Debo confesar modestamente que algunos de los artículos que escribo en El Adelantado son para mí una pequeña vía de escape para combatir la melancolía del recuerdo de tiempos pasados, donde los políticos tenían un sentido de la moralidad y de la decencia, y por supuesto, España era un país razonablemente previsible. Por eso, estaba pensando en escribir un artículo sobre la llamada ley Begoña, cuando repentinamente apareció el decreto “Ómnibus”, también digno de un comentario. Por no hablar del hermano, que también merece ser considerado. Además, tenemos el vidrioso asunto del fiscal general del Estado que claramente tiene especial interés por lo insólito de su comportamiento. Y encima están los Ábalos, Koldos, Aldamas y demás personajes poco recomendables. Por si fuera poco, en medio de este entretenido panorama, la pérdida de la votación del ya citado decreto “Ömnibus”, hizo que fuera sustituído inmediatamente por el que algunos denominan “microbús” porque había pasado de las 80 medidas del Ómnibus a 29. Es lo que tiene buscar votos debajo de las piedras de Waterloo. En definitiva, una mezcla extraña y confusa, incluso ridícula en algunos casos.
Por lo tanto, en vez de escribir sobre estos asuntos que ya son demasiado cansinos, pesados y aburridos, decidí dar un paseo y pensar en cosas más agradables. Y como tengo la gran suerte de que cuando salgo de casa lo primero que veo es la magnífica iglesia de S. Millán -a la que el marqués de Lozoya bautizó como la “Catedral de los arrabales”-, recordé que hace unos meses hice una pregunta a una persona que considero una autoridad sobre los temas segovianos, y su respuesta me dejó preocupado. Le dije que tenía entendido que frente al atrio sur de la iglesia hubo un pozo donde encontraron a la Virgen de la Piedra, esa preciosa imagen situada en el presbiterio, sobre un capitel de la iglesia de S. Clemente. Me contestó que no tenía conocimiento de ningún pozo en esa zona. Me inquietó, y le di muchas vueltas porque empecé a preguntarme si no lo habría soñado.
Releí muchos de los datos que tengo sobre la iglesia y no encontré nada. Pensé en ir al Archivo, pero entonces recordé la página web de la parroquia, que por cierto es muy ilustrativa, y allí encontré algunos apuntes que ya tenía olvidados. Como por ejemplo el exhaustivo inventario de las piezas de madera tallada que el aparejador municipal, Sr. Valero, llevó a cabo y que, a parte de determinar que el sistema de cubiertas era de techumbre plana o alfarje, posibilitó que los especialistas en Arqueología pudieran considerarlo como un ejemplar único con decoración tallada y polícroma. Y si no me equivoco, todas estas piezas se encuentran almacenadas en el sótano sur de la iglesia.
También hay que reseñar las magníficas vidrieras de Carlos Muñoz de Pablos, Maestro del Vidrio a quien hay que felicitar muy efusivamente por la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, máxima distinción con la que España reconoce a sus creadores, y que le fue entregada por nuestro rey Felipe VI.
Mucho es lo que se puede decir de esta magnífica iglesia edificada en el primer cuarto del siglo XII de la que todos los segovianos conocen bien sus tres naves con sus columnas y pilares alternados, sus magníficos capiteles, su cúpula sostenida por trompas y con nervios no cruzados en el centro al gusto califal, las hermosas esculturas que donó Aniceto Marinas, los magníficos atrios, esa torre mal encajada que pertenecía a otra iglesia anterior, el órgano barroco, el mural gótico del crucero, la pila bautismal del siglo XV, las diez arcadas ciegas del ábside principal… En fin, se trata de una iglesia que ha acogido a los segovianos durante más de 900 años y de la que se ha escrito mucho. Pero para quien desee ilustrarse convenientemente me permito recomendar -entre otros sin duda también muy sugestivos-, el interesante trabajo del arquitecto Francisco Javier Cabello y Dodero.
Y volviendo a la Virgen de la Piedra, debo decir que cuenta la tradición el descubrimiento de un pozo y en el fondo una Virgen tallada en piedra que había sido ocultada cuando la invasión de los árabes. Me preocupó que fuese solamente una tradición y me intranquilizó que no fuese contrastada. Pero también se puede leer en la página web de la parroquia que existía un pozo dentro del atrio sur donde los fieles fueron durante siglos a buscar agua y que cuando se descubrió en 1951 se cegó y se quitó el brocal, lo que sin duda algún feligrés podrá confirmar o desmentir. Y si fuese cierto, eso ya sí que sería bajar de las musas al teatro. La verdad es que no tengo muy claro el momento ni la razón de la desaparición de ese pozo. Tampoco sé el motivo por el que siempre pensé que estaba a unos metros de la escalera de entrada al atrio sur y no dentro.
Respecto a que escondieran una imagen en el fondo de un pozo, no debería extrañar a nadie La prueba es que en Segovia se fundaron cuatro milicias de “Quiñones”, con veinticinco hombres cada una, establecidas en las parroquias de S.Andrés, S. Martín, S. Juan y S. Millán, para hacer guardia contra posibles sorpresas, ante las eventuales incursiones de los árabes mientras se asistía a la misa dominical. No eran tiempos fáciles.
Y no quisiera concluir estos breves apuntes sin agradecer a Javier Mosácula la interesante y documentada conferencia que nos ofreció sobre la iglesia de S. Clemente, esa gran desconocida a quien corresponde celebrar la Catorcena de este año 2025, pero que al estar agregada a S. Millán, será esta última quien se ocupe de la organización.
