Tras la proclamación de la República, el deporte pasó a extenderse hacia sectores de la población que hasta entonces no lo habían practicado, incluyendo algunos pueblos de la provincia, por lo que podría decirse que fue entonces cuando comenzó a hacerse popular. Pero hay algo más, ya que sobre las bases existentes, se produjo un notable avance cualitativo en la progresión del deporte segoviano, que con Tomás Velasco, un esquiador de Valsaín, consiguió ganar por primera vez un campeonato de España y, también por primera vez, estar presente en una olimpiada. Otro de los logros del momento, aunque en este caso sólo perceptible a nivel interno, fue la introducción de algunos deportes nuevos.
El mayor empuje lo recibió el fútbol, con la aparición de numerosos equipos que se llamaron Balas Rojas, Iberia, Sport F.C. o C.D. Merengues y con la consolidación de los de más solera de la ciudad: la Sociedad Deportiva Gimnástica Segoviana y el Racing Club, que construyeron dos campos de juego, Chamberí y Jauja, trazados respectivamente en 1932 y 1934, y que habrían de protagonizar memorables encuentros de rivalidad que todavía recuerdan algunos aficionados locales.
Durante las ferias de 1931, el número de equipos que había llegado a formarse permitió organizar un torneo por el sistema de liga, primera manifestación deportiva de estas características que tenía lugar en Segovia, donde hasta entonces sólo se habían jugado partidos aislados.
Para participar en aquel torneo, patrocinado por el ayuntamiento, se inscribieron cuatro equipos infantiles: C.D. Koskas, Unión Infantil F.C., Escuela Elemental del Trabajo y Sporting F.C.; dos equipos, Balas Rojas y San Lorenzo, que competieron entre ellos en una segunda división, y otros seis, Academia de Artillería, C.D. Merengues, Sport F.C., C.D. Segoviano, Racing Segoviano y Gimnástica Segoviana, en la primera.
Otras localidades a las que llegó el fútbol fueron: Cuéllar, donde aledaño al castillo se acondicionó el segundo campo que hubo en la provincia tras el de Baterías, para que jugase el equipo de la Cultural Deportiva Cuellarana, un once que llegó a enfrentarse con éxito a la Gimnástica Segoviana en diciembre de 1931; Coca, donde en 1933 aparece citado el campo de Las Carboneras, y Carbonero el Mayor cuyos vecinos, según las crónicas, pudieron asistir al primer partido el año 1935.
En Segovia y Cuéllar se constituyeron dos agrupaciones ciclistas, la Peña Ciclista Segoviana y la Peña Ciclista Cuellarana, fundadas, respectivamente, en 1933 y 1935. A la primera se debe la organización, entre otras pruebas, de un campeonato de Segovia que se corrió durante tres años seguidos. En las ediciones de 1934 y 1935 resultó ganador el cuellarano Juan Quevedo y en la de 1936, el segoviano Antonio García. La Peña Cuellarana, por su parte, fue la organizadora de la que se anunciaba como Gran Carrera Ciclista Provincial para corredores de Castilla y León. Las dos etapas de que constaba, Cuéllar-Segovia y Segovia-Cuéllar, que se disputaron en el mismo día, fueron ganadas al sprint por el salmantino Tabares, siendo segundo en la segunda etapa y en la clasificación general el cuellarano Jorge Espeso. La guerra acabó con la actividad de aquellas dinámicas sociedades.

Por aquellos años también fue cuando se organizaron los primeros encuentros de exhibición de deportes como el baloncesto y el balonmano que pudieron contemplar los segovianos.
Los dos primeros partidos de baloncesto que he podido documentar se jugaron en Chamberí, dentro de un festival deportivo organizado en octubre de 1933. El América, de Madrid, jugó contra un equipo de la Gimnástica Segoviana reforzado con los hermanos Serrano (Jacinto, Jesús y Manuel) que habían aprendido la técnica de aquel deporte en equipos franceses y, a continuación, la Gimnástica, reforzada con jugadores del América, se enfrentó al equipo de baloncesto del Real Madrid C.F.
El partido de hand-ball también fue organizado por la Gimnástica Segoviana, que lo incluyó en el programa de los festejos de ferias del año 1935 junto con una confrontación de atletismo y un encuentro de rugby. El cronista que escribía para El Adelantado de Segovia el día 28 de junio de aquel año, se deshacía en elogios: “Grandioso festival deportivo. Hand-ball, atletismo y rugby. Grande es el revuelo que entre la juventud segoviana ha producido la sensacional noticia de que el próximo domingo, día 30, a las cuatro y media de la tarde, comenzará en el campo de Chamberí, organizado por nuestra ya veterana y emprendedora Gimnástica Segoviana, un festival deportivo de tal naturaleza como jamás lo ha presenciado nuestra ciudad … , obra de estos muchachos de la Gimnástica que por lo visto se han propuesto, sea como sea, que Segovia no quede rezagada en la marcha ascendente y gloriosa del deporte español”.
El partido de hand-ball, o balonmano, que entonces se jugaba con equipos de once jugadores/ as, enfrentó a las alumnas del Instituto Velázquez con las del Liceo Francés, ambos de Madrid, y en el de rugby compitieron los equipos de la Facultad de Medicina y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid que, por el orden que han sido citados, ostentaban los títulos de campeones y subcampeones de Castilla y de España de rugby universitario.
De 1933 datan la primera prueba de natación realizada en Segovia, sobre las aguas de la presa de la Luz Nueva, y la primera competición hípica, que tuvo como escenario el campo de polo de San Ildefonso. De 1935 son las primeras noticias que se tienen de la existencia del frontón de Lucio Gil, en Cantalejo, y de la convocatoria, en aquella ocasión como Concurso Hípico Internacional, de la prueba ecuestre de San Ildefonso. Y en este mismo municipio tuvo su sede el Club de Vuelos Planeados y a Vela “La Atalaya”, fundado el año 1935, poco antes de que estallara la guerra civil que, hasta su conclusión, le impediría “despegar”, aunque basta el hecho de que se fundase para dar testimonio de las múltiples inquietudes de los hombres del momento y de lo receptivos que eran a las novedades deportivas. El principal objetivo de aquel nuevo club, como puede leerse en su reglamento, era “cooperar en España al desarrollo de la aviación sin motor”. Su impulsor fue Federico Cantero Villaamil, ingeniero, apasionado la aviación y, en el campo profesional, autor del proyecto de la presa llamada Salto del Olvido, donde los jóvenes de Valsaín y de La Granja -estos yendo casi siempre andando hasta la presa-, siguieron practicando los deportes náuticos a que se habían aficionado desde unos años antes, cuando la Sociedad de Iniciativas trató de crear el club náutico de San Ildefonso.
Pero el mayor éxito del deporte segoviano del momento llegó de la mano del esquiador Tomás Velasco, que pudo alcanzar uno de los sueños más ambicionados por cualquier deportista, participar en una olimpiada. Había ganado el campeonato de España de esquí de fondo el año 193 5 y la Federación Española de Esquí, que decidió participar por primera vez en una olimpiada de invierno, seleccionó un equipo formado por cuatro esquiadores y dos esquiadoras y lo envió a la que la Alemania nazi organizó con todos los fastos imaginables en la estación bávara de Garmisch Partenkirchen el año 1936. Corno había ganado el campeonato de España del año anterior -fue el primer campeón de España en cualquier deporte que dio la provincia de Segovia-, los directivos de la federación incluyeron a Tomás Velasco, encabezando el grupo de los cuatro esquiadores seleccionados y aunque su actuación en la carrera de fondo en la que había sido inscrito no fue muy brillante, a él le cabe el honor de encabezar la lista, corta pero selecta, de los deportistas segovianos que llegaron a la competición olímpica.

Como ha podido verse por los datos señalados, el deporte había conseguido asentarse con firmeza entre nosotros. Muy modestamente, sin embargo, corno podemos deducir de las palabras de un cronista deportivo que narra el partido de fútbol jugado entre la Gimnástica Segoviana y el Ministerio de Marina, ganado cómodamente por “el equipo visitante, cuyos componentes, en su mayor parte proceden del litoral de la península, donde tan alto grado de esplendor ha alcanzado este deporte que, desgraciadamente, aún está en mantillas en nuestra localidad, a pesar del entusiasmo que late en gran parte de nuestra juventud”. Pues si el fútbol, que era el que con mayor fuerza se había introducido, estaba en mantillas, podernos imaginamos corno estarían otros. Pero se mejoraba a pasos agigantados y sólo un año más tarde, en 1936, la Gimnástica segoviana ganaba por seis goals a dos a los mismos contrincantes.
Otro hecho que se produjo por aquellos años y que conviene destacar aquí es la irrupción de la clase trabajadora en el escenario deportivo, hasta entonces, salvo excepciones, y corno ya hemos ido viendo en capítulos anteriores, dominio de las clases aristocráticas y adineradas. Dio sus primeros pasos con la fundación de la Sociedad Cultural Deportiva Obrera, una agrupación deportiva que, tras formar un equipo de fútbol, corno no podía ser menos en aquellos momentos, pasó a promocionar otros deportes, culminando su actuación en la exhibición deportiva que organizó el día 5 de julio de 1936 en Charnberí y en la que atletas de la Sociedad Cultural Deportiva Obrera de Segovia se enfrentaron a los de la Federación Cultural Obrera de Madrid. Se estaba preparando a los deportistas que acudirían a una Olimpiada Popular que habría de celebrarse en Barcelona, con deportistas que, como rechazo al nacionalsocialismo del régimen hitleriano se negaban a participar en la Olimpiada de Berlín. Los deportes en los que se había previsto competir eran basket-ball, foot-ball y atletismo, este con carreras de 100, 400 y 1.500 metros, salto de pértiga y lanzamientos de peso, disco y jabalina, un programa que sólo dejó de cumplirse en las pruebas de disco, a la que se presentó un único lanzador, y salto con pértiga, que fue sustituida por el salto de altura ya que la Gimnástica Segoviana, en cuyo campo se celebraron las competiciones, no contaba con los aparatos necesarios. Los rivales ganaron el partido de fútbol, los 100 m, los 1.500 m y el lanzamiento de jabalina, pero los mayores y más fuertes aplausos fueron para Jacinto Serrano, primero en las pruebas de salto de altura, lanzamiento de peso y 400 m, y figura del partido de baloncesto, que el equipo segoviano ganó por 22-7, “con un team -escribía el cronista-formado a base de los hermanos Serrano, uno de los cuales, en París, había sido seleccionado para jugar un partido internacional”.
Para algunos, lo que estaba viviendo el mundillo deportivo local por aquellos años, era casi demasiado. El periodista que hacía la crónica de los acontecimientos deportivos de aquel domingo escribía en El Adelantado de Segovia el lunes, 6 de julio: “Si el que pergeña estas líneas no fuera un deportista cien por cien -como ahora se ha dado en decir-, podría calificarse de excesiva la jornada de ayer. Comenzó por la mañana a las siete, y hasta las siete y media de la tarde, no finalizó. Hubo de todo. Ciclismo, pedestrismo, atletismo, pelota, “basket-ball” y “foot-ball”. De este deporte los partidos fueron a pares…”
El estallido de la guerra cortó brutalmente la marcha ascendente del deporte segoviano.
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(*) Del libro El deporte en Segovia. Memoria de un siglo.
