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El Adelantado de Segovia

Los restos de un lugar llamado San Medel

por Álvaro Pinela
16 de febrero de 2025
en Segovia
Bonito óleo de la Venta de San Medel, obtenido por Luis Benito a través de un calendario.

Bonito óleo de la Venta de San Medel, obtenido por Luis Benito a través de un calendario.

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Es San Medel, despoblado integrado en el término municipal de Valseca, un territorio cercano a la ciudad de Segovia, desconocido en muchos casos para el segoviano. Un enclave de carácter histórico, en el que se ha asentado a lo largo de los siglos, un buen número de pobladores en sus confluencias. Hasta nuestros días llegan y queda el reflejo de muchos de esos vestigios en unos casos hidráulicos, eclesiásticos, restos de actividad agrícola, asentamientos mineros, fúnebres, carreteros, y ventas y ventorros para dar servicio al viajero,o al vendedor ambulante.

Llama la atención la diversidad del contingente histórico en una zona tan próxima a la gran ciudad. El área y aglomeración industrial de Valseca, en el entorno de la autovía Segovia-Valladolid; el crecimiento poblacional e industrial de la localidad próxima de Bernuy de Porreros y el crecimiento de las infraestructuras eléctricas, con el paso de los años, van sometiendo al territorio a una presión que crea y ejercerá más afectación sobre el despoblado y sus restos.

Desde 1768 el término pasó a pertenecer al municipio de Valseca, a través de un pleito con la localidad de Bernuy de Porreros, en el que se estableció la mojonera de división, ratificada por el Instituto Geográfico y Estadístico en 1905. La propiedad de las tierras desde esa época tenían titularidad religiosa, pertenecieron a los conventos de Santa Cruz, San Vicente, San Agustín y otros más de Segovia, hasta comienzos del siglo XIX, que la mayor parte del término fue adquirido en propiedad por el Marques de Castellanos, quien también tenía la propiedad de Lobones. Mientras tanto desde Valseca, la llamada Junta Administrativa gestionaba los pastos y comunes. A partir 1850 aproximadamente, la propiedad del labrantío se fue desmembrando en titularidad privada, salvo algunas rentas.

 

A lo largo de los siglos, San Medel, como población ha venido perdurando con muy pocos pobladores. En el Censo de Pecheros de Carlos I, aparece incluido en el Sesmo de Cabezas, con un total de 4 pecheros. En el año 1587 consta como un anejo con dependencia eclesiástica de Bernuy de Porreros, junto a Encinillas, entre los que se reparten 62 vecinos. También en el año 1594, encontramos otra referencia poblacional en el Censo de la Corona de Castilla con un total de 78 vecinos, los tres núcleos.

Las deducciones en los índices de población dan lugar a pensar que eran muy pocos los vecinos de San Medel, y que quizá se vieran absorbidos por los pueblos de alrededor, o la propia ciudad, manteniendo la referencia del lugar en los siglos posteriores XVII, XVIII hasta el XX, las personas que hacían frente al Molino de San Medel y la Venta de San Medel. Anteriormente a estas fechas, los historiadores hacen referencia a que estas tierras estuvieron ocupadas por población Celtíbera y Medieval, según la constatación de los restos y yacimientos descubiertos históricamente, así como los vestigios de sus cementerios.

A esta población tan reducida y estática a esos lugares de servicio, como el molino y la Venta, que pertenecieron en origen al Convento de los Dominicos de la Santa Cruz de Segovia y después pasaron a ser titularidad particular, se sumó a raíz de la creación de la carretera Segovia-Valladolid, la casilla del peón caminero. La Casilla se situaba en el margen derecho en dirección a Segovia, pasados unos 300 metros del antiguo cruce conocido como el Abanico. Una vivienda, con patio y corral, cuyos últimos inquilinos fueron el matrimonio compuesto por Esteban García y María y sus hijos, Venerando, Félix, Atilano, Patricio, y María. Las personas se referían al lugar como la Caseta del Tío Esteban, un hombre también muy aficionado a la caza. Los vecinos de estos lugares se puede decir que conformaban una población flotante, ya que pese a que el despoblado de San Medel pertenecía al municipio de Valseca, y quedaban registrados en el censo de Valseca, el hecho de estar situados entre Bernuy y Valseca, propiciaba que los niños en algunos casos asistieran al colegio de Bernuy; o incluso en alguna defunción se les diera sepultura en el cementerio de Bernuy, aun teniendo dependencia administrativa y vecinal de Valseca para muchas otras cosas.

El molino
El Molino de San Medel está situado junto a la cacera de dicho nombre, se trataba de un molino harinero con turbina, dos puestos de piedras, limpia y cedazo con vivienda de amplias habitaciones, así como encerraderos anexos para el ganado. El caz llevaba el agua desde la cacera hasta una presa de grandes bloques de granito de la zona, que pervive rodeado de un gran valor paisajístico. Antonio Herrero, vecino de Valseca, es el último testigo del viejo molino de San Medel actualmente propiedad de su familia. “El molino desde finales de los años treinta del siglo pasado, lo llevaba mi abuelo Evaristo, y después mi padre, Antoliano Herrero”, explica. Antonio, recuerda con bisoñez el momento en el que se plantaron los chopos que rodean hoy el edificio. En el interior de la vivienda ahora hundida, asoma la vieja chimenea, que dice con nostalgia haber visto calentar en muchos momentos. Hasta el Molino de San Medel, “iba gente de Valseca, Bernuy de Porreros, Encinillas, Roda de Eresma, Zamarramala, Hontanares y Garcillán, pueblo éste con el que nos unía arraigos familiares”. También apunta, que su padre, Antoliano, “llegó a llevar también el molino de Carrascal”. La familia en el Molino de San Medel, además poseía vacas, mulas, y gallinas y cerdos para el sustento. Al cabo de los años, el molino se cerró y la familia Herrero, compuesta por “el tío Evaristo y la tía Dionisia, junto a sus hijos, Antoliano, Angelita, Ovidio y Mariano se trasladó a Valseca”, donde crearon un molino nuevo, “primero en la actual casa, y finalmente en la calle Rastro Viejo”, señala. La familia Herrero, gestionó durante un largo periodo el Molino de San Medel, unos años antes lo hicieron Florencio Herranz (1933), Victoriano Santos (1930), o Felipe Carretero (1898).

Según los estatutos de la Cacera de San Medel, este molino harinero, tenía el uso exclusivo de la cacera desde el día 31 de septiembre, festividad de San Miguel, hasta el día 1 de abril. Durante el resto del año, desde el 1 de abril hasta el día de San Miguel, los pueblos debían dejar una teja de agua para que discurriera por el arroyo. Cuenta la memoria vecinal, que desde finales del mes de septiembre, el molinero de San Medel, “acostumbraba a acercarse hasta Torrecaballeros, donde nace el arroyo, para ir avisando, con su presencia, de que ya pronto empezaba a tocar su turno”.

Primitivamente el Molino y la Venta se situaban juntos, al lado del arroyo, el molino de unas dimensiones de más de 700 metros cuadrados, con los anejos; mientras que la Venta era muy pequeña de tres metros cuadrados superficiales. Posteriormente, en el año 1836 se ejecuta la construcción de la casa-venta llamada Nueva de San Medel, próxima a la carretera Segovia-Valladolid que se tornaba como una vía principal. El anuncio publicado para su licitación dice así: “las personas que quisieren tomar a su cargo la construcción de las obras que han de ejecutarse en la casa venta titulada, nueva o de San Medel…”. Ya en el anuncio de Boletín Oficial de Segovia de 1860, se detalla en una hoja catastral, que el Molino de San Medel ocupa una extensión de 786 metros cuadrados, mientras que la Venta nueva, 780, ambos comprendían el terreno, patio y fincas anexas, y ambas viviendas son de un piso.

La Venta nueva de San Medel se convierte, en un punto de referencia en la red provincial de carreteras, incluyendo su nombre en el tramo “Carretera de Segovia a la Venta nueva de San Medel (Barrio de San Marcos, Zamarramala y Venta)”. La construcción de la Carretera Segovia-Valladolid, se ejecutó en cinco años (1858-1863), y la Venta de San Medel, configuraba no sólo un lugar para descansar, comer, refrescarse o comprar legumbres, vinos y demás, “también una parada de carreteros y viajeros, que como en el caso de la empresa Galo Álvarez, hacía en su patio el cambio de caballerías en los viajes a Valladolid”, nos recordaba Luis Benito.

¿Pero de qué se guarnecía la Venta?. Nos lo proporciona el Boletín de Segovia del año 1871. En la publicación se enumera el inventario del almacén compuesto de aguardiente, jabón, y géneros ultramarinos, detallando además los precios: “aguardiente de 24 grados de doble anís a 48 la arroba; Idem de 17 grados de ide. a 32; aceite andaluz de superior calidad a 57 reales la arroba; jabón de Aravaca, de Pinto y blanco a 46; y aguardiente rebajado, la media cuartilla a 4”. Entre las legumbres “hay judías, azúcar, bacalaos, y otros géneros que se darán a precios arreglados”.

La historia nos dice que el punto geográfico del mapa de carreteras provincial que ostentaba Portazgo, era indicación de la importancia de su discurrir. El portazgo constituía la financiación para la construcción y mantenimiento de las primeras carreteras. En el año 1878 el Boletín Oficial de la provincia, anuncia el arriendo mediante subasta de los derechos de arancel en el Portazgo de San Medel. De esta manera se pagaban los derechos al tráfico por la recién construida carretera de Valladolid, teniendo en cuenta también el nudo o nexo de El Abanico, de los vehículos y carruajes procedentes de la carretera de Cantalejo. La recaudación se estableció en el kilómetro 9 de la casilla de peones camineros. Para el cobro del arancel, se instaló una barrera con una oficina para el cobro, corriendo por cuenta del arrendatario los gastos de alquiler y los de la habitación del edificio-portazgo. El arancel de San Medel, tenía un presupuesto de 2 miriámetros (1 miriámetro son 10.000 metros).

 

EL VENTORRILLO
La carretera de Valladolid, viene a ser una importante vertebración para la provincia, a nivel comercial, servicio de viajeros y de confortabilidad para el tráfico que un buen día llegó a compartir carruajes y caballerías, con los primeros vehículos a motor. Esta incidencia y este incremento de tráfico a finales del siglo XIX, hace que justo enfrente de la Venta nueva de San Medel, se construya al otro lado de la carretera el Ventorrillo de San Medel, conocido como La Forzosa, que debía de ser un local no muy espacioso, dedicado únicamente al despacho de vino, sin lugar de alojamiento.

El ventorro estaba construido de madera y la cubierta era de teja. Debió de tener una permanencia muy eventual, ya que en el año 1904, su dueño, Pascual Monedero, de Zamarramala, ya anunciaba su venta o traspaso, incluyendo en el mismo, “un carro de varas para cuatro bestias ataviado de esteraje y toldo”.

Además, en el año 1906, la Venta nueva de San Medel, toma un nuevo impulso de la mano del valsequeño, Guillermo Benito. La crónica del periódico El Porvenir Segoviano, nos lo narra así, “ayer tarde se reunieron los vecinos de Valseca y algunos de Bernuy en la Venta de San Medel, para celebrar la inauguración de la misma, por el nuevo ventero, el popular valsecano, Guillermo Benito de Andrés, quien obsequió con profusión de rosquillas, vino y cigarros a todos los concurrentes, organizándose con tal motivo un gran baile de rueda, que duró hasta bien entrada la noche”. Al encuentro concurrieron, “unas 300 personas, entre ellas, las autoridades de Valseca, el cura párroco del mismo, el médico, el farmacéutico, y el señor maestro de escuela. La fiesta resultó muy agradable”, recoge la publicación. Años más tarde, en 1928, la Venta de San Medel desapareció a raíz de un trágico accidente.

Otras curiosidades

Los sucesos en el tiempo.
Hay un hecho trascendental que pone fin a la historia de la Venta de San Medel en el mes de mayo de 1928, cuando un quinquillero acaba con la vida de la ventera, asesinándola. No es el único suceso. En 1862, dos vecinos de Valseca, hieren con arma de fuego al encargado del segundo y tercer trozo de la carretera que se estaba haciendo de Segovia a Valladolid. En 1884, el molinero de San Medel se desplaza a Segovia y deja al cuidado del molino a un joven de la casilla del peón caminero próxima, quien con una escopeta supuestamente mata a la criada. Por último en febrero de 1930, un obrero mata al jefe de máquinas de Obras públicas, sesgándole el cuello con una lima.

Una cazuela de castañas por San Martín.
En el año 1881, el Ayuntamiento restableció la antigua costumbre de dar una cazuela de castañas a todo vecino por la limpieza de las caceras de los comunes de San Medel. Un bando público nos lo recuerda: “Qué el día de San Martín (11 de noviembre), se convoque por edicto y citación personal al vecindario para la limpieza y conservación de las caceras desde las ocho hasta las siete de la tarde, y que a esta hora, se reparta como antiguamente a cada vecino una cazuela de castañas y el vino de costumbre; pagándose su coste como renta que produzcan las tierras de los comunes de San Medel, y si no hubiese bastante, que se ayude el coste con los fondos de los depósitos municipales con cargo al presupuesto de Policía Urbana”.

El acueducto ‘de los Dieciocho Ojos’.
En la zona próxima al cruce de Zamarramala, junto a los Castros, se situaba el Acueducto de San Medel, al que se conocía en la comarca como ‘el Acueducto de los Dieciocho Ojos’, por su número de arcadas. La infraestructura perduró en pie hasta la mitad del siglo XX. Hoy tan sólo queda algún paredón. El acueducto formaba parte de la red de abastecimiento desde la Fuente de Rubiales en Bernuy de Porreros hasta el hoy barrio de Zamarramala. La Fuente de Rubiales, actualmente bien conservada, es un ornamento ovalado de bloques de piedra caliza. El trasvase es una infraestructura hidráulica realizada en el año 1771 por el arquitecto civil Fray Marcos de Santa Rosa mandado realizar por un Real Decreto de Carlos III.

 

La ermita románica

Si hay todo un símbolo que enaltece el lugar, es el de los restos de la ermita románica de San Medel, con su espadaña y sus paredones, en medio de una tierra de labrantío, dominando el histórico lugar y resistiendo al tiempo. Tradicionalmente San Medel ha sido uno de los arciprestazgos de la Diócesis de Segovia, actualmente denominado La Granja-San Medel.

Puestos en antecedentes, en el año 1446-1447, el Obispo de la Diócesis realiza una visita a toda la provincia para supervisar las iglesias, entre ellas la ermita de San Medel, incluida en la edición escrita por Bonifacio Bartolomé, sobre la que señala que “la madera está echada y no tejada desde hace tres años por culpa de Luis García, de Zamarramala, quien lo tenía al cargo, se puso un mayordomo para que le pague todo lo que se le debía y para que lo ponga la teja y lo reparase”, detalla. Con la evaluación de esta visita se puede presagiar que la ermita ya estaba un tanto desasistida.

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Con los años, el ruinoso estado de la ermita en la primera mitad del siglo XX, hizo que el entonces, sacerdote, y director del Museo de Bellas Artes de Segovia, Benito de Frutos, realizara la donación de los conjuntos arquitectónicos que se extrajeron de la ermita el 8 de noviembre de 1941. La Enciclopedia del Románico de Castilla y León (2007), nos describe los elementos donados: “Una portada completa con su tejaroz; un arco de medio punto sobre columnas provistas de capiteles figurados; otro arco de menores dimensiones decorado con boceles; una ventana con columnillas y dos canecillos lisos”. Unos restos que se instalaron en la antigua Biblioteca Pública de Segovia de la calle Real, en el año 1945. Posteriormente, en el año 1960, dos capiteles fueron arrancados de su origen y llevados al Alcázar de Segovia, situados en la puerta de uno de los patios, y a la iglesia de la Vera Cruz.

La memoria popular también propaga que una de las campanas de la ermita fue trasladada al campanario de la iglesia de Bernuy de Porreros. Sobre los supuestos legajos de la parroquia y registro, no se tiene noticia. Tampoco de algunos de los óleos de sus paredes, de los que en estos momentos se desconoce su origen. En el año 2013 un grupo de alumnos del Instituto de Segovia, Francisco Giner de los Ríos, resulta ganador del Certamen Jóvenes Investigadores, del premio “los Nueve Secretos”, de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, presentando un excelente trabajo de investigación sobre la ermita y San Medel, reconstruyendo de forma virtual el edificio. Otra de las noticias recientes vino dada el 15 de junio del año 2021, cuando la iglesia quedó incluida en la Lista Roja de Hispania Nostra, al configurar un edificio histórico en vías de desaparición.

Hoy en día desde la ermita es posible, a través de la pequeña ventana baja que mira al Oeste, contemplar el octavario de la antigua celebración de San Medel, desde el 15 de marzo al 23 de marzo, por la que solo entra el sol antes del anochecer los ocho días antes de la llegada de la primavera, y que antiguamente antes del cambio de calendario, coincidía con el equinoccio primaveral.

Muchos años después en los que el despoblado de San Medel se quedara sin moradores, en el año 1993, la familia Lázaro, originaria de Sacramenia, adquiere unos terrenos junto a la hoy autovía, donde instalan la estación de servicio San Medel, y donde construyen una pequeña ermita para dignificar al santo y a la zona. La ermita, de ladrillo, con altar, imágenes y el grabado del martirio de San Medel, fue bendecida a comienzos de diciembre, por cinco sacerdotes, con la presencia masiva de vecinos de Valseca y de Bernuy de Porreros, así como numerosas autoridades locales y provinciales, rubricando un momento de gran valor sentimental en la comarca. Desde entonces, sus dueños celebran en la ermita cada 25 de mayo, una eucaristía con la posterior bendición de vehículos. A raíz de la implantación del servicio, se fueron sumando a la zona industrial más de diez empresas.

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