La historia de la literatura está salpicada de escritores precoces: Lope de Vega debutó como dramaturgo a los 12 años; Ana Frank escribió su famoso diario sobre el Holocausto y el horror nazi a los 13; y Mary Shelley dio vida a su aterrador Frankenstein a los 18. Todos ellos poseían un talento innato y una creatividad desbordante; unos gigantes de la escritura cuya juventud no fue obstáculo para dejar, desde sus primeros pasos creativos, un legado indiscutible a la literatura universal.
El ecuatoriano Lorenzo Rosania es un escritor precoz: con apenas 15 años, hace ahora cuatro, publicó su primera novela histórica, El Capitán, y en 2022 lanzó una colección de nueve cuentos titulada Espejismos.
El Capitán no es una novela que denote inexperiencia; al contrario, su trama revela una complejidad y una madurez artística poco comunes en un joven de esa edad. La historia sigue a un capitán de navío atrapado en un régimen dictatorial, que lucha contra el poder militar de su país y descubre que sus enemigos verdaderos se hallan al otro lado de la frontera.
Por su parte, Espejismos, escrita cuando tenía 17 años, representó otro paso adelante; es una colección de cuentos en la que aborda temas profundos como la identidad personal, la soledad y la nostalgia. “Mi propósito en esta obra es invitar al lector a cuestionarse qué es realmente la imaginación y qué motiva al ser humano a inventar relatos, y contar historias”, explica.
Su última producción es un cuento on line, El último tren a Zúrich, y actualmente trabaja en Segovia en un libro de microrrelatos y fotografía de viajes.
Natural de Quito, Lorenzo Rosania llegó a España para cursar estudios superiores en IE University, cuyo campus se ubica en el antiguo convento de Santa Cruz la Real de Segovia, fundado por los dominicos en el siglo XIII y reformado por los Reyes Católicos en el XV. En su nueva vida en la ciudad de Segovia, compagina sus estudios en Filosofía, Política, Derecho y Economía con su amor por la escritura y la fotografía.
¿De dónde viene ese amor por la literatura? No duda en responder: “Me encanta leer desde muy niño, mi madre me lo dice. De pequeño leía los cuentos de Borges y García Márquez, y pensaba, yo quiero ser escritor como ellos”. En este punto, los ojos de Lorenzo Rosania se iluminan con la nostalgia placentera de esos primeros años de lectura.
Y se puso a escribir… La historia para su primera novela, El Capitán, la encontró en alguien cercano, que lo inspira y motiva: la figura de su padre, que trabajaba como capitán de barco en las islas Galápagos, el archipiélago volcánico del océano Pacífico que pertenece a Ecuador. Con esta primera obra publicada, el joven escritor comenzó su travesía literaria.
UNA SEGOVIA DE CUENTO.- Lorenzo Rosania se formó en el Liceo Internacional de Quito, una institución prestigiosa caracterizada por una educación humanista, inclusiva, bilingüe y de excelencia. Tras completar allí sus estudios preuniversitarios, puso la mirada en Europa. Su primer recuerdo de Segovia es vívido: “Entré en taxi en la ciudad, vi el acueducto al atardecer y me quedé anonadado”. Otra vez sus ojos resplandecen al recordar aquella primera impresión del paisaje de Segovia, “una urbe histórica de gran carisma, que parece haber salido de un cuento y con el tamaño perfecto para vivir”. “Me recuerda a Quito”, añade. “Ambas conservan en sus calles un ambiente familiar y tranquilo”.
En su primera maleta hacia Segovia no faltaron, por supuesto, algunos ejemplares de sus libros. Armado con varias copias, recorrió librerías locales y se presentó como autor, pidiendo permiso para dejar algunos ejemplares. “Los segovianos son gente abierta y amable”, asegura. Las librerías Cervantes y Punto y Línea, ubicadas en el centro histórico, aceptaron vender El Capitán y Espejismos. Además, la Casa de la Lectura-Biblioteca Municipal de Segovia, gestionada por el Ayuntamiento, recibió al joven autor con los brazos abiertos. Hace un año, la Casa de Lectura organizó un encuentro literario entre él y la escritora segoviana Katherine Whitermoon para hablar sobre el camino de iniciación hacia la literatura.
Sin embargo, la escritura no es su única prioridad. Lorenzo Rosania se toma muy en serio sus estudios en IE University, donde participa activamente en la vida del campus. Es coordinador de asuntos académicos en el gobierno estudiantil, “con el objetivo de hacer de IE el mejor lugar para sus compañeros”. “El formato académico de la universidad está muy bien diseñado —explica—, pues es rigurosamente académico, pero no agotador, ya que se organizan actividades extracurriculares muy interesantes”.
Su próximo objetivo es lograr que una editorial española publique su proyecto de foto-libro con microrrelatos que está ultimando en Segovia. Si no encuentra un editor, será él mismo quien financie su publicación. Aunque tiene claro que su futuro no se centrará exclusivamente en la literatura: “No me veo cien por cien dedicado a la escritura; no quiero que mi vida dependa exclusivamente de mi creatividad. Quiero terminar mis estudios y regresar a Ecuador. Mi país vive una situación complicada y me gustaría aportar con mi formación. Quizá emprenda el camino de la diplomacia”, concluye. De momento, en su web (lorenzorosania.com) se presenta con sencillez: “Soy Lorenzo Rosania y soy escritor”.
