El día 6 de marzo de 1862 fue aciago para la ciudad, ya que una chispa, o similar, arruinó muchas de las bellezas del interior de nuestro Alcázar en un incendio (1) que permaneció cerca de tres días y que sufrieron también los vecinos de San Marcos. Arrabal al que llegaban, ‘cuesta abajo’, las maderas incendiadas. Tras los esfuerzos de cuantos lucharon contra el incendio, que encontró un gran aliado en el viento, llegó un escueto ‘parte’:
‘Se ha perdido la totalidad de las armaduras de madera: artesonados, alfarjías, pisos holladeros, estructuras de cubierta, carpinterías de huecos, habiendo quedado malparadas las yeserías y otros elementos pétreos. Se ha perdido también la totalidad del mobiliario’.
Todos los organismos de la ciudad decidieron que aquello había que recuperarlo con rapidez. Se ofrecieron medios económicos, realizaron gestiones, pero aquel tiempo era de un continuo ‘mar de fondo político’. En 20 años pasó España por dos dinastías, una república con cuatro presidentes, una restauración borbónica… lo del Alcázar podía esperar y le dieron una prórroga de veinte años. A ello hubo que añadir los catorce de obras, realizadas bajo proyecto de los arquitectos Antonio Bermejo (Diputación) y Joaquín Odriozola (Ayuntamiento). La reconstrucción se concluyó en lo esencial en 1898.
Tan solo unos meses después de haber acabado las obras de restauración tantos materiales como herramientas fueron puestos a subasta por Orden de la Dirección General de Instrucción Pública. Enterados del anuncio quienes dirigían las obras de reparación de la Torre de San Esteban pidieron al gobernador civil paralizar la subasta y ‘que todo material se entregara para el citado fin’. Gestiones por aquí; gestiones por allá… hasta que la Dirección General de Instrucción Pública dicta orden (febrero de 1897), por la que dispone: ‘previo inventario, el gobernador civil entregue al arquitecto Antonio Bermejo, encargado por el Ministerio de dirigir las obras de reparación de la Torre de San Esteban, las herramientas y materiales sobrantes de la restauración del Alcázar’. Y así se hizo.
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- Sobre y del incendio dejó escrito Carlos de Lecea García (2) un magnífico relato que tituló: ‘El Alcázar de Segovia, su pasado, su presente, su destino mejor’, año 1897. Del nefasto incendio, que vivió en primera persona, recogemos algunos pasajes. Siendo partícipe también de la reconstrucción pues era Vocal de la Junta de Obras.
‘Desde el Ayuntamiento, donde nos encontrábamos con D. Bonifacio Odriozola, Médico y propietario, que ya no existe, D. Víctor López de María, Juez de 1ª Instancia entonces, hoy Presidente jubilado de la Audiencia de Barcelona, y don Fermín Sáez de Tejada, Cónsul actual de Su Majestad en Liverpool, observamos que salía humo del Alcázar. Precipitadamente fuimos a él con aquellos señores, mientras los dependientes del Municipio avisaban al servicio de incendios y a las Iglesias para el toque a fuego, y llegamos en ocasión oportuna para comprobar lo casual del siniestro, originado por el desenlace que hizo el fuerte huracán, que reinaba aquel día, en los tubos de chapa de hierro de la chimenea de la Sala del Cordón. Las chispas que salían por los tubos desprendidos, alentadas por el viento, prendieron en una de las torrecillas, y abrasaron el edificio’.
(Hasta aquí, relato de lo que Lecea presenció. Con ser ello interesante, no es de menor claridad el párrafo en el que desarma las teorías de quienes, dentro de la ciudad, acusaban a los cadetes como causantes del incendio).
‘Con la ingenuidad de quien asegura lo que vio por sí mismo, lo consignamos así, desvaneciendo la calumniosa invención esparcida entonces por el vulgo ignorante de que los Cadetes o los Artilleros quemaron el Alcázar. Y al manifestarlo de esta suerte una vez más, sobre las infinitas que lo tenemos manifestado, debemos añadir que en aquella misma noche recibieron las Autoridades, telegramas del Gobierno, mandando de Real Orden instruir expediente en averiguación de las causas del incendio, en cuyo expediente fue el autor de este escrito el primer declarante, por haber sido, de las personas de fuera de la casa, el que primero llegó á la sala donde comenzara el fuego. El expediente fue sobreseído, después de justificarse plenamente lo casual del incendio, sin que pudiera culparse á nadie’.
Dicho quedó.
- Abogado; Secretario de la Academia Matritense de Jurisprudencia; Decano Colegio de Abogados de Segovia (20 años); Académico Real Academia de la Historia; Diputado en Cortes; impulsor y Gerente del Banco Agrícola; escritor; ‘Apuntes jurídicos para la Historia Jurídica de Segovia’, ‘Recuerdos de la antigua industria Segoviana’….
