El colegio Claret es parte indispensable de Segovia al igual que la ciudad cala en este centro de renombre, conocido por sus vecinos y por el que tantos de ellos han pasado. Generaciones de segovianos han crecido entre sus pasillos y aulas y hacen que su descendencia sea parte de la historia de un centro que a pesar de los cambios en el tiempo y de adaptarse a ellos, mantiene los valores fundamentales que hacen que siga siendo uno de los colegios mejor valorados.
La plataforma educativa especializada ‘Micole.net’, en una de las clasificaciones de los mejores centros escolares por provincia de España que viene realizando, ha declarado al Claret como el mejor colegio de Segovia. El análisis pretende servir de nexo entre las familias y los centros, en una búsqueda por conectar entre sí sus afinidades. El centro saca sobresaliente en otros análisis realizados por medios de comunicación, que también lo sitúan entre los mejores 50 colegios del país, lo posicionan como referente de su ciudad y en el ámbito de Escuelas Católicas tanto a nivel autonómico como nacional. Explica su director, Juan José Raya, que entre la proliferación de clasificaciones realizadas por medios o plataformas, esta de Micole es precisamente una en la que el centro no tiene ninguna participación: es la plataforma quien analiza, entre 5.000.000 de usuarios, y comunica que el colegio ha sido así valorado. Reitera que no participan en ránkings que supongan un pago directo o indirecto: “si tenemos valor, tenemos valor, no lo tenemos en función de realizar una inversión; aparecer en un ránking no nos hace ni mejores ni peores”, aclara Raya alabando también a otros centros segovianos.

En este caso han sido las familias quienes han puesto en valor el centro, y es lo que señala el director, apasionado de su trabajo por cómo trata el tema. Esto les lleva a analizar internamente: de esa puesta en valor, qué es lo que las familias consideran puntos fuertes. Es lo que lleva al director a concluir que su mayor reconocimiento es “la confianza que día a día ponen las familias en el trabajo que hacemos y que digan: si puedo elegir, elijo Claret”. Así, destaca Raya uno de esos puntos clave como es la personalización de la educación. “Hoy en día no todos aprendemos igual, y no todos somos igual de inteligentes pero somo inteligentes”. Es más gráfico cuando son alumnos hermanos o hijos: mismo contexto, misma familia, mismos valores, pero resultados distintos. La forma de enseñanza anterior era generalizada e igual para todos: hoy en día, no satisface a todo el mundo, porque cada alumno aprende de forma diferente. Potenciar los puntos fuertes del alumno y construir su realidad de aprendizaje ha cambiado el modelo educativo y, por ello, ha supuesto una adaptación para alumnos y para docentes. “El profesor se convierte en un acompañante del proceso de aprendizaje, pero el protagonista es el alumno”, indica Raya. Encontrar la mejor manera para aprender de cada alumno es adaptarse a los tiempos y a la diversidad, y así se ha formado a todo el profesorado, de manera muy consciente.
La educación se ha transformado, también sus espacios, y así se plasma en el colegio Claret. Las instalaciones se han puesto a disposición del proceso de aprendizaje, bajo el paradigma de la inclusión. Igualmente, cobra importancia el equipo de orientación: el conjunto de trabajadores, los espacios, repercuten en el alumno, y esto queda patente, porque es algo que las familias tienen en cuenta.
Por supuesto, no todo lo relevante se ubica en el plano académico; en el colegio Claret cobran especial importancia los valores. Lo registran en su pastoral y lo ponen en práctica en cada jornada. “Tenemos muy claro que educar no es lo mismo que enseñar”, explica su director. Enseñar es transmitir un conocimiento, pero educar “es transmitir una forma de ser”. Comenta Juan José Raya el hincapié que se hace en la tarea educativa de dar a los laumnos herramientas para enfrentarse a un mundo de un cambio vertiginoso. Tan funcional como enseñarles a distinguir la mejor manera de resolver un conflicto, porque no todas son válidas; mostrarles la importancia que se da al trabajo en equipo y a ser un generador de sinergias y no de rechazos; enseñar que en un mundo cada vez más globalizado, deberán ser competentes en muchas áreas: “eso no es conocimiento, eso es su educación, son valores”.

Por otro lado, explica Raya la enorme importancia que se da a la gestión de las emociones en el centro, el tema afectivo y maneras de relacionarse con el mundo. Los conceptos sociales o medioambientales también se posicionan entre los puntos reforzados del centro y, por supuesto, el respeto hacia los demás. “Vivimos en un mundo cada vez más plural y nadie está en posesión de la verdad, hay que empatizar y comprender”, señala Raya. Más allá de esto, la oratoria, posicionarse en opiniones contrarias a la propia y el aprendizaje de servicio suponen la puesta en práctica en el aula de esos valores que se defienden en el Claret. Este aprendizaje de servicio -explicar un concepto y que aprenda tanto el que explica como el que escucha- lo ejecutan también entre el alumnado de diferentes cursos, al igual que funciona el “padrino de lectura”: los mayores leen relatos a los más pequeños. Relacionar a los alumnos de diferentes cursos es fundamental en el centro y así lo concibe toda la comunidad educativa.
ENTORNO SEGURO
Unas de las realidades más duras a las que se enfrenta cualquier centro educativo son los casos de conflicto o discrimaciones. La posición del centro es concisa: “No podemos evitar los conflictos, van en la condición humana, pero no nos da miedo, y tenemos que ser buenos en su gestión”, indica Raya. “Nadie hace daño a lo que valora, por eso potenciamos sinergias entre cursos, cuidamos los cambios de etapas y tenemos programas específicos para la gestión emocional, para poner nombre a frustaciones, y que todo esto ayude si se dan esos conflictos”, ahonda el director. Reitera que hay una capacidad fuerte de intervención: “el compromiso del centro es tal que contamos con un botón de “entorno seguro” en nuestra web; las familais lo conocen y es un canal de comunicación directa para contar conflictos y resolverlos”, detalla. Transparencia y compromiso son los pilares en este área, según palabras del director. Existe un código de buenas conductas; “la excelencia no tiene que ser solo académica, debe ser relacional”, concluye Raya.
BACHILLERATO DUAL
En el plano más puramente académico, una de las ofertas más llamativas con las que cuenta el colegio Claret es su Bachillerato Dual; el centro fue pionero en ofertarlo en 2015. Da la posibilidad a los alumnos de obtener la doble titulación de bachillerato nacional junto al americano. A través de un convenio con la Academica International Studies, permite simultanear ambos bachilleratos. Aconsejan comenzar desde 3º de ESO a 1º de Bachillerato -aunque se adaptan a cada alumno alargando o acortando su duración-, para, de manera progresiva y online, completar esas asignaturas duales y llegar a 2º de Bachillerato, curso decisivo por excelencia, libres de este programa y enfocados en su EBAU.
Es un programa adicional, con un coste para las familias, pero sobre todo, que pone el foco en el alumno, su responsabilidad y su autonomía. La media de alumnos que lo está cursando es de 30, pero en lo que lleva implantado este modelo, han superado el centenar que lo ha concluido con éxito. Lo que supone para ellos en el futuro más próximo es un extra en su currículum a la hora de acceder a las universidades. Tanto este como todos los modelos y cursos cuentan con el apoyo y seguimiento del profesorado totalmente implicado en su ardua labor de formar personas.
Un centro con historia: ampliando competencias desde 1884

Los misioneros claretianos tan solo estaban asentados en las localidades de Vic, Barcelona y Segovia en el año 1861. Hacia el 22 de noviembre recaen en la iglesia de San Andrés. Explican en la historia del colegio que ya antes de su fundador, acompañante de la Reina Isabel II en La Granja, este había visitado Segovia durante los meses estivales. Es en 1862 cuando se aposentan realmente los Misioneros en el Convento de los Franciscanos Alcantarianos, junto a la cuesta de San Gabriel. A partir de entonces comenzó una imparable actividad misionera, que se vio completada pronto por la fundación, en 1876, del primer postulantado de la Congregación. En sus 139 años de vida ha sido postulantado, noviciado, filosofado, teologado, moralistado, gimnasio mayor, aspirantado, noviciado y postnoviciado de Hermanos, además de sede del Gobierno Provincial. En sus paredes se han formado personalidades ilustres de la congregación claretiana.
En 1883, comienza a funcionar como Colegio de externos -aprobado en 1885 por el Ministerio-. En 1939 arrancó la enseñanza de Bachillerato en el colegio llamado ‘Corazón de María’, y es en 1943 cuando queda instalado el internado colegial, hogar y escuela para centenares de vecinos de los pueblos de Segovia. En 1958 se inaugura una nueva ala del colegio y diez años más tarde se construye, haciendo ángulo, un nuevo edificio, que posteriormente se completa con un polideportivo. En 1969 recibe la denominación de “Claret”. Años más tarde, en 1972 se derriba la iglesia antigua y se construye una nueva, galardonada con el premio nacional de Arquitectura.
Ha sido más recientemente, durante los años 1975 a1986, cuando el centro amplió su oferta educativa. Concretamente en 1986 se firma el primer Concierto Educativo para EGB, un paso importante para intentar generalizar la gratuidad de la educación para las familias. Finalmente, en 1999 se firma el convenio para impartir Educación Infantil. Un año antes, en 1998 el internado colegial crece en edad y se convierte en Residencia de Estudiantes.
Y así llega a la actualidad, momento de plena evolución en tiempos que se viven rápido, en el que 1.575 alumnos en todas las etapas escolares siguen forjando la historia del Claret: familias enteras siguen eligiendo el centro año tras año para vivir la experiencia que les formará para la vida.
Gabriela y Alberto, un matrimonio de ex-alumnos
Gabriela y Alberto forman un matrimonio de antiguos alumnos del colegio. “Estamos juntos gracias a que estudiamos en el colegio Claret”, explica Gabriela. Allí se conocieron y forjaron su círculo de amistades, que hoy es el mismo que entonces. Es algo que la pareja quiere destacar porque va “más allá de lo educativo”; “es algo que nos llevamos del colegio, somos un grupo bastante grande de chicos y chicas y seguimos teniendo la misma relación que teníamos cuando estábamos en el colegio”, explican. Los hermanos de la pareja también son antiguos alumnos del centro y, como ellos, mantienen a su círculo cercano del Claret. Gabriela y Alberto tienen 33 años e iban al mismo curso; Alberto es Ingeniero Industrial y trabaja para un fondo de inversión; Gabriela estudió Filología Árabe e Inglesa y trabaja para una empresa tecnológica. Los dos empezaron en Infantil y terminaron en Bachillerato, lo que se traduce en toda una vida juntos entre las aulas del Claret. Guardan unos recuerdos del centro “muy buenos, tanto del colegio en sí, de las clases, como de excursiones, campamentos de verano… como todo en la vida te acuerdas de lo positivo”. Recuerdan con una sonrisa las clases de Lengua y Literatura con “Juancho” y las de de Geografía con “Llanos”.
El matrimonio recomienda sin dudarlo la experiencia de estudiar en el Claret, tanto a nivel educativo como “a nivel valores y personal, por todo lo que nos hemos llevado”. Explica la joven pareja que tienen un niño pequeño y en un mes nace su hermano; “nos gustaría que nuestros hijos tuvieran la oportunidad de ir al colegio de sus padres, tanto por nuestra experiencia, como por el sentimiento de padre de querer que tus hijos tengan mínimo lo que tú has tenido si ha sido bueno”.

