La tradición de la Iglesia señala la Misa Crismal como uno de los principales hitos de la Semana Santa, donde tiene lugar la bendición del Santo Crisma y de los óleos de los enfermos y los catecúmenos que se emplean en la administración de los sacramentos. La celebración une también al clero diocesano en torno a su obispo, que en forma catequética reflexiona sobre la importancia del ministerio sacerdotal y expone pautas para ejercerlo conforme a la acción pastoral y evangélica.
Ambas premisas se cumplieron ayer en la capilla del Santísimo Sacramento de la Catedral, donde la práctica totalidad de los sacerdotes de la diócesis participaron en la solemne eucaristía presidida por el obispo César Franco, que en su homilía dejó clara la necesidad de que los sacerdotes ejerzan su ministerio abandonando toda inquietud o deseo mundano, sino desde el Espíritu para permitir que el mensaje de Cristo cale de manera eficaz y efectiva en una sociedad que busca la sanación y la liberación de sus opresiones.
Monseñor Franco –a quien acompañó en la celebración el obispo emérito de Segovia Ángel Rubio Castro– recordó también a los cristianos de Segovia la “gozosa responsabilidad de ofrecer vuestras vidas a Dios en el culto de la verdad, la rectitud, la justicia social y la caridad con los más desfavorecidos”, y lamentó la “apostasía silenciosa que lleva al mundo a la deriva y se convierte en un desierto que engendra desolación y muerte”.
En modo expreso hacia los sacerdotes, el obispo recordó que su ministerio “no es una estructura inventada por los hombres para organizar la iglesia según los parámetros y pretensiones de cada época”, y aseguró que “ahora y siempre estará marcado por el signo de contradicción que configuró a la persona misma de Cristo”. Así, señaló que “cualquier intento que lleve al sacerdote a desmarcarse de la contradicción que conlleva su ministerio lo convertirá en un ser aislado y mundanizado, aceptado quizá por la sociedad del momento pero extraño para si mismo y para la iglesia a la que ha sido destinado”.
Abundó en esta idea al asegurar que la labor sacerdotal “no puede ser entendida desde concepciones de liderazgo que busca de manera encubierta el dominio de los demás con clericalismos de izquierdas o derechas”. “Nuestro ministerio se realiza en el Espíritu, no en la carne, y no es un espíritu sincretista, ideológico o meramente humano, sino que se trata del Espíritu de Cristo, el mismo que en la acción litúrgica convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo”, indicó.
Como en años anteriores, la celebración de la Misa Crismal tuvo también un carácter solidario, y el óbolo de los presbíteros será destinado en esta ocasión a contribuir a paliar las necesidades del pueblo de Ucrania, asolado por la invasión rusa desde hace más de un mes.
