Va de historias reales. Pese a que de aquel tiempo hasta ahora haya transcurrido siglo y medio, con propina, me pregunto ¿Ha cambiado la sociedad es esas determinadas acciones? ¿Éramos mejores antes? ¿Somos mejores ahora? Pues eso. Que lean lo que sigue y luego que cada cual saque las consecuencias que procedan. Y si no proceden, me da igual que me da lo mismo.
Lo que sigue lo encontré en las páginas del periódico El Eco Segoviano, el que dirigió Rivas Orozco desde mitad del XIX ‘pa lante’, y hace referencia a un ataque con palos que recibieron el señor Marqués del Arco (1) y su amigo Froilán de la Fuente.
(Hechos). ‘En la noche del viernes -3 de enero de 1868- se han cometido lamentables escenas en esta población siempre pacífica y que, por tanto, causan más doloroso efecto. Ya entrada la noche, sobre las diez y media, paseaba por la calle del Valdeláguila el Marqués del Arco en compañía de un amigo (Froilán), y fueron acometidos por tres hombres a quienes no pudieron conocer.
(Consecuencias). ‘El Marqués recibió un fuerte palo y su acompañante –Froilán- fue peor maltratado, habiéndole causado una herida en la cabeza. A pesar de esto, tuvo bastante serenidad y dando voces siguió a uno de los agresores.
(La autoridad). ‘Según relató el Marqués no entendía que el sereno no le hubiera detenido pasando cuando pasó (el agresor) a su lado’. Al respecto el referido periódico expresa su opinión: ‘Nos ha causado extrañeza que el sereno no les detuviese. Este hecho no puede atribuirse a otra causa que a una perversa intención (¿de la autoridad?), pues es persona (el Marqués) muy apreciada en la población y que socorre a muchos desgraciados’.
(Parte final) ‘Los señores víctimas de los sicarios se encuentran, pese a las heridas, en buen estado’
La misma noche, hubo otros, vaya ‘usté’ a saber quiénes y cuántos, que se entretuvieron en romper faroles en la calle Mayor. Estos fueron menos afortunados y se les proporcionó una habitación en la cárcel para evitar que les hiciera daño el frío de la noche.
Cambio de ‘palo’. 22 de diciembre de 1895. Hete aquí que por arte de ‘birlibirloque’, de forma mágica o de otra cualquiera que pasaba por allí, el segundo premio de la lotería nacional, 8 millones de reales, similar a 2 millones de pesetas, (e incluso sin que los de entonces tuvieran ni pajorera idea de lo que llegaría mucho después, 12.000 euros) ‘se posó’ en la ciudad a través del número 53.008. Poco se supo del nombre de los agraciados. Hubo, eso sí, un rumor en las personas de José Rodao y los Ochoa (Pedro y Felipe), pero nada ‘serio’. Lo verdaderamente cierto es que los ‘tocaos’, todos, tuvieron que ir a cobrar sus ‘papeletas’ a la sucursal del Banco de España. Solo pagaban estos.
También tiene su ‘miga’ lo que ahora les transmito. De la pluma del arquitecto Miguel Ángel Blanco recogí los siguientes datos, referidos al estado de la Muralla, los trabajos en ella se debían realizar, los (no) encargados de dirigir, la piqueta y los trabajadores. La situación es del siglo XIX:
‘Hubo estudios de ruina por desprendimientos parciales. Estos, los estudios, se convierten en proyectos de reparación que intentan detener la situación de ruina en algunos tramos, donde incluso hubo derribos encubiertos, por entender el que lo hace que aquello ya no vale porque está en ruina. Desde el Ayuntamiento se crean, por necesidad, puestos de trabajo. Parte de la muralla acoge a estos trabajadores a los que nadie dirige sobre lo que han de hacer. Ejemplo. En las proximidades de la Puerta de San Andrés la piqueta se utiliza de cualquier forma y lugar de la muralla. Así desapareció el Fortín de San Andrés, anexo a la misma muralla. Todo habría ido a peor y tendría muchas más heridas, de no haber intervenido el Gobernador Civil. Tarde, pero…
Leí no sé dónde y no sé cuando, pero decía: ‘el que no sabe es como el que no ve; pero el primero no quiere y el segundo no puede’.
La muralla fue construida en 1088 tras la reconquista de Segovia, por decisión de Alfonso VI. Raimundo de Borgoña, su yerno, dirigió las obras.
¡Y olé!
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(1)Joaquín de Isla-Fernández y Pantoja, IX en la línea sucesoria del marquesado y VI Conde de Isla Fernández. Salvo error, imperdonable, del escribano.14
