Las grandes cifras macroeconómicas tienen su traducción en un acto tan cotidiano como comprar el pan. Si sube el precio del trigo, al panadero le costará más la harina; si sube la energía, será más caro hornear y transportarlo. La consecuencia es que la barra le costará más dinero. Esta es una de las muchas consecuencias que tendrá en su bolsillo la invasión de Ucrania a manos de Rusia. Añadan las infinitas cadenas de valor en la transformación de cereales, la base de la alimentación humana en occidente: galletas, pasta, pienso, carne… Los tanques de Putin harán que la compra les salga más cara.
El conflicto ucraniano afecta en dos ámbitos cruciales a la economía: el encarecimiento de la energía y de los alimentos. La consecuencia será un aumento de la inflación. “Va a generar unas repercusiones económicas muy negativas en la UE, ya que Rusia es un cliente principal. Es lamentable que en siglo XXI un país invada a otro, es un verdadero drama, pero tiene un trasfondo económico porque Ucrania es un país muy interesante”, explica el CEO de Octaviano Palomo, Pedro Palomo.
Lo dice alguien que ha visitado en muchas ocasiones el país, que ha comerciado allí y conoce sus puertos. Su producción agrícola puede alimentar a 600 millones de personas en el mundo. Entre Rusia, Ucrania y Kazajistán producen al año más de 200 millones de toneladas de cereal. Ucrania tiene el 25% de las tierras negras del mundo; se llaman así porque su morfología aporta una gran fertilidad y necesitan menos inversión. “Prácticamente todo lo que siembre ahí tiene buena salida”. Hablamos del cuarto exportador mundial de cereales; el 75% de su producción está destinada a la exportación.
Más que cereal
Palomo habla de las reservas ucranianas de plutonio o manganeso como uno de los motivos de la invasión del tercer país europeo con más extensión ferroviaria y una mano de obra cualificada, tanto en el ámbito industrial como en el agrícola. España es un país deficitario en cereal –necesita más de lo que produce- y el 40% de sus importaciones vienen de Ucrania; otros proveedores son Brasil, Argentina o las repúblicas bálticas. “Eso nos va a influir en que está habiendo una volatilidad enorme en los precios y unas subidas muy elevadas en los cereales que cotizan en las bolsas de Chicago o de París porque no van a poder embarcar. El estrecho del Bósforo está cerrado, los barcos no pueden llegar y las compañías de seguros no quieren asegurarlos. Es un cuello de botella que puede cortar la cadena de suministros”.
Segovia tiene “muy poco balance comercial” con Ucrania o Rusia: “Exportamos muy poco”. La provincia es parte de una región productora. “La repercusión directa es que si suben los precios de los cereales en Segovia puede estrangular de forma significativa a la ganadería”. El ganadero no va a poder repercutir en la cadena comercial el mayor coste de producir la carne. Y España es uno de los principales exportadores de porcino a China, un país que ha manifestado el apoyo a las maniobras de Putin, aunque sea por omisión. “Ya hay una zona del mundo a la que no se puede ir, como es el mar Negro”. Una puerta cerrada.
El peso del sector agroalimentario en la economía segoviana es considerable: porcino, vacuno, pollo y huevos. Por otro lado, el precio de la energía va a seguir aumentado y los costes de producción de agricultores, ganaderos y las empresas en general van a ser más altos. “Esto nos encamina a un proceso inflacionista severo”, subraya Palomo.
No solo por los alimentos. Y no solo con Ucrania: enemistarse con Rusia tiene consecuencias. Hablamos de uno de los principales exportadores de trigo, paladio (un metal que se usa para los smartphones, las placas de los ordenadores o un sinfín de procesos industriales) o aluminio, un material crucial, desde la construcción a la industria farmacéutica. Además de ser un proveedor principal de gas. “Es difícil producir energía eléctrica. Posiblemente habrá que volver a otras energías más fósiles como el carbón porque para producir electricidad hay que usar gas, y si se encarece tiene una derivada muy peligrosa para los países europeos”. La gran espada de Damocles de los rusos.
El impacto se ha notado de forma inminente desde el pasado jueves. Los mercados organizados de cereales como Chicago tuvieron límites al alza porque las subidas de precios fueron “absolutamente astronómicas”. La Lonja de Segovia, que se reúne todos los jueves, no cotizó ni dio referencias. “Nadie se atrevía a dar un precio ante esta volatilidad”. También es inmediato el precio del petróleo y de un sinfín de materias primas. Y la caída de las bolsas y las criptomonedas. “¿Cuándo vamos a salir de esta situación? Cuando se vea la solución del conflicto, que no parece fácil en el momento actual.
Respuesta contundente
A juicio de Palomo y del grueso de empresarios segovianos la respuesta de la UE ha sido “muy contundente, más de lo que pensaba”. En 2014, tras la invasión de Crimea, hubo sanciones más tibias. El firme movimiento de occidente tiene consecuencias: por cada euro que le afecte a la economía rusa, la economía europea sufre 40 céntimos. Así que la defensa de los valores democráticos tiene un coste propio, porque la economía española pierde en Rusia un socio crucial a la hora de importar o exportar. “Eso va a suponer una reducción de PIB, aparte de la falta de confianza a nivel internacional”.
Hecho el diagnóstico, Palomo sitúa una de las medidas paliativas en reducir la presión fiscal, pues la mitad del coste de la energía, que previsiblemente subirá, son impuestos. “La competitividad de las empresas se va a ver mermada. Antes de la invasión, venimos de costes históricamente altos de materias primas por el alza de los precios debido a la pandemia. Y a eso le sumamos una posible sequía, pues estamos viendo que no pinta bien el campo. Hay muchas empresas segovianas que estamos preocupadas por la situación”.
Palomo habla de un cambio de piezas en el tablero, de “un antes y un después” con novedades como que Alemania vaya a destinar un 2% más de su PIB a armamento y defensa. “Quizás ahora estamos pensando en una desglobalización, algo que parecía impensable”. La guerra ucraniana ha puesto a prueba el mercado más global del planeta: la alimentación.
