El golpe de realidad que la crisis sanitaria del coronavirus asestó a un mundo que hasta marzo de 2020 vivía asentado en un aparente bienestar ha hecho remover muchas conciencias. Ningún colectivo ha quedado inmune a los efectos de la pandemia, y el paulatino regreso a la perdida normalidad sirve también para reflexionar sobre lo que ha dejado en la sociedad y recordar no sólo a las víctimas, sino a las personas y colectivos que han sido claves durante todo este tiempo de tristeza e incertidumbre.
La Semana Santa segoviana ha querido tener un recuerdo especial para todos ellos en la procesión del Cristo de la Buena Muerte, la primera de las salidas generales de la Junta de Cofradías en este tiempo, que a través del rezo del Viacrucis une dos de los centros neurálgicos de la espiritualidad segoviana como son el convento de Carmelitas de San José –fundado por Santa Teresa de Jesús- y el de los Padres Carmelitas a orillas del Eresma, en el que vivió San Juan de la Cruz.
El buen tiempo –considerado así por la ausencia de la lluvia- favoreció una gran participación popular para seguir las 13 estaciones ubicadas en otros tantos puntos del recorrido planteado por la Junta de Cofradías en un rezo encabezado por la imagen del Cristo de la Buena Muerte una talla sencilla pero de perfectas líneas, del siglo XVII y autor anónimo, que descansa el resto del año en la capilla del Cementerio Santo Ángel de la Guarda de la capital. La imagen es portada a hombros, con el acompañamiento de tambores y carraca, cuyo sonido aporta solemnidad y ambiente de oración.
Si en años anteriores las estaciones eran acompañadas con textos literarios de autores como Machado o María Zambrano, este año la Junta de Cofradías ha optado por encargar a Javier García Núñez un breve prefacio para cada parada, en el que se han ido recordando todas las facetas de esta crisis sanitaria.
Así, al inicio del recorrido procesional, el relator señaló que “vamos a poner a los pies de la Cruz todo el dolor y el sufrimiento de tantas personas, y también todas las esperanzas y anhelos de las gentes para superar esta situación, y a la vez daremos gracias por tantas muestras de solidaridad, de verdadera humanidad, que se han puesto de manifiesto con la pandemia”. Sumando también el ofrecimiento por la paz en Ucrania con el deseo de que “termine esta guerra y las naciones puedan convivir en paz”.
El personal sanitarios, los profesores, las fuerzas de Seguridad, las personas mayores, la enfermedad mental, los parados… todos ellos tuvieron un recuerdo especial durante la procesión, que con la imagen del Cristo de la Buena Muerte cargado a hombros llegó a su final ya bien entrada la noche.
