Casi al mismo tiempo en que se clausuraba la magnífica exposición “La Edad de Plata—La modernidad en Segovia. El Adelantado y el Arte en el primer tercio del siglo XX” dentro de la conmemoración del 120 aniversario del periódico, se inauguraba otra, de gran calado cultural, propiciada por el Museo del Prado y la Fundación Iberdrola en la que se exhiben, en esta ocasión en soporte fotográfico, obras de fascinante importancia y de las más emblemáticas de la pinacoteca madrileña en el Paseo del Salón. Obras que aun siendo conocidas (como pasó con la del Adelantado) no dejan por eso de causar una sublime admiración y una concurrencia notoria. Seguramente serán los dos acontecimientos culturales más importantes del año.
No es la primera vez que el Paseo del Salón se utiliza como excelente marco para iniciativas culturales de cierta envergadura que, al tiempo, señalan un camino hacia otras iniciativas que pueden enriquecer el panorama de la cultura segoviana. Es indudable que tal entorno reúne condiciones idóneas para ello y esta serie de acontecimientos debería servirnos para canalizar allí diferentes iniciativas para solaz de la ciudadanía.
He comentado muchas veces que las condiciones, la situación y la belleza y posibilidades del Paseo del Salón deberían ser tenidas en cuenta para iniciativas como exposiciones, ferias, conciertos, presentaciones de libros, descubrimiento de autores y artistas, etc. Es fácil comprender las dificultades e inconvenientes que ofrece la Avda. del Acueducto (hasta hace bien poco Avda.de Fernández Ladreda) para la organización de eventos como las Ferias del Libro, de la Artesanía, de la Alimentación, de la Mujer Rural, etc. etc. o muestras de diferente corte que colapsan no sólo la circulación de vehículos —no digamos los servicios de urgencia como Policía. Bomberos, Ambulancias) sino el normal tránsito de los ciudadanos ,que concurren más por curiosidad y entretenimiento que interés por lo mostrado y otros perjuicios a los establecimientos en aquellas ubicaciones. Me dirán —y me lo han dicho muchas veces— que el uso de aquella zona para este tipo de muestras viene a ser muy cómodo para la concurrencia que tiene, al paso, lo ofertado. Es una buena deducción. Pero evaluando los inconvenientes, perjuicios y extorsiones, cabría pensar en otros territorios para implantar esos eventos. Y ese sería el Paseo del Salón.
Y lo sería en base de muchas condiciones positivas que reúne para lo dicho: primero su ubicación en el centro prácticamente de la ciudad histórica dentro de un marco especialmente evocador de una época y unas vistas protegidas de las que ya hablaron la Zambrano y Chueca; un lugar limpio y aseado, +amplio, donde las familias puedan llevar a sus hijos sin ningún peligro de accidentes, espacios más que suficientes para la instalación de casetas que permitirían un flujo constante de personas sin incomodidades ni atropellos; condiciones acústicas inmejorables para el solaz esparcimiento y contemplación de la obra expuesta; zonas idóneas para la presentación de autores (libros, músicos, cantantes, creadores —en fin— que dicho sea de paso no disponen como noveles de muchos sitios para darse a mostrarse ni el público para conocerlos. Incluso cine de verano. Eso, transfiriendo así la instalación, como digo, de las importantes ferias que se vienen propiciando en Ladreda.
Tampoco sería problema el cambio de sitio para estas cosas ni para la mentalidad de la ciudadanía. No sería mayor esfuerzo para los entes organizadores inducirles hacia el nuevo espacio que —también lo reconozco— en los primeros momentos se encontraría una cierta resistencia que doblegaría tan pronto como el hábito de uso de esos nuevos espacios encajara en la tradicional costumbre de que todo tiene que ser en Ladreda. No hay mucho qué pensar para darse cuenta de los beneficios que, en todos los sentidos, produciría ese cambio, cuyos incipientes principios los tenemos a la vista con la exposición .como otras veces— del Museo del Prado y de Iberdrola que se ofrece estos días y que está siendo muy visitada y elogiada. Por tanto, me parece que no viene a ser ninguna entelequia que se deba pensar en esta iniciativa (que ya es reiterativa, aunque no haya calado todavía) que si bien podría modificar de alguna manera nuestro hábito, ganaría sin duda en una positiva inclinación a la larga beneficiosa para todos, Sería cuestión de probar.
