segovia a La Granja. La idea concreta conllevaba el desvío de la referida vía desde Chamberí, ‘viajando’ por detrás del Colegio de los Misioneros con el fin de hacerla desembocar directamente en el Azoguejo, «de esta forma –manifestó el Presidente del Gobierno-, se apreciará toda la grandeza del Acueducto».

La gestión de la primera fase del proyecto comenzó a finales de otoño del referido año. Las conversaciones y acuerdos iban por buen camino, pero… aparece en el horizonte negociador una modesta construcción donde se ubicaba el Café Fornos, que tenía en arriendo Santiago Merino, y que junto con algunas otras cercas y edificaciones pertenecían a uno de los ricos, muy ricos, hacendados de Segovia.

En las reuniones que con el referido se llevaron a efecto no hubo ningún resultado positivo. Este dispuso de tal alto precio para la expropiación que se hizo imposible llegar a un acuerdo. Como última medida se acudió a la tasación pericial, que llevó a efecto el arquitecto municipal Joaquín Odriozola, sin que ninguna de las fórmulas propuestas fuera aceptada por el propietario.

Hubo un tercer arquitecto, que actuaba además como árbitro del pleito. No hubo forma. La situación expropiatoria y los largos expedientes se eternizaban. El Gobierno, ante situación tan ‘caciquil’, viendo que no había salida legal, acordó archivar el expediente. Fue así como quedó abandonado el gran proyecto.

La actitud equivocada de un segoviano (rico hacendado y cacique) privó a Segovia de un cambio radical de una de sus zonas, como posteriormente se demostró con expropiaciones más emblemáticas en defensa del Monumento.

¿Fue aquella la hora histórica de Segovia?


(1) ‘Con datos de El Adelantado, mayo de 1925 y la firma del que era su redactor jefe Vicente Fernández Berzal’.

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