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El Morrillo de los Comuneros: ‘No despertemos a los que duermen’

por José María Martín Sánchez
8 de julio de 2021
JOSE MARIA MARTIN DEPORTES
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Mira tú. Alrededor de un siglo después de haber ocurrido lo que ocurrió entre los Comuneros de Castilla y el Rey Carlos I, años 1520 y 1522, en la Guerra de las Comunidades, aquí, en iglesia de Santa Eulalia, durante la realización de unas obras en el templo aparece así, como de sopetón y por sorpresa, una columna de piedra de la que pendía una pequeña argolla de hierro en su parte alta. Su tamaño, el de la altura de un hombre de mediana estatura.

Hete aquí que, cuando en los corrillos de la ciudad se comenta el hallazgo, los que más saben de historia lo ‘fichan’: ‘Se trata de El Morrillo de los Comuneros que presidía el lugar donde estos formaban sus juntas en el tiempo de la referida contienda’ (1).

Podía haber sido un hallazgo ‘arqueológico’ que, como tantos otros, queda expuesto en el lugar correspondiente del museo. Pero… El cura-párroco de la citada iglesia ¡vaya usted a saber porqué! decide sacar el ‘morrillo’ de la iglesia y exponerlo en la plaza (2) al ladito mismo del Clamores. ¡Dios la que se armó! Revuelo y comidilla en la ciudad y más lejos. El personal de la Corte andaba inquieto desde que le llegó el runrún. ‘Hay que cortar la exhibición, no sea que vaya a prosperar y tengamos otra revuelta’, y así se lo comentaron a Felipe IV sus gentes.

Las mentes ‘prodigiosas’ del reino se ponen en contacto como el brazo ejecutor de lo que el Rey manda, oséase, el Consejo de Castilla. Los funcionarios reales consideran que la exhibición de la piedra labrada puede ser el germen de ¡vaya usted a saber qué locura! por lo que ordenan al regente de la ciudad, el salmantino Gonzalo Rodríguez y Monroy, que el morrillo se retire inmediatamente, ‘y envíe informes de que la orden se ha cumplido’.

El señor regidor, que Dios guarde, acusó, o así, al sacerdote ¡válgame Dios! de ‘haber pretendido extender la jurisdicción eclesiástica más allá de los límites convenientes, llevándola a una plaza pública’, fuera de la jurisdicción eclesiástica ¡Chúpate esa!

El Morrillo lo retiran. Horas después la ‘piedra’ reaparece. Ahora en terrenos ‘propios’ de la iglesia. El corregidor ‘monta en cólera’. Lo considera ‘ninguneo’ a su persona y, como sucede en cualquier decisión política partidista e ideológica de ayer y hoy, comienzan a extender intencionados bulos:

—Que si amparados por la noche se reúnen junto al morrillo ‘desconocidos’.

—Que aquello, ¡señor, sí señor! podía acabar en ‘botellón’ y armarse la de dios es Cristo…

El corregidor, con mando absoluto en plaza, ordena a sus funcionarios: ‘un nombre, quiero un nombre’. La lotería ‘cayó’ en la persona ¡del párroco! Sacar la piedra a la calle había sido su gran delito. Pues ello alentaba al personal y, como consecuencia, a la revuelta, a la revolución y… al baño nocturno Clamores abajo. ¡Hay que j…!

Se levanta el telón. En la escena teatral un nuevo actor: el obispo Moscoso y Sandoval (D. Melchor). Con prudencia y manual de bombero, demostrando (intentando) ante el corregidor que el cura no había cometido delito alguno, fue apagando el fuego. En conversación con el jefe político llegaron a la siguiente metódica y reflexiva conclusión:

—‘Cuando llegue la noche subimos el morrillo en una carreta, lo trasladamos hasta la plaza del Alcázar, lo despeñamos por el barranco del valle del Clamores y encargaremos a alguien que lo destruya del todo, si es que queda algo’. Hágase. Firmado, rubricado y sellado.

‘Si tú me das; yo te doy’. Entre jefes pasan esas cosas. El obispo colaboró y consiguió, a través del Corregidor, que no se iniciara proceso contra el párroco y algún otro ciudadano que se había significado ‘políticamente’. Eso sí, erradicó cualquier atisbo de reunión ciudadana, incluso para hablar de fútbol/piedra, tema principal en esas fechas, que en la susodicha plaza —a dos pasos y medio punto de la Casa de los Buitrago (¡ojo al parche!)—, se pudieran mantener.
Resumiendo para mejor entender, acabo con una frase atribuida al señor Rodríguez:

‘Lo mejor será que no despertemos a los que duermen’ (3).

‘Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar…’



(1)Archivo Histórico Nacional. Pieza del mes. Abril 2021 ‘El Morrillo de segovia.
¿Un caso de “memoria histórica” de la guerra de las comunidades?
(2)La puerta principal a la Iglesia de Santa Eulalia fue en tiempos pasados la de su plazuela, donde se sitúa la escalinata y, a uno de sus lados, la cruz de piedra con inscripción del año1621.
(3)Fernando Bouza, Profesor e historiador. ‘Construyendo Historia’, 2018.

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