Frente a todo pronóstico, el número de personas que requieren los servicios del comedor social ‘Casa de la Tierra’ ha descendido un 64 por ciento desde 2019.
La primera sorprendida es la directora de este centro de la Gerencia de Servicios Sociales, Fuencisla Benito Aragoneses. “Pensaba que iba a haber un aumento como consecuencia de los efectos del covid y resulta que estamos viendo todo lo contrario y eso es porque los servicios sociales están respondiendo”, asegura esta profesional que lleva a sus espaldas más de 13 años de experiencia al frente de este servicio donde ha visto “de todo”.
También piensa que en estos momentos para muchas personas es más difícil hacer frente al pago de la luz, el agua o el alquiler que recibir la comida, y son los primeros recursos citados los que están registrando un mayor aumento de demanda en los servicios sociales.
“La gente de Segovia es supergenerosa y hace muchas donaciones por eso ahora mismo hay distintas vías de acceso a la comida” dice Fuencisla Benito haciendo referencia a la labor institucional pero también de asociaciones como el Banco de Alimentos. Es probable que la pandemia haya reducido la movilidad de los transeúntes y no hay que olvidar que hay personas con necesidades que se resisten a entrar en las redes de asistencia institucionalizadas. Aún es pronto para sacar conclusiones, que en el ámbito social no siempre responden a un solo factor, pero lo cierto es que la reducción de usuarios de los servicios de higiene y alimentación de ‘Casa de la Tierra’ canta en los registros del comedor social.
Números
El balance de 2021 se ha cerrado con un total de 56 usuarios, cinco mujeres y 51 hombres; en el ejercicio anterior se atendió al doble de personas, en total a 132, de las que 31 era mujeres y 101 hombres; y en 2019, antes de la explosión de la pandemia se había llegado a 154 comensales, 50 mujeres y 104 hombres. Este servicio ha llegado a rozar los 200 usuarios en 2013. Otra forma de ver el movimiento a la baja es que mientras en 2019 se proporcionaron 15.276 servicios entre desayunos, comidas y meriendas, en 2021 este registro se ha quedado en 7.194.
Las estadísticas solo reflejan los días que se acude de forma presencial al centro de lunes a viernes. No se contabilizan las bolsas que se dan para pasar el fin de semana o festivos. Tampoco entran en los datos anteriores aquellas personas que así lo determina su trabajador social de referencia pero no utilizan el recurso de forma presencial.
La bolsa que se entrega cubre el desayuno, la comida y la cena de los días que permanece cerrado el centro. Lleva alimentos envasados ya elaborados (judías a la riojana, albóndigas, crema de calabacín, atún en aceite, sardinas en tomate o aceite… leche, galletas, azúcar, cacao, zumos, sobres de café, fruta, pan, fiambre, miel, mermeladas, etc) y atendiendo a las características del destinatario, es decir, si son diabéticos, sin lactosa o a la religión que profesan, por ejemplo, la musulmana. En el caso de que acuda algún menor, siempre acompañado por sus padres o tutores legales, también se facilitan los complementos que necesiten como almuerzo para el colegio o cereales.
Fuencisla Benito precisa que en ningún momento se puede achacar la bajada del número de usuarios a una reducción de plazas, ni a un ahorro de recursos. “No ha habido recortes, tenemos para dar a más personas pero, frente a lo que pensábamos, hay menos demanda”. La directora del Comedor Social sostiene que “aquí no hay lista de espera” y destaca que la respuesta es inmediata y coordinada gracias a un trabajo en red que lleva a cabo la Gerencia Territorial de la Junta, responsable de este recurso, con los servicios sociales del Ayuntamiento de Segovia y de la Diputación, Salud Mental del Sacyl, Cruz Roja y Cáritas.
Vivencias
Hasta ‘Casa de la Tierra’ acuden personas con dificultades económicas y asistenciales, en riesgo de exclusión, y transeúntes. Dicho de una forma general, allí se trabaja sobre todo con personas que no pueden o no tienen capacidad para gestionar las actividades básicas diarias ni el control de su vida. Es probable que esto explique el dominio masculino en el perfil del usuario: Hombre con edad media comprendida entre los 30 y los 65 años.
Hay personas ‘normalizadas’ que necesitan un control de sus actividades de la vida diaria, de sus patologías, como diabetes, de sus dietas, de su higiene y del lavado de su ropa; hay quienes sufren adiciones o poliadiciones; hay enfermos con algún trastorno mental que no son capaces de realizar sus comidas y su higiene por ellos solos. Solos, esa es un palabra clave. Entre los que acuden a las instalaciones del barrio de San Millán hay tanta o más soledad, enfermedad y sufrimiento, que hambre. Pero eso no aparece en las estadísticas.
No se trata solo de elaborar y servir comidas, de recoger la cocina, de lavar ropa, de preparar duchas. Hay que saber detectar necesidades a veces vergonzantes que se ocultan, y no herir sensibilidades; hay que reforzar la autoestima de los más vulnerables, hay que respetar la dignidad de cada persona sin juzgar. Hay que organizar rápidamente una mesa en otro turno para que una familia con niños puedan tener más intimidad y para que los más pequeños se sientan como en un restaurante, sin que otros comensales se vean discriminados. Hay que templar nervios, afrontar un crisis de un enfermo, consolar llantos, llamar al trabajador social cuando una ausencia se prolonga sin explicación, estar pendiente de que se tomen las medicinas, duchar dos veces en una misma mañana a la misma persona, dar servicio al que llega un poco antes de la hora de poner la mesa y lidiar con situaciones muy complicadas “con gente que te vas a encontrar en la calle en cualquier momento o puede vivir en tu barrio porque esto es Segovia”, apunta Fuencisla Benito.
Todas estas variables las maneja a diario un equipo formado por seis mujeres -cocinera, ayudante de cocina, tres trabajadoras de servicio y la directora del Comedor Social—para quienes es muy difícil explicar “fuera de aquí, lo que aquí se vive”. “Esto no es un comedor al uso, esto no es beneficencia”, remarca con énfasis la directora de ‘Casa de la Tierra’.
Casa de la Tierra
Comedor Social ‘Casa de la Tierra’ es un recurso de la Junta de Castilla y León destinado a garantizar derechos como la alimentación y el aseo dignos a personas en riesgo de exclusión social, así como favorecer la inserción de sus usuarios. Presta sus servicios en estrecha colaboración con otras entidades tanto públicas como privadas del ámbito de los Servicios Sociales.
