Como es habitual cada noche del23 de agosto, el Diablillo volverá a hacer su aparición por las calles de la villa de Sepúlveda. En esta ocasión, además del día de San Bartolomé, fecha en la que se lleva a cabo este ritual, el municipio vive sus fiestas de los Santos Toros -no siempre coinciden-; lo que hará más especial este evento a la vez que se prevé mayor número de asistentes.
El origen de este acontecimiento se remonta a las historias de San Bartolomé, quien según cuenta la tradición oral y escrita, estando predicando en la India fue requerido por el rey Polimio, cuya hija estaba endemoniada y atacaba a mordiscos a todos aquellos que se acercaban a ella. La princesa habría quedado curada cuando San Bartolomé pidió a los criados del rey que la desataran, siendo entonces el diablo quien quedó preso por el santo.
En Sepúlveda se extendió la creencia popular de que cada 23 de agosto, San Bartolomé libera al diablo durante un tiempo y este corretea por el pueblo, dando escobazos a cuantos se encuentran en su camino y desatando la juerga entre los vecinos, hasta que el santo vuelve a atraparlo en la iglesia que lleva su nombre.
Por ello, desde este enclave, el viernes 23 de agosto volverá a salir el Diablillo a las 22.00 horas al clamor del “¡que viene! ¡Que viene!”, mientras se abre paso entre la multitud de gente que se congregan en la Plaza de España, con la iluminación municipal totalmente. El Diablillo hará su aparición tras una hoguera y bajará las escaleras de la iglesia románica de San Bartolomé para abrise paso ‘a escobazos’.
Esta particular ceremonia cuenta con la distinción de ‘Manifestación tradicional de Interés Cultural Provincial’, un reconocimiento que promueve el Instituto de la Cultura Tradicional ‘Manuel González Herrero’.
