Ver el castillo de Lindabridis de Calderón en la versión teatral de la compañía Nao d´amores en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y en el espacio románico de San Juan de los Caballeros, es un privilegio para la ciudad de Segovia y para los que en ella vivimos. Nao d´ amores y su directora Ana Zamora nos han acostumbrado a estos regalos. Ella conoce ese espacio como si lo tuviera metido muy dentro (otros de sus trabajos se han visto aquí). Es un lugar que le inspira y la prende, como la inspira haber vivido en esta ciudad patrimonial con un castillo de ensueño. Este trabajo se ha podido ver en el Teatro de la Comedia, y ahora, estando de gira, en Segovia.
Sabemos e imaginamos que el paso del Teatro de la Comedia a San Juan de los Caballeros ha sido como encajar las piezas de un puzle complicado. Pero ahí estaban, en este lugar precioso, sujetando un espectáculo entrañable, muy bonito y alegre. Sentados, protegidos y hasta calentitos con la mantita azul, el cuadrilátero de gradas nos abraza, y dentro del abrazo los cómicos y músicos actúan muy directamente para nosotros En esas preciosas gradas nos sentimos como si estuviéramos en un balcón que se vuelca hacia el espacio de actuación. Todo es cercano, a los actores podríamos tocarlos y ellos a nosotros.
El caballero que venza al hermano de Lindabridis, Meridian, se casará con ella, pero la trama no es tan sencilla, ya lo dice Calderón: ‘verdades dudo si ilusiones creo’, y a nuestro autor le encanta crear ilusiones, y Nao d´amores bien que le secunda, además, hemos de estar atentos a un texto precioso, de formas variadas, delicioso y barroco, y queremos seguirlo.
‘El castillo de Lindabridis’ se nos antoja una superposición de sombras que barrieran el tiempo: El barroco, hacia atrás el renacimiento, de este al medievo, hasta plantarse en el presente con la contemporaneidad de Nao d´amores e instalando la escena en San Juan de los Caballeros, un espacio atravesado también por el tiempo. El lugar es perfecto, arquitectura, escenografía, texto, música y luces son habitados por los ocho intérpretes, y lo hacen a las mil maravillas, como maravilla es el ingenio de Calderón, que en vez de hacer que la princesa espere al valiente que conquiste su corazón venciendo al contrincante, quietecita en un castillo o encerrada en una torre, la sitúa en un castillo que vuela y se desplaza, y además puede apearse del mismo e ir conociendo mundo y caballeros. ¡Qué genialidad! Un avance en relación con tiempos anteriores, como el de la novela ´Espejo de príncipes y caballeros, en la cual nuestro insigne autor se inspira, y en la que Diego Ordoñez (1555) encierra a la princesa en una torre de cristal, y aunque esta se mueva, ella no puede salir.
Imagino el alma de niña de Ana Zamora rendida o persiguiendo al castillo, o dentro de él surcando los cielos y mirando por un ventanal, y después, con su inteligencia cultivada en el teatro, ser capaz de hacerlo físicamente posible, de convertirlo en un hecho escénico. Vivir en esta ciudad patrimonial inspira, entendemos la pasión de Ana Zamora por los clásicos.
Entre los talentos que la capacitan para que parezca fácil lo que es difícil, uno es el de aglutinar un equipo artístico que camina junto a ella desde siempre. Lo hace en una dirección clara, sin perder la esencia de lo que se está contando y creando una unidad. Con respeto absoluto al texto y con todos y cada uno de los elementos escénicos, ponen de relieve lo que les interesa: un personaje femenino que sale a buscar su destino. El artificio escénico del presente se reaviva cada vez que se representa o se juega con él, gracias a los actores y músicos que lo ponen en marcha con cada representación. Ellos están excelentes, ajustan sus cuerpos y sus voces al ritmo de los versos calderonianos, a las canciones, a los bailes, y hasta al movimiento de los objetos y de la escenografía. No paran, su juego es fuerte y muy vivaz, y sin embargo parecen deslizarse como si todo les fuera fácil, dejando que el caudal vital corra por sus venas, mostrando una libertad sin perder la secuencia precisa de sus acciones. Igual que los músicos, exquisitamente presentes en cada segundo.
En este preciosísimo juguete escénico todas las transformaciones se realizan a la vista. Los elementos cambian dando dar lugar a las tres jornadas en las que se divide la obra calderoniana, y a sus diferentes situaciones. El castillo también se transforma, viaja, se mueve. Todo está a la vista y los espectadores asistimos embelesado al espacio cambiante. Preciosa la creación del hipogrifo. El teatro popular ha revivido.
En el inicio del espectáculo los actores cantan: ‘Si li femmene purtassero la spada’. Canción con la que se inicia el espectáculo mientras se invisten de personajes. En el final Lindabridis lanza al viento: ‘Vive Amor, que ha de ser mi imperio mío’.
Una vez más Nao d ´amores y su capitana Ana Zamora nos mete dentro de ‘algo’. Algo que viaja por el tiempo y que nos da alegría.
EL CASTILLO
DE LINDABRIDIS
NAO D´AMORES
DÍAS 26, 27 Y 28
SAN JUAN DE LOS CABALLEROS
FICHA ARTÍSTICA
Versión y dirección
Ana Zamora
Intérpretes
Miguel Ángel Amor
Mikel Arostegui
Alfonso Barreno
Alba Fresno
Inés González
Paula Iwasaki
Alejandro Pau
Isabel Zamora
Asesor de verso
Vicente Fuentes / Fuentes de la Voz
Arreglos y dirección musical
Miguel Ángel López /
María Alejandra Saturno
Vestuario
Deborah Macías (AAPEE)
Escenografía
David Faraco / Cecilia Molano
Iluminación
Miguel Ángel Camacho
Coreografía
Javier García Ávila
Trabajo de objetos
David Faraco
Asesor de movimiento
Fabio Mangolini
Asesor de danza barroca
Jaime Puente
Asesor de armas
José Luis Massó (AAPEE)
Ayte. de dirección
Álvaro Nogales
Ayte. de escenografía
Almudena Bautista
Ayte. de vestuario
Victoria Carro
Dirección técnica
Fernando Herranz
Producción ejecutiva
Germán H. Solis
Un espectáculo coproducido por Nao d´amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
