Ha saltado la noticia de que las Monjas Clarisas, por falta de vocaciones, abandonan el Monasterio de San Antonio el Real. Fue palacio de recreo del Rey Enrique IV de Castilla, construido en 1455 en la finca del Campillo, y donado a la Orden de Santa Clara en 1568. Actualmente es un complejo monacal situado en la ciudad española de Segovia, capital de la provincia del mismo nombre, perteneciente a la Comunidad Autónoma de Castilla y León.
De estilo gótico es uno de los edificios religiosos más relevantes de Segovia. En su interior se guardan numerosas obras de arte. Ha sido convertido en museo en el que destacan un relicario de plata de San Antonio de Padua y varios trípticos flamencos de la escuela de Utrecht. Además de las dependencias anejas, de estilo mudéjar, tiene un hermoso templo y tres hectáreas de tierra en ubicación urbana.
Se trata de una joya de incalculable valor histórico y artístico que ha contado hasta tiempos recientes con una Comunidad de Clarisas dedicadas a la alabanza divina y a la intercesión por las necesidades del pueblo.
Se marchan, pero conservan la propiedad.
Sorprende oír que van a dedicar el Monasterio a una finalidad ajena a la alabanza divina y sí a obtener una suculenta ganancia, traducida en euros. Sabemos de Monasterios de otros lugares de España que han sido abandonados por quienes secularmente los poblaban, y han sido encomendados a otras Órdenes o Congregaciones.
El Monasterio claretiano del Pueyo, en Barbastro, ha sido encomendado a los Religiosos del Instituto del Verbo Encarnado, lo mismo ha ocurrido con el Monasterio benedictino de Valvanera en La Rioja. Al abandonar Yuste los Jerónimos se han hecho cargo del Monasterio los Padres Paulistas de San Pablo Ermitaño, quienes con su buen hacer se han granjeado el cariño de la gente.
En Francia, monasterios abandonados han sido repoblados por otras órdenes como las Comunidades de Jerusalén, en Mont Saint Michel, los Dominicos de Avrillé han reconstruido el antiguo monasterio-leprosería de la Orden de Grandmont, el antiguo Monasterio Cisterciense de Bellaigue ha sido reconstruido y repoblado por los benedictinos, la Maison Lacordaire de Flavigny, donde el Padre Lacordaire restauró la Orden Dominicana en Francia, es en la actualidad un Seminario.
De ahí se deduce que el modus operandi es que cuando una Orden no puede hacerse cargo, por falta de efectivos, de un Monasterio, no deben escatimarse esfuerzos para que no cese en el mismo la alabanza divina y la plegaria por el pueblo.
Causa sorpresa y rubor saber que las Clarisas hayan pensado en el Monasterio donado por la Corona de Castilla como un medio lucrativo. Sería conveniente que la Junta de Castilla y León interviniese en el asunto, pues se trata de un complejo histórico-artístico que tiene connotaciones sociales.
En este caso, si las Monjas no se avienen a una solución razonable y desinteresada, el Monasterio debe ser expropiado por razones de utilidad pública, dando a las Monjas la indemnización que se asigne en la tasación del justiprecio.
Puede ser encargado posteriormente a otro Instituto para que siga el culto, el ministerio con cura de almas, y a ser posible acompañado de una obra social.
No es de recibo contemplar impasibles la desaparición de San Antonio el Real en su función multisecular, viendo cómo se desvirtúa la finalidad asignada. La propiedad es un derecho natural, pero no absoluto.