Eran primeras horas de la tarde del sábado 25 de marzo, día en que el, desde 1965, sacerdote y, desde 1970, periodista, mi paisano vallisoletano Antonio Pelayo Bombín, delegado eclesiástico de la embajada de España en la Santa Sede, iba a pronunciar el Pregón general de la Semana Santa segoviana, y vimos entre el gentío al mismísimo ilustre pregonero, chocándonos que fumaba un orondo puro mientras paseaba solo y parsimonioso por la Plaza Mayor.
Por supuesto que lo de fumar puros no es lo definitorio en un personaje que ha acompañado en más de 80 viajes al Papa San Juan II, y al hace escasas fechas fallecido Benedicto XVI y al actual Papa Francisco, que ha estado en 4 cónclaves, y que ha colaborado en los periódicos “Ya”, “Vida Nueva”, o las cadenas COPE o Antena Tres…
Lo importante es que ha entrado en la lista de personajes que han pregonado nuestra Semana Santa, declarada de Interés Turístico Nacional, y en su pregón ha hecho hincapié en que no la banalicemos convirtiéndola en espectáculo o recurso para logros materiales, aconsejando que no perdamos de vista los tradicionales valores de la Semana Santa castellana; recordemos devoción, unción, respeto, silencio y recogimiento en las manifestaciones religiosas y actos litúrgicos, que no se reducen a la impactante Procesión de los Pasos del Viernes Santo con valiosas tallas de importantes imagineros, con larga historia, o con interesantes leyendas, por calles, plazas y rincones de impresionante encanto, que también, pues no deja de ser devoción del pueblo al que la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús se acerca mostrándose “paso” a “paso”, sin, además, los diversos Vía Crucis como el sobrecogedor del atardecer del miércoles santo por los montes del Carmelo que anduvo y en que hoy reposa San Juan de la Cruz, y la impactante representación en vivo de la pasión y muerte de Jesús del barrio de San José, y los triduos, septenarios o novenas, y los certámenes, concursos, exposiciones, ciclos de música sacra, certámenes de bandas cofrades, o la interesante representación del “Misterio del Cristo de los Gascones”…
En el bonito oficio de pregonero han precedido a Antonio Pelayo ilustres plumas como D. Bienvenido López Bayón, deán de la Catedral, que también dio en mi natal Valladolid el famoso “Sermón de las Siete Palabras”, D. Rafael Matesanz, premio mundial de Poesía Mística, nuestro prestigioso jurista y escritor Manuel González Herrero, el maestro de periodistas Pablo Martín Cantalejo, el escritor, Presidente del Centro Segoviano en Madrid, Antonio Horcajo, o, entre otras ilustres personalidades, nuestros obispos monseñor Palenzuela y Luis Gutiérrez Martín y el actual deán D. Ángel García Rivilla. Modestamente tuve la responsabilidad y gran honor de pregonar nuestra Semana Santa del año 1994, bajando ese año el listón de tan ilustre lista.
La simpática anécdota referida al hábito de fumar puros de Antonio Pelayo se dio al firmar con toda cordialidad en el libro de autógrafos de mi hijo, que entre Premios Nobel, Presidentes de países, artistas, escritores, actores, políticos, récords deportivos, hacía la firma número 8.200, y, llevando su puro en la mano, quemó levemente a mi solicitante hijo; lo que dio paso a una distendida charla en la que preguntó si los dos solicitantes del autógrafo tenían intención de viajar a Roma, pidiéndoles que no dudasen en avisarle, para lo que, al no disponer en el momento de tarjeta personal, les dictó el número de su teléfono. Les dijo que conocía Segovia, porque ha venido varias veces. Como todos los importantes, cordial, simpático y abierto.
