Da la sensación de que Gary Louris intuía que muchos de los asiduos al Huercasa Country Festival nos habíamos frotado las manos meses atrás pensando que el bueno de Neil Young, que acababa de anunciar gira europea para estas fechas veraniegas, aterrizaría como cabeza de cartel de este año. Supongo que no tiene nada que ver con eso (ya que cualquier razón es suficientemente buena para querer homenajear al músico canadiense) el que después de tres temas y con un escueto “Esta canción es de Neil Young” diese paso a los acordes de “Albuquerque”, una de las canciones de ese mágico disco grabado durante nosecuantas madrugadas en 1975.
Había muchas ganas de ver a The Jayhawks, no les había visto nunca en concierto y, a pesar de que llevaron un tempo más pausado que en los discos y que a Louris le costó un buen rato calentar la voz (los años pasan, y pesan), fue emocionante escuchar en directo su música y sus armonías vocales, sello inconfundible de la banda.
I’d run away, Waiting for the sun, Angelyne, Tampa to Tulsa, All the right reasons, Save it for a rainy day… Todas ellas encendieron algo en mi cerebro. El intenso comienzo de I’d run away activó en mi cabeza algo que solo se me ocurre definir como el famoso experimento de Pávlov con el perro. Especial mención merecen para mí Blue y Tailspin, no por favoritas (imposible elegir), si no porque inexplicablemente habían quedado guardadas en algún rincón de mi memoria y llevaba años sin escucharlas. Sólo nos faltó Miss Williams’ guitar…

The War and Treaty
El Huercasa Country Festival siempre sorprende en algún sentido, al menos esa sensación me llevo yo, y es que lo que tiene ir a un festival es que la oferta es variada y uno entra conociendo a un par de bandas y se va con interesantes descubrimientos; el año pasado fue Summer Dean y este Color Green y The War and Treaty.
The War and Treaty lo tenían difícil en un sentido; les tocó cerrar el festival (cansancio, último día, última hora y justo después de los cabezas de cartel). Empezaron fuerte, el chorro de voz del matrimonio formado por Michael y Tanya Trotter enseguida despertó a la audiencia. Acompañados nada menos que de ocho músicos, la potencia vocal de los Trotter se elevaba muy por encima del resto.
A pesar de haber sido nominados como Dúo del Año en la 58 Academy of Country Music Awards, pienso (sin ser experta ni haber escuchado aún sus discos) que se acercan más al Soul. Aunque nunca se sabe dónde se encuentra la línea que separa un género de otro.

Otra de las alegrías que me he llevado este año ha sido descubrir a Color Green, cuarteto de Los Ángeles aficionado al “ruido”, a los temas largos y a esa estrategia anti-aplauso que consiste en llenar de acoples y tintineos los espacios entre canción y canción. Muy destacable su batería, Corey Rose, una base implacable y necesaria para dejar divagar a las guitarras por encima.

Rockabilly
Entre las actuaciones de bandas nacionales me quedo con Al Dual, guitarrista y cantante murciano que se ha ganado un hueco en el Salón de la Fama del Rockabilly de Tennessee (EEUU) y que ha grabado uno de sus discos en el estudio de Sun Records (“The Sun Session”).
Se nota la experiencia de haber pasado años de gira por Europa, México y Estados Unidos cuando escuchas a uno de Murcia con acento de Nashville y haciendo melodías de las que salen en las jukebox de los años 60 en las películas.

También actuaron este año Son Volt, banda nacida de la escisión de Uncle Tupelo en Wilco y los ya mencionados. Entre estos dos, he de reconocer que soy más de Jeff Tweedy (Wilco) que de Jay Farrar, y es que a pesar del talento incuestionable de la banda, la voz de Farrar se me hace monótona a la segunda canción. Eso sí, solo por escuchar los teclados y el steel guitar de Mark Spencer la experiencia merece la pena.

Me gustó mucho el comienzo de Jason Scott and the High Heat; mientras los músicos iban tomando posiciones en el escenario hicieron sonar “Man with a harmonica”, ese tema compuesto por Ennio Morricone para “Hasta que llegó su hora” y que avisaba de la presencia de Charles Bronson en la escena.

También me gustó que durante su actuación cruzaron sin complejo las líneas entre un género y otro: pasando de temas de estilo country muy purista a hacer una fiel versión de “Money” de Pink Floyd (incluido sonido de cajas registradoras).
Un año más (el décimo de vida del festival), el Huercasa nos ha hecho pasar un estupendo fin de semana en Riaza, con la obligada visita a la plaza para disfrutar de más música en directo y del Country Line Dance, que atrae a aficionados de este baile desde todos los rincones de España. No se puede decir más… ¡Hasta el año que viene!

