El barrio de Santa Eulalia fue este martes hervidero de emoción y fervor popular en la procesión de los ‘Cinco Misterios’, que volvió a poner en la calle al Santísimo Cristo de la Esperanza para llenar de gloria la ciudad llevado a hombros de la cuadrilla de costaleros de la Hermandad de Nuestra Señora la Soledad Dolorosa en el décimo aniversario de su creación.
Aunque la jornada anunciaba altas probabilidades de lluvia, las previsiones meteorológicas finalmente no se cumplieron y la Hermandad pudo respirar aliviada y desarrollar todo el recorrido procesional conforme a lo previsto inicialmente. Así, a las siete de la tarde, las puertas de la Iglesia de Santa Eulalia se abrían para iniciar la procesión en uno de los momentos más emotivos, que es la salida del paso a hombros cruzando el portón en un ejercicio de fuerza, precisión y pericia por parte de costaleros y capataces.
Una vez fuera, la imagen del Cristo de la Esperanza fue alzada por los costaleros en medio de un silencio únicamente roto con el aplauso de las centenares de personas que se congregaban a las puertas del templo cuando ocupó su lugar. Allí tuvo lugar la primera ‘levantá’ del paso, dedicada a los cofrades y hermanos fallecidos en los dos últimos años, para después arrancar a ritmo de la banda de cornetas y tambores titular de la cofradía iniciando el recorrido establecido, en el que también participaron una amplia representación de concejales del equipo de Gobierno municipal y del Partido Popular, así como el coronel director de la Academia de Artillería, Alejandro Serrano.

Este año, la procesión quiso conmemorar el aniversario de la cuadrilla de costaleros prolongando el recorrido hasta la Catedral, donde tuvo lugar la tercera estación de penitencia. A la entrada del templo, la imagen fue recibida por el obispo César Franco, que ejerció como Capataz Honorífico de la Hermandad –distinción que le fue otorgada este año- ordenando allí una ‘levantá’ que dedicó a las intenciones de la diócesis.
A lo largo de la procesión se sucedieron muchos momentos de emoción, motivados no sólo por la religiosidad popular, sino por el deseo del barrio de Santa Eulalia de volver a la normalidad recuperando una de sus procesiones más queridas en el Triduo Pascual.

Costaleros de Santa Eulalia, diez años de sudor y dolor al servicio de una devoción
Hace diez años, no eran muchas las cofradías segovianas las que se decidían a incorporar la tradición de procesionar sus imágenes a través de cargadores o costaleros, y la de Santa Eulalia apostó de forma decidida por esta iniciativa.
Los inicios no fueron fáciles, según recuerda Javier Gómez, uno de los capataces de la cofradía que en 2012 respondió positivamente a la llamada del que fuera hermano mayor de la cofradía Félix Santiuste para hacerse cargo de la organización de una cuadrilla por la que ya han pasado un total de 68 integrantes a lo largo de su historia. Asi, señala que al principio, “tuvimos que tirar de amigos y conocidos de los que éramos capataces para integrar la cuadrilla –explica- pero al final hemos llegado a crear un grupo sólido donde contamos entre 26 y 30 costaleros, teniendo en cuenta que bajo el paso sólo pueden ir a costal 24 personas”.
Llevar a hombros un paso con un peso superior a los 300 kilos no es sencillo y requiere una preparación previa, por lo que la cuadrilla completa meses antes de las procesiones varios ensayos para conocer, aprender y aplicar las técnicas que permiten mover el paso con la solemnidad y dignidad que precisa el cortejo procesional. Tampoco es sencilla la labor de los capataces, que tienen que administrar bien tanto las órdenes para mover el paso a la cuadrilla como insuflar ánimo y apoyo en momentos de debilidad.
Todo ello vale la pena cuando la recompensa es completar el recorrido y poder abrazarse con los costaleros. “Los nervios y la emoción pesan antes de la procesión, pero una vez dado el primer paso, todo va rodado”, asegura el capataz.
