Hace ya mucho tiempo que el antiguo y deteriorado Mercado de los Huertos fue sometido a una profunda restauración, interior y exterior, pero por el momento no se ve ninguna luz de que pueda abrirse al público. Parece que no hay aceptación en cuanto a posibles alquileres de sus locales, y como el tiempo sigue pasando, terminará estropeándose todo lo que se había acondicionado.
En el día de hoy no se ve una salida, por lo que, cuando alguna vez le viene a uno una idea peregrina, ya sabemos que este tipo de ideas son extrañas, raras, incluso absurdas por salirse de lo corriente, lo normal es exponerla, aunque el amigo lector lo tome a risa o broma.
Pues vamos a ello.
Si hubiera alguna persona decidida, por ejemplo un chef de los numerosos que trabajan en la ciudad, con ánimo de emprender una “aventura”, quizá se animase a montar en la parte posterior del mercado un pequeño chiringuito donde se expendieran los clásicos pinchos y bocatas con el acompañamiento de cervezas y un buen vino. Podría darse también la casualidad de que el chiringuito “cayera bien” al público y empezaran a llegar clientes. Todo un atractivo. Entonces, el emprendedor podría animarse a colocar una mampara de cristal o plástico, en la parte posterior del mercado, con una regular capacidad de personas a las que podría atraer ofreciendo de vez en vez una de tantas catas como se vienen celebrando en buen número de restaurantes y bares de la ciudad. Parece que estas catas vinícolas –vinos hay cada día más, y el número de marcas y bodegas aumenta constantemente-han caído estupendamente entre los segovianos, por lo que la suerte también pudiera llegar a caer al chiringuito de Los Huertos. Ante el posible buen resultado, algún otro emprendedor pudiera animarse a alquilar alguno de los locales. Y ya se sabe que en la mayor parte de estos casos hay otros que le siguen, por lo que podría darse la ocasión de que de nuevos en los distintos locales podrían volver a venderse frutas, verduras, embutidos, pan, quesos, conservas, bebidas, licores, bollería…O sea, todo lo que el cliente, y el ama de casa, pudieran necesitar cada jornada.
El posible que todo lo que escribo se considere una fantasía, pero lo cierto es que también la fantasía, la ilusión, la esperanza, son circunstancias que deben estar presentes en el hombre para ayudarnos a salir adelante en estos momentos que el mundo vive en un completo lío, del que no sabemos cómo vamos a salir. Y no solo estoy refiriéndome en este momento a los vaivenes de la política, sino a todo lo que forma la vida del ser humanos, una vida que tantos millones y millones están malviviendo por causa de guerras y de odios.
Como se ve, casi siempre un final de estas palabras parece inevitable en medio de tanto caos. Y ahora que estamos a la puerta de la Navidad, es lo que creo que es lo mejor para todos, repito, la esperanza, el amor, la comprensión, la comunicación…
Pero, volvamos para finalizar a nuestro tema: también la suerte juega en este sorteo –aparte del clásico de Navidad- y pudiera caer como un rayo de luz –pero luz de pleno sol- sobre el Mercado de los Huertos para que pueda renacer y ayudar a las muchas personas que viven en su entorno y podrían beneficiarse con la llegada de los puestos de alimentos para no tener necesidad de hacer desplazamientos hasta las grandes superficies donde encontrar todo lo preciso para la alimentación de cada día.
Bien, pues aquí queda escrito este relato imaginativo, que si fuera de Felíx María Samaniego se habría llamado fábula, y si fuera de Saturnino Calleja, cuento.
Pero, en definitiva, no es de ninguno de los dos.
