Cada día que pasa el mundo se nos llena de noticias dramáticas y dolorosas, que hacen sufrir a millones de seres humanos: inundaciones, incendios, agresiones, guerras mortíferas…o sea, que en estos momentos, la figura de ‘La Peregrina’ (La Muerte), que protagoniza el drama ‘La Dama del alba’, del olvidado Alejandro Casona (como tantos dramaturgos españoles de su época) y que acabo de releer, aparece donde menos se espera.
Por ello, si intentáramos practicar un poco más el humor entre todos, se contribuiría no a mitigar el dolor, sino al menos a hacer más llevaderas algunas desgracias. Por eso se me ha ocurrido acudir al pan, al pan nuestro de cada día, y aplicarle la palabra unisex. ¿Por qué? Sencillo. Hace poquitos años ¿cuándo se veía a un hombre salir de una panadería con una barra de pan bajo el brazo? Ello demuestra que hoy, tanto la mujer como el hombre ‘se responsabilizan’ para llevar a casa el pan de cada día. Y si en alguna ocasión encomendamos esta tarea al nieto o a la nieta, ‘corremos el peligro’ de que la barra llegue a su destino picoteada en sus dos extremos.
Bien, aquí quería llegar, a escribir algo sobre este alimento diario del que prescinden pocas personas, por gusto o por régimen, pero que se compra en tahonas u obradores, según, porque en la tahona se hace el pan-pan, y también en el obrador, aunque en este comparte trabajo con los dulces, dicen que tan enemigos de quien engorda enseguida.
El pan, bajo diversos contenidos y aspectos, se suele comer en todos los países, pero en cada uno con características propias en cuanto a contenido y formas. Entre estas últimas, y entre nosotros, las más frecuentes son la barra –corriente o chapata-, la tradicional viena (de origen vienés, como dice su nombre) y la hogaza, con algunas otras versiones, por supuesto. (Recuerdo el ‘chusco’ que nos daban en el desaparecido Regimiento donde ‘hacíamos la mili’ y que se preparaba allí mismo).
Varias de estas clases se expenden hoy, en muestra ciudad, no solo en las panaderías (procedentes de la tahona o del obrador) sino también en otros muchos establecimientos (ultramarinos, ‘super’, fruterías, ‘chucherías’, estaciones de servicio…), por lo que la diversidad es enorme y también, claro está, la ‘categoría y la clase’ del pan. (Dice un personaje de la obra teatral antes citada: “Los hombres enteros son como el pan bien amasado: cuanto más dura tienen la corteza más tierna esconden la miga”.
Hace poco tiempo, la Diputación Provincial, a través de su marca agroalimentaria ‘Alimentos de Segovia’, ha celebrado la I Jornada del Pan en el Obrador El Molino, de Carbonero el Mayor, con una buena asistencia de profesionales y con un resultado que se considera muy positivo e interesante para poder tener continuidad en otras zonas de la provincia.
Pero ¡bueno!, entre tanta disquisición, reflexión o como queramos llamarlo, lo cierto es que se me ha pasado decir algo sobre el origen del pan y su primera aparición entre los hombres.
No hay nada cierto al respecto, porque historiadores e investigadores no lo tienen claro, y mientras por una parte te cuentan que los egipcios parece que ya prepararon algo como el pan, o cosa parecida, por otro lado se asegura que el pan apareció por casualidad en el periodo neolítico, cuando a uno de aquellos seres (todavía no muy definidos) se le ocurrió hacer una papilla con semillas y cereales, sin al parecer con ninguna intención concreta; dejó la masa al sol, y al regresar al lugar (el buen hombre estaría cazando o pescando) se encontró con una especie de torta granulada, seca y aplastada. Esto ha inducido a muchos a afirmar que así ‘nació’ el pan.
Lo que se puede afirmar es que todo lo que se diga son teorías, y que será terriblemente difícil descubrir cómo ‘de verdad’ el hombre fabricó el primer pan. Porque como dicen que normalmente el pan se hornea con harina de cereal, agua y sal, ahora habría que empezar a investigar cuando apareció el primer cereal y la primera sal, porque en cuanto al agua no parece que haya tanta duda, pues según dicen, nuestros primeros padres en el Paraíso se contemplaron en un riachuelo que sirvió para que se dieran cuenta de qué cara tenían y que no tenían ropa alguna encima.. ¡Vaya usted a saber!
Entre las muchas clases de pan que se fabrica en los distintos continentes, puede conseguirse también con aceite, mantequilla, tocino de cerdo o vaca, incorporando azúcar, especias, frutos secos…En fin, todo lo que ustedes quieran o puedan imaginar.
Y vamos terminando, con referencia al especialísimo significado ‘y contenido’ del llamado pan ázimo. Este se utiliza en nuestra religión católica para hacer las hostias que el sacerdote oficiante de la Eucaristía, por efecto de la transubstanciación, convierte en el cuerpo de Cristo, en recuerdo de las palabras que Jesús, poco antes de empezar los episodios de su dolorosa Pasión, pronunció en el Cenáculo donde estaban reunidos sus apóstoles: “Tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio diciendo: Tomad y comed todos de él, porque ESTO es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”.
