El lince ibérico vuelve a la Meseta Norte. Ese es el resumen. “El último lo vi yo mismo en estas tierras en 1971”, señala el palentino José Luis Blanco, hoy con 67 años, y que es uno de los propietarios con los que la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio colabora para la reintroducción de este felino.
Por el momento, será mediante una suelta blanda, una especie de régimen de semilibertad, en el municipio de Astudillo, en el Cerrato Norte palentino, y en montes de utilidad pública gestionados por el Ayuntamiento, en los que se acometen estos días los preparativos para la llegada de una especie que cuenta con el beneplácito de todos los sectores de la comarca, la razón principal, además de la importante densidad de conejos, sustento alimenticio del lince ibérico.
Por ambos argumentos, la Junta ha seleccionado este territorio. “Hay muchos ojos puestos a nivel mundial en esta liberación”, subraya el jefe de Servicio Central de Espacios Naturales, Flora y Fauna, David Cubero.
Para ello, la Consejería invierte dos millones de euros hasta el 2026, tanto en infraestructuras para el desarrollo del proyecto como en mejoras de hábitat, tales como charcas, cercos para facilitar su adaptación y majanos y refugios para el conejo. Lo primero, es construir un cercón de presuelta para los linces, donde se soltarán en función del carácter y comportamiento de los ejemplares. Serán, en una primera fase, seis cachorros de un año, aunque no todos a la vez, sino en función de las características de cada uno. El Comité de Cría ha aprobado la liberación de 23 linces en 2025 en España, y seis lo harán en Castilla y León.
A partir de ahí, el programa contempla la entrada de otros tres o cuatro por año hasta su consolidación global, que llegará cuando puedan reproducirse por sí solos. Para cada uno de ellos, que procederán de alguno de los centros de cría que existen en la Meseta Sur, el departamento dispondrá en enero de un informe sobre su conducta elaborado por los responsables de estas instalaciones. “En ese momento valoraremos cuál es la mejor decisión”, manifiesta Cubero, quien pisa un terreno de monte bajo, allí donde se han elegido los mejores cuadrantes para reintroducir al felino en la Meseta Norte por primera vez desde que se extinguiera en los años 70, y conseguir, a partir de ahora, su asentamiento y consolidación.
“Para empezar, se construye un cerco de una hectárea que servirá de aclimatación de los linces y que tendrán una docena de bebederos, así como diez vivares de tubos que sirven para refugio de conejos, en una zona seleccionada, precisamente, por la gran densidad de ellos”, sostiene Cubero, quien añade que esta infraestructura se situará dentro de un gran cerramiento para, cuando acabe esa adaptación, los linces puedan ir saliendo poco a poco a su régimen final de libertad absoluta. Por ello, afuera, también se construirán progresivamente otras 29 charcas y 16 vivares para los conejos, tanto en montes de utilidad pública como privados.
