Juan Carlos Domingo Pinillos *
En unas pocas semanas termina el año hidrológico 2023-2024, y el balance hidrológico podríamos decir que ha sido “positivo”, pues ha sido mejor que los últimos años y está en la media de los últimos diez (Fig. 1). Quizás por eso, parece que este año se está hablando menos del agua. Pero de riadas, tormentas con lluvias torrenciales, o zonas de sequía extrema se sigue hablando en nuestra geografía nacional. Por eso, este periodo de ligero respiro no debe equivocarnos y hacer que bajemos la guardia con respecto al tema del agua.

En la Comunidad Autónoma de Castilla y León (Fig. 2), estamos algo mejor con respecto al agua embalsada, pero eso no quiere decir que la capacidad existente de almacenar agua en superficie sea suficiente, pues en muchos puntos de la geografía castellano-leonesa, sigue habiendo restricciones de agua en periodos de estiaje y sobreexplotación de acuíferos.

En la provincia de Segovia tenemos solamente 81 Hm3 de capacidad total para embalsar agua en superficie (la tercera más baja de toda la península), y más del 50% de todo el volumen lo acapara un único embalse, y generalmente, todos los años llegamos a porcentajes de agua embalsada elevados. ¿Eso significa que estamos bien hidrológicamente hablando?, pues no, en absoluto. De hecho, todos los años tenemos problemas de cantidad y calidad de agua en numerosos pueblos de la provincia. Como puede observarse en las gráficas (Fig. 3), todos los años son similares con respecto al almacenamiento, no existen líneas de un año a otro que difieran ostensiblemente. Teniendo años hidrológicos distintos, el agua embalsada es similar de un año a otro.

En estos momentos, la provincia de Valladolid está a un 100 % de su capacidad de embalse, lo que podría suponer un estado hidrológico fantástico al tener una capacidad plena. Resulta que Valladolid es la provincia de España con menor capacidad de agua embalsada en superficie, con únicamente 6 Hm3, menos que el embalse de Pontón Alto (7,2 Hm3), y cuenta con varias zonas con sobreexplotación de acuíferos en su provincia. De hecho, desde distintas Administraciones Públicas, se están incorporando puntos de recarga artificial de acuíferos para paliar estos balances negativos existentes en algunos acuíferos de la comarca.
Desde un punto de vista local, la mayoría de los embalses de la provincia de Segovia son para abastecimiento y otros usos no agrícolas, lo que genera que el descenso de volumen embalsado este más controlado, por lo que generalmente, no llegan a vaciarse por completo. Pero eso no quiere decir que no haya restricciones al abastecimiento de poblaciones, sino que la demanda de agua potable de origen superficial es un porcentaje pequeño si lo comparamos con la demanda para la agricultura, ganadería o industria. Este reparto de demanda de agua, es similar en toda España, y cuando escasea el agua superficial recurrimos al agua subterránea, lo que hace que los acuíferos se resientan y entren en sobreexplotación, lo que genera otro tipo de problemas.
La temperatura global en la tierra, y Segovia no iba a ser una excepción, sigue subiendo paulatinamente. Cada año nieva menos, y la nieve que se almacena en las cumbres cada vez dura menos, por lo que los regímenes hidrológicos de los ríos también se ven alterados y recortados en el tiempo. Recordemos el Cega hace unos años, u otros ríos y arroyos que en agosto están secos.
Pero en otros lugares de España están iguales o peor, sobre todo en el Sureste español. La poca agua que hay para abastecimiento o para riego, es escasa y de mala calidad, lo que obliga muchas veces a tener verdaderos problemas para depurarla para su uso. Como puede apreciarse en esta fotografía tomada hace unos días en un canal de riego en la Vega Baja del río Segura, donde el agua está totalmente eutrofizada, de color verde y con una proliferación masiva de organismos por la alta carga de nutrientes de las aguas.
Todos los días estamos viendo en la televisión, en los periódicos, como hay lluvias torrenciales en toda España, las famosas DANAS (Depresión Aislada en Niveles Altos de la atmosfera), que hace años no conocíamos o no se hablaba de ellas tan frecuentemente como ahora, y que un día sí, y otro también, tenemos una DANA en algún lugar de España.
Y resulta chocante cómo según datos de Unicef, unos 2/3 de la población mundial padece escasez de agua todos los años, al menos, durante un mes. Se entiende que se produce escasez de agua, cuando el agua se agota más rápidamente que se repone.
El agua a nivel global, a nivel planetario, no se agota. En el planeta tierra sigue habiendo la misma cantidad agua. Pero el agua potable, el agua dulce, eso ya es otra cosa. El agua dulce es finita, y solamente supone el 3 % de la totalidad del agua que existe en la tierra. Y de ese 3 %, el 98% es agua subterránea y hielo en los glaciares, por lo que queda solamente un 2% del 3% inicial, o sea, solamente el 0,06 % es agua líquida superficial, que es la que más comúnmente se conoce y usamos.
Las alteraciones climatológicas que estamos sufriendo, están modificando los balances hídricos entre el agua salada, el hielo de los polos y el agua dulce en estado líquido. En definitiva, se están modificando esos porcentajes vistos anteriormente de tipos de agua dulce con respecto al agua salada.
Tenemos dos tipos de escasez de agua, la del tipo físico, que es la falta de recursos hídricos en una zona afectada; y la de tipo económico, que es cuando la gente no puede permitirse el acceso al agua. Según las Naciones Unidas, más de 2.000 millones de personas no tienen acceso al agua potable. Por todo ello, es fundamental para la humanidad encontrar alternativas a la escasez de agua dulce y agua potable, y desde hace ya algún tiempo, se están poniendo en marcha diversas alternativas que dependen de las nuevas tecnologías y de la ciencia e investigación. Es necesario invertir en ciencia e investigación, y los resultados que se recogen son casi siempre satisfactorios.
Existen alternativas a la escasez de agua, algunas son más antiguas y sobradamente conocidas, y otras más novedosas y tecnológicamente más avanzadas, entre las que podemos destacar:
• Almacenamiento de agua en embalses superficiales y subterráneos.
• Recolección de agua de lluvia en sistemas de almacenamiento.
• Los trasvases intercuencas.
• Desalinización de agua de mar.
• Reutilización del agua ya usada.
• Agua ambiental (Geles e hidrogeles)
Con respecto al trasvase intercuencas, en España ya se puso en marcha a mediados del siglo XX, siendo una nación avanzada en esos momentos sobre los trasvases intercuencas. En los años 70 ya se construyeron algunas presas y azudes para trasladar aguas del río Ebro a Barcelona. Casi 50 años después, nunca se llegó a concluir este trasvase que ha dado mucho que hablar durante décadas, y el Ebro sigue vertiendo sus 9.240 Hm3/año al mar de media anual. Con este caudal de agua dulce se podrían llenar 115 veces y pico, la totalidad del agua embalsada en toda la provincia de Segovia.
Es curioso como desde hace muchos meses se oye poco hablar de agua en nuestra provincia y región, quizás porque como está lloviendo más que otros años anteriores, y cuando abrimos el grifo de casa, sale agua, pues todos contentos, y también quizás porque no estamos viendo un falso positivo hidrológico.
Segovia sigue siendo la tercera provincia con menos capacidad de agua embalsada de superficie de la península, y de los embalses previstos a realizar desde hace años en los Planes Hidrológicos de Cuenca, ni están, ni se les espera. El de Lastras del Pozo en el río Cega, está fuera de juego, el del Ciguiñuela, tres cuartas de lo mismo. Del resto de embalses previstos, Azud de Carbonero y el cercano a Torreiglesias, no se sabe bien cuándo se podrán realizar. El único en el que se están realizando trabajos para ver la solución al problema existente, es el de El Tejo en el Espinar. Pero embalses nuevos, eso ya es otra cuestión.
La calidad de las aguas subterráneas, en general, va empeorando paulatinamente, y si no tenemos agua superficial suficiente, al final, se recurre a las aguas subterráneas, que son aguas delicadas y necesitan también sus periodos regenerativos. Necesitamos aprovechar el agua superficial que discurre por los ríos durante los periodos de lluvia, durante las DANAs, esa agua que termina en el mar, para que unos kilómetros más abajo la desalemos a un coste importante.
Hay que ir bajando progresivamente las demandas de agua existentes, pero también aumentar sosteniblemente las capacidades de almacenamiento de agua, no por capricho, sino por necesidad, y para ello, debemos aportar todos, desde las Administraciones Públicas a la ciudadanía en general. “Nuestros actos de hoy, escriben las líneas del mañana”.
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* Asiama. Asociación para la Investigación del Agua y el Medio Ambiente.
