Revisando las agendas se puede apreciar que cada mes hay días dedicados a las más variopintas efemérides. Algunas son anecdóticas pero otras tratan de recordarnos la existencia de algunos colectivos muy olvidados.
Sin ir más lejos este recién comenzado mes de diciembre tenemos los siguientes: el día 1, fue el Día Mundial contra el SIDA; hoy, día tres, es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad; el día 5, es el Día de los Voluntarios; el 10, es el Día de los Derechos Humanos; el 18, el Día Internacional del Migrante y el 20, el Día Internacional de la Solidaridad Humana. Además están los que son conocidos sin hacerles publicidad como el 6, Día de la Constitución, el 8 el de la Inmaculada Concepción, el 22 el de la Lotería, el 24 Nochebuena, el 25 Navidad, el 28 los Santos Inocentes y el 31 Nochevieja.
Pero no queda ahí la cosa, porque el día 2 es el Día Mundial del Futuro y de la Abolición de la Esclavitud; el 3, el Día Internacional del Médico; el 4, el de los Bancos; el 7, de la Aviación Civil y del Algodón de Azúcar; el 9, el Internacional contra la corrupción y contra el genocidio y el 10, además de los Derechos Humanos, muy propiamente, se ha introducido el de los Derechos de los Animales. Como cualquier día de estos, los animales de compañía contarán como miembros a la hora de determinar lo que es una familia numerosa, se va preparando el camino.
La absurda y agotadora lista, contiene, todavía en diciembre, cosas como el día de las Montañas (11), del Cacao (13), de las Personas Obesas (14), del termómetro (22), de las Natillas (24), de las Cajas de cartón (26) y del Pimentero (29). Y no te pienses, querido lector, que los he recogido todos. Puedes ir a Wikipedia y ver la cantidad de necedades que se le ocurre a la gente.
¿No es absurdo? Entre tanta tontuna es posible que lo importante nos pase desapercibido. Porque dedicar un día a concienciar sobre la discapacidad me parece tremendamente necesario y mucho más en una ciudad como la nuestra, no sólo llena de cuestas sino, y eso es lo peor, de adoquines y de emborrillados que se convirten en trampas saduceas para las sillas de ruedas, las muletas y los bastones. Dedicarle un día, por tanto, sirve para revisar las barreras a las que se enfrentan en su quehacer diario además de los discapacitados y los ancianos, cualquier persona con una necesidad especial de movilidad aunque sea transitoria.
El día de los Enfermos de Sida parece ya de otra época. Desde que la enfermedad se cronificó gracias a los fármacos, se ha ido olvidando. Sin embargo, leo que en 2022 había 39 millones de personas enfermas y que en ese año se añadieron a la lista un millón trescientas mil personas de las que 630.000 murieron de enfermedades relacionadas con él. Como sospechamos, África es el continente en el que la enfermedad provoca mayores víctimas.
Y relacionado con África está el Día del Migrante. Porque aunque los migrantes no sean sólo los que vienen en patera, esta tragedia corre el peligro de que se olvide y solo ser noticia cuando hay un naufragio o un salto de la valla de Melilla. Hace unos días, los obispos de Canarias hicieron un llamamiento a la Conferencia Episcopal Española para que facilitaran lugares de acogida para las más de 30.400 personas que han llegado a las islas en este año. Allí, al estar llenos los centros de acogida, las diócesis facilitan que se puedan instalar en los seminarios. Trasladados desde algún punto de llegada, han llegado a nuestra ciudad. Los migrantes están en nuestras calles y reclaman nuestra atención y sensiblidad. Detrás de cada uno de esos jóvenes negros que vemos caminar sin rumbo, se esconde una historia personal en la que han tenido que superar grandes dificultades, echarle mucho coraje a la vida y tener la esperanza de que ese viaje a lo desconocido sirva para ayudar a sus familias. Lo menos que podemos hacer es tratarlos con respeto y mostrarles nuestra admiración y cariño.
