Sobre este tema, tengo que empezar diciendo que mis padres eran unos enamorados de La Granja y sus alrededores, donde íbamos con mucha frecuencia. Hay que reconocer que la zona es una maravilla, tanto por su historia, como por los paisajes y por la montaña donde da gusto pasear. Recuerdo en mi infancia muchos paseos por los jardines del Palacio, los Asientos, la Boca del Asno, la fuente del Cochero, Valsaín con la parada obligada en La Hilaria, la Silla del Rey, subir andando a Navacerrada con mochila y aquella cantimplora de estaño forrada, la zona que nosotros llamábamos “las Ballenas” junto al Llano Amarillo, (donde tantas horas de instrucción haría durante las milicias en El Robledo)… Muchos y entrañables recuerdos me vienen a la mente siempre que me encuentro en ese entorno que mis padres me enseñaron a querer y valorar.
Pasados los años, cuando entrábamos en La Granja a pasear por los jardines después del chocolate con picatostes en el Roma y yo ya tenía responsabilidades políticas, mi padre siempre me señalaba el edificio de la Guardia de Corps y me preguntaba: “¿no vais a hacer nada con este edificio quemado y en ruinas en medio del pueblo?”. Le prometí que haría todo lo posible para rehabilitarlo, pero a mí no se me ocurría qué función dar a ese edificio una vez rehabilitado, y además en aquel momento estábamos en la oposición con pocas posibilidades de introducir semejante gasto en los presupuestos generales. Pero una promesa es una promesa, y no se me olvidó. Quizá sea conveniente recordar que La Guardia de Corps fue construida por la reina Isabel de Farnesio para albergar las dependencias de la escolta real.
Cuando comenté en Madrid la situación no solo de la Guardia de Corps (en ruinas), sino también de la Casa de Infantes (cerrada), me hablaron de la posibilidad de construir un parador porque les parecía que era lo mejor para conservar esos edificios históricos y singulares, aparte de ser una extraordinaria inversión para el pueblo. Pero ahí quedó todo. Sin embargo, en el ayuntamiento de La Granja eran más partidarios de recuperar la Guardia de Corps con la idea de hacer despachos para actividades varias, según me comentó el alcalde Félix Montes, algo que yo respetaba, pero que no me parecía lo más apropiado para ese edificio.
No obstante, después de ganar las elecciones y ya con más posibilidades de llevar adelante proyectos, conseguimos en 1999 una aportación de 355 millones de pesetas para la rehabilitación de la Guardia de Corps por parte de una comisión mixta integrada por los representantes de los ministerios de Fomento y de Educación y Cultura; destaqué esta actuación en El Adelantado el 30 de junio de 1999, donde manifesté que “llevábamos trabajando desde el principio de la legislatura porque considerábamos la importancia que tenía para La Granja, incluso para toda la provincia, y que esperaba que la intervención pudiera comenzar en breve espacio de tiempo”.
Debido a todo ello, pedí consejo a un buen amigo que por aquel tiempo era secretario general de Paradores (lo fue durante la legislatura 1996-2000), y me dijo que a su juicio era un error buscar las ayudas por separado; fue al primero que escuché que lo más apropiado para recuperar esos edificios históricos era construir un parador, y que ese parador debería considerar los dos edificios, uno para habitaciones y el otro para eventos.
Este consejo fue fundamental para el cambio de estrategia y fue cuando recuperé la idea del Parador. Decidí comentarlo con el entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, quien me dijo que tenía el presupuesto comprometido y que ya no disponía de más dinero, pero que si yo lo conseguía, pues adelante. Como es natural, no tenía ni idea de donde sacarlo hasta que un día, casualidades de la vida, en una comida de trabajo me entero de que Patrimonio del Estado acababa de comprar dos edificios situados frente al Congreso para ampliarlo -las sedes del Banco Exterior de España y la del Banco de Crédito Industrial-, lo que se haría ya con Luisa Fernanda Rudí como presidenta, comunicándolos por un túnel bajo la Carrera de S. Jerónimo. No sé cómo no empecé por ahí.
Después de aquello volví a hablar con el ministro y le pregunté si no podría salir de Patrimonio del Estado el dinero para el Parador de La Granja. “Háblalo con Rajoy, (que entonces era vicepresidente primero del Gobierno), y ya me contarás”, me dijo. Inmediatamente fui a hablar con Mariano Rajoy, le expliqué bien el proyecto y me dijo que lo estudiaría pero que en principio no le parecía mal y que, de seguir adelante, él buscaría la financiación. Lo de la financiación me lo recalcó porque me debía ver muy perdido para buscarla y sin duda me quiso tranquilizar.
Como la vida está llena de casualidades, Félix Montes, entonces alcalde de La Granja, con quien me llevaba muy bien y por suerte hemos conservado la amistad, me llama poco tiempo después de la conversación que tuve con Rajoy para decirme si podría prepararle una entrevista con la directora general de Patrimonio Nacional. Enseguida comprendí la razón y le pregunté si la entrevista era para tratar sobre la Casa de Infantes y la Guardia de Corps, a lo que me contestó afirmativamente. Entonces aproveché y le dije que, siendo ese el objetivo, “¿no te parecería mejor una entrevista con el vicepresidente del Gobierno?”. Por el silencio que se produjo al otro lado del teléfono deduje que se había quedado de piedra. Seguimos hablando y le dije que prepararía la reunión y le avisaría.
Preparé la reunión con el entonces vicepresidente Mariano Rajoy y como siempre he sido muy respetuoso con la cortesía parlamentaria, invité también, además del alcalde, a la que en aquella época era diputada por el PSOE, Teresa Fernández de la Vega. Félix Montes me preguntó si podría acompañarle su teniente de alcalde y le contesté que sin problema.
Se produjo la reunión al poco tiempo; creo recordar que Félix Montes vino acompañado de su teniente de alcalde, José Luis Vázquez, y asistimos también Teresa Fernández de la Vega y yo mismo. A Félix ya le había adelantado que en la Casa de Infantes y la Guardia de Corps se debería hacer un parador porque rehabilitar esos edificios y darlos un uso era una inversión muy interesante para el pueblo. Se lo dije muy convencido con lo que a la cita ya venían con las ideas claras de lo que pretendíamos. En la reunión, Rajoy explicó el planteamiento que habíamos acordado juntos sobre la construcción de un parador, explicó las razones de lo que le parecía una buena inversión para el pueblo por los puestos de trabajo, el turismo y la recuperación de dos edificios singulares; también porque el estado de esos edificios eran una rémora para La Granja y su rehabilitación una excelente noticia, y terminó diciendo: “que sepáis que esto se va a hacer porque Javier me lo ha pedido y porque yo también creo que esos edificios merecen ser rehabilitados, recuperados, y además darles un cometido interesante para el pueblo”. Después pasamos un rato hablando animadamente y nos despedimos.
Pasado un tiempo, el 13 de julio de 2001, se dio la noticia de la construcción del Parador. Estuvieron en la presentación y la firma del acuerdo la presidenta de Paradores, Anabel Mariño, el secretario de Estado de Comercio y Turismo, Juan Costa, el subsecretario de Hacienda, Rafael Catalá, y el presidente de Segipsa, Juan Manuel Betés.
Tras la firma del acuerdo, Juan Costa habló de 82 habitaciones en la Casa de Infantes y un centro de convenciones y congresos en el Cuartel de la Guardia de Corps. Por su parte, Rafael Catalá manifestó que era una buena oportunidad para poner en valor inmuebles relevantes que son Patrimonio del Estado, y que se preveía que estuvieran en funcionamiento en 2003.
A partir de ahí se inició toda la tramitación para la construcción del Parador en la que yo ya no intervine en absoluto. Toda la operación de la construcción del parador la pilotó con destreza Paco Villar, excelente diputado y mejor persona que tenía toda la confianza del vicepresidente Rajoy. La realidad es que no se inauguró en 2003 como pretendíamos sino después de perder las elecciones tras el lamentable atentado del 11M, y ya con el PSOE en el gobierno; por supuesto asistí a la inauguración donde pude tener una interesante conversación con el rey Juan Carlos que entre otras cosas me preguntó cómo se había gestado toda la operación para recuperar esos edificios emblemáticos de La Granja. Naturalmente se lo expliqué al detalle y agradeció mucho el trabajo de todos los que habíamos intervenido en la recuperación de esos edificios históricos, con especial mención a Mariano Rajoy.
