Todos los días nos encontramos con noticias en los medios de comunicación sobre violaciones de nuestra privacidad e información personal, acoso en la red, bulos, estafas informáticas, etc. Vivimos en una sociedad cada vez más hiperconectada y sobrecargada de información, que entraña importantes riesgos para nuestros derechos y libertades fundamentales, en especial de las personas más vulnerables.
Debemos plantearnos si este es el modelo de sociedad digital que queremos. Por muchos beneficios que reporte, la tecnología no debería estar nunca al servicio de los intereses particulares de determinadas organizaciones o de terceros malintencionados, sino de la propia persona.
A este respecto, convendremos todos en que no parece aceptable que la ciudadanía deba estar renunciando constantemente a sus derechos y libertades más elementales para poder disfrutar de determinados servicios de uso común basados en la tecnología digital. Pues bien, lo cierto es que lo hacemos a diario, y muy especialmente en lo que al uso de nuestra información personal respecta.
Es la persona, y no la tecnología, quien ha de estar en el centro de este proceso de cambio y transformación digital
Corresponde en este momento parar, enderezar el camino y avanzar hacia la construcción de una sociedad digital para todos, más saludable, basada en una ética de la privacidad y en el respeto de los derechos de los demás. Es la persona, y no la tecnología, quien ha de estar en el centro de este proceso de cambio y transformación digital.
Es por ello más necesario que nunca un gran pacto por la convivencia ciudadana en el ámbito digital, donde el eje vertebrador sea la propia persona, para que la tecnología deje de ser un fin en sí mismo y se resitúe en su correcta concepción inicial de herramienta al servicio de la persona. En este sentido, es necesario el compromiso de todos los actores que conforman el escenario digital: ciudadanía, gobiernos y organizaciones.
Nace así el denominado ‘Pacto Digital para la Protección de las Personas’, impulsado por la Agencia Española de Protección de Datos, con la finalidad de reforzar los derechos de las personas en el entorno digital y poner en valor, hoy más que nunca, su privacidad.
Decía Spider-Man —sí, Spider-Man, el ‘hombre araña’—que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Estaba en lo cierto. De tal manera, todos estamos obligados a aprender y comprometernos a ser digitalmente responsables si queremos disfrutar plenamente de nuestros derechos en un ecosistema digital saludable.
Son las organizaciones digitalmente responsables, y no otras, las que están llamadas a liderar el proceso de cambio y transformación digital
Por parte de las organizaciones, se antoja imprescindible el asentamiento en el seno de las mismas de una cultura de la protección de datos y de la ciberseguridad, así como de una ética digital cimentada en los pilares de la transparencia, la responsabilidad y el respeto de los derechos y libertades de las personas, que impregnen de manera transversal todos y cada uno de sus departamentos y actividades. Son las organizaciones digitalmente responsables, y no otras, las que están llamadas a liderar el proceso de cambio y transformación digital sobre el que se asentará la sociedad futura.
Por parte de la ciudadanía, se necesita el desarrollo de valores tales como la tolerancia, el respeto, la empatía o el sentido común en su interacción social en el ámbito digital. También el conocimiento de sus derechos y de los medios para ejercerlos frente a posibles abusos: ha llegado el momento de que los ciudadanos se empoderen frente al gigante llamado ‘Internet’.
Por parte de los gobiernos y administraciones públicas, el impulso de las medidas necesarias para que todo ello sea posible.
Mención aparte merecen los segmentos más vulnerables de la población o en riesgo de exclusión social, como niños, personas mayores, personas con discapacidad, víctimas de violencia de género, minorías raciales, etc., colectivos todos ellos necesitados de protección y a los que el ‘Pacto Digital para la Protección de las Personas’ presta una especial atención.
Por último, interesa realizar una referencia específica a los medios de comunicación. No cabe duda de que los medios de comunicación tradicionales y digitales tienen un papel transcendental para el incremento de la transparencia y la libertad cívica, así como para el refuerzo de los valores democráticos y el crecimiento inclusivo de la sociedad.
De tal modo, el Pacto Digital incluye un ‘Decálogo de buenas prácticas en privacidad para medios de comunicación y organizaciones con canales de difusión propios’, con el que la Agencia quiere promover la lucha contra la violencia digital tanto entre los medios de comunicación como con todas aquellas organizaciones que disponen de canales de difusión propios, en especial en sus redes sociales.
La Unión Europea y los derechos y valores que la inspiran está llamada a ser un polo de excelencia mundial de una sociedad digital saludable e inclusiva, ética y centrada en las personas. Iniciativas como este Pacto Digital no hacen sino avanzar firmemente hacia dicho horizonte.
(*) AUDIDAT Protección de Datos.
