El pasado 8 de agosto, alrededor de la 9:45 horas se inició un incendio en terrenos próximos al monasterio del Parral. Tuve la oportunidad de seguir la secuencia de los acontecimientos, pues en cuanto oí desde casa las sirenas de los bomberos y descubrí la situación del incendio, no pude por menos que observar lo que ocurría. En un principio el incendio era de pequeña extensión y pensé que muy pronto sería controlado. Pero no fue así; pasaban los minutos y el fuego avanzaba sin suficiente control y poco a poco se iba acercando a una zona de repoblación. Vi que no era suficiente la presencia de efectivos de extinción y empecé a echar de menos la presencia de algún medio aéreo, que en otras ocasiones han acudido en incendios menores.
Como veía que no acudían y el fuego avanzaba peligrosamente llamé al 112 para comunicar la situación. Pregunté por qué no acudían los medios aéreos y me dijeron que si los solicitaba yo, a lo que respondí que no era la persona indicada para hacerlo, dado que sobre el terreno había suficientes personas con esa responsabilidad.
El fuego avanzaba y los medios no llegaban. El fuego consiguió alcanzar la zona repoblada y devorar todo lo que encontraba a su paso. Por fin, un helicóptero llegó a la zona, media hora después de mi solicitud y al menos tres cuartos de hora desde que se inició el incendio. Posteriormente tardó al menos otros diez minutos en reconocer la zona e ir a cargar agua. Cuando por fin empezó a descargar, había pasado casi una hora desde que se inició el fuego que ya había devorado una buena extensión de superficie arbolada. Con unas pocas descargas, el incendio se controló en muy poco tiempo.
Con este escrito quiero manifestar que ese incendio no se atajó con los medios adecuados y que los medios aéreos o no se solicitaron en tiempo adecuado o tardaron mucho en acudir. En esa fecha no había empezado la sucesión de incendios que se desataron posteriormente en España y en los que también podía haber influido la carencia de medios. Si el incendio aludido hubiera contado con el viento, muy posiblemente habría afectado a una mayor extensión y quizás a las masas arboladas que rodean el citado monasterio.
A casi todos nos gustaría que los incendios forestales no ocurriesen, pero como la mano del hombre suele ser irresponsable en muchas ocasiones y el cambio climático cada vez se lo pone más fácil, es necesario que exista una buena formación en cómo prevenir y extinguir estos acontecimientos tan desagradables así como una perfecta coordinación de los medios disponibles para intervenir lo antes posible. Así se evitaría que se diese al traste con miles de hectáreas de bosque, fuente de vida.