El tren de la Tercera División volvió a dejar al Unami plantado en el andén. Eternos candidatos para emerger de la Regional, los segovianos escribieron este curso un guión distinto para el mismo final. El equipo que languidecía en las segundas vueltas cuajó la mejor temporada regular posible, con el mejor coeficiente y el mejor puesto de su grupo. No sirvió: había que ganar un ‘play off’ y resolver el partido P en día D a la hora H. Es decir, este sábado ante Ciudad Rodrigo. Pese a hacer todos los deberes con la diligencia del alumno más disciplinado, el Unami suspendió el examen y se quedó a un gol de la tierra prometida. El 2-1 de los charros en la ida fue suficiente.
Acostumbrado a jugar en familia, el Unami amplió sus miras. El buen aspecto de la tribuna no desmerecía a un partido de pretemporada de la Segoviana, un ambiente aderezado por medio centenar de aficionados charros y unos ruidosos fuegos artificiales que, por si la celebración no llegaba, se lanzaron antes del partido.
El conjunto segoviano siguió el guión de cualquier eliminatoria: el equipo de casa debe salir como un estruendo en el cuarto de hora inicial. Llevaron el dominio territorial y no tardaron en crear las primeras ocasiones ante un rival cómodo en el repliegue y dispuesto a contragolpear con sus puntales: Alberto Martín y Pertu. Sergio tuvo que emplearse en un corte providencial para frustrar una contra con mucho peligro. El aviso estaba dado.
Fue la excepción a un dominio creciente del cuadro local, que hizo méritos de sobra para estrenarse. Alcu protagonizó las dos ocasiones más claras. En la primera, recibió un pase en profundidad para regatear al portero, que hizo su trabajo escorándole para que no pudiera buscar portería; tuvo que asistir a Centeno, pero su trallazo no cogió portería. Superado el cuarto de hora fue el propio Alcu el que tuvo un tiro propicio desde el mismo punto tras un disparo de Piti que había bloqueado el portero. Tampoco cogió portería, pero la grada echó un cable coreando el nombre del delantero.
No fueron los únicos sustos a los que se enfrentó el Ciudad Rodrigo. Pepo despejó por los pelos a córner un centro-chut de Óscar desde el costado izquierdo; en el siguiente córner, sufrió para blocar y su defensa desvió bajo palos el tiro posterior de Piti. Los charros cogieron aire mientras Javi de la Cruz se dolía en el suelo tras un golpe y con una contra en solitario de Alberto Martín. Unos minutos que les permitieron alejarse de la lona cuando llegó la pausa para hidratarse. Habían sobrevivido al primer asalto.
Ese tiempo muerto permitió al Ciudad Rodrigo imponer un lenguaje más acorde a sus intereses. Un choque bronco, sin apenas tráfico en las áreas y con el foco puesto en el listón arbitral. El ritmo rápido de los primeros compases se disipó y el Unami se frustró entre parones, incapaz de tejer nada reseñable. Con ese panorama llegó al partido al descanso: el Unami seguía necesitando un gol y el tiempo empezaba a agotarse.
Agradeció el reinicio el cuadro segoviano, que tuvo una nueva oportunidad en un cabezazo en plancha de Elías Hevia que se marchó por poco. Las fases de dominio azulón venían provocadas por su presión a la salida de balón de los charros; con el paso de los minutos, el Unami asumió más riesgos y adelantó líneas. En esas, el partido se vivía en una cornisa entre el empuje azulón y el deseo del Ciudad Rodrigo para tejer una contra letal. Tan importante era el gol esquivo como sofocar las transiciones.
Movió pronto el banquillo Diego Yepes y puso en el campo a su principal baza: Koby, con sobrada experiencia en Tercera División y goles decisivos para La Granja. Con todo, el partido seguía atascado en arenas movedizas, música de cámara para el Ciudad Rodrigo. Pese a lo esquivo del guión, el Unami estaba a una acción de cambiarlo todo. Pudo gestarla Alcu, que salió al encuentro de un mano a mano que Pepo frustró con una falta en el balcón del área. Bordeó la expulsión, pero el colegiado no vio ocasión clamorosa de gol por ser un balón dividido y lo dejó en amarilla. Koby ejecutó la falta escorada con un tiro directo demasiado optimista que se marchó desviado.
La pausa para la hidratación volvió a sonreír al Ciudad Rodrigo. Segundos después de que sus aficionados coreasen el ‘A por ellos’, Pablito se adelantaba a la zaga segoviana con un disparo cruzado que superaba las manoplas de Ramiro. El golpe tenía un aroma letal, pero el Unami exhibió resiliencia e igualó la contienda en la siguiente acción con un balón raso que encontró al fin a Koby con el fusil preparado para batir a Pepo. Dos goles en dos minutos y todo seguía igual: el Unami, a un gol para ascender.
Pero todo había cambiado. Pablito vio dos amarillas en poco más de un minuto y dejó al Ciudad Rodrigo con uno menos para los últimos cinco minutos, la pura agonía. Empezaron a acumularse córners en el área charra como uvas en una frutería, solo había que pisar una. Los visitantes cumplieron su parte, dilatando los cambios, aprovechando cualquier bocanada artificial de oxígeno y ensuciando a empujones la última falta local en el balcón del área, que no cogió portería. El mejor Unami vivió su desenlace más cruel.
