La comarca del Carracillo, en el Noroeste de la provincia, afronta la tercera y última fase de la obra de recarga de su acuífero. Se trata de una infraestructura hidráulica proyectada en el año 1995 y que espera el sector agrario como una de las palancas para dinamizar la zona más próspera de producción hortícola.
La obra contempla una mayor disponibilidad de agua, tanto para riego como para consumo humano, ya que se dota de este elemento a toda la cubeta subterránea, durante el invierno, con una captación existente en el río Cega. El grueso de la infraestructura ya está realizada, aunque falta por completar la zona norte de la comarca, donde aún no llega el agua.
El pasado mes de marzo, la Junta de Castilla y León aprobó la declaración de la utilidad pública, interés general y la urgente ejecución de las obras de mejora del regadío en la zona norte de El Carracillo. Es la tercera fase de un proyecto que se inició siendo entonces ministra de Agricultura la que fuera diputada por Segovia, Loyola de Palacio.
La orden regional recuerda que ya desde la UE declaró en 1986 como zonas agrícolas desfavorecidas los términos municipales de Gomezserracín, Sanchonuño, Chañe, Remondo, Fresneda de Cuéllar y Cuéllar, todos ellos incluidos en la zona norte de El Carracillo. Esta clasificación implica un alto riesgo de despoblamiento, con el consecuente peligro de abandono en el uso de la tierra y otras actividades económicas vinculadas a ésta y desarrolladas en el medio rural.
De este modo, se considera necesaria la realización urgente de obras, así como de acciones que contribuyan a eliminar las limitaciones de estructura e infraestructura existentes, que frenen la despoblación y permitan un adecuado desarrollo y promoción de la agricultura en su conjunto dentro de esas localidades. Y en dicho sentido, se tiene previsto desarrollar las obras para la gestión hídrica del sector oriental del acuífero cuaternario y obras de mejora del regadío en la zona norte de El Carracillo, que afecta a los términos citados.
El proyecto contempla llevar a cabo la oportuna concentración parcelaria, lo cual redundará también en el redimensionado de las parcelas que, al irse reduciendo sus tamaños con el proceso de partición por herencias familiares, van dejando de ser rentables para los cultivos.
La tercera fase de las obras de modernización del El Carracillo tienen un presupuesto de 17,4 millones de euros para renovar los sistemas de 3.000 hectáreas, de las cuales podrán regarse cada año unas 1.500.
ORÍGENES
Las dos primeras fases de las obras fueron ejecutadas por el Ministerio en la zona sur -Gomezserracín, Chatún, Campo de Cuellar, Narros de Cuellar, Samboal y Pinarejos- para regar gracias a la recarga del acuífero superficial cuaternario con aguas invernales del río Cega. Finalizadas estas, hay que desarrollar la tercera fase que realizará la Junta de Castilla y León en colaboración con la Comunidad de Regantes.
El objetivo es abastecer de agua de riego a los municipios de la zona norte de la comarca: Sanchonuño, Arroyo de Cuéllar, Chañe, Remondo y Fresneda de Cuéllar. En ellos no existe acuífero cuaternario, por lo que no tienen capacidad de recarga como sí ocurre en la zona sur.
La aprobación del proyecto ha abierto la oportuna fase de información pública y plazo de alegaciones. Por eso, el pasado mes de abril, la plataforma ambientalista ‘Cega, el río que nos une’, presentaron un recurso de reposición a los acuerdos del gobierno regional.
En el recurso se pide que se suspenda el acuerdo de la Junta del pasado mes de marzo y se insta a que no se lleven a cabo las obras de la tercera fase de la recarga del Carracillo. Desde ‘Cega, el río que nos une’ recuerdan que a través de estas obras se pretende expropiar a los vecinos de Gomezserracín en más de 900 parcelas de pinares una superficie de 247.378 metros cuadrados, a los que se sumarían casi 120.000 metros cuadrados que quedarían afectados con servidumbre de acueducto. También se ocuparían temporalmente, durante las obras, más de 67.000 metros cuadrados.
Todo ello para la implantación en estos lugares de las infraestructuras necesarias para llevar a cabo la ejecución de esta obra, donde destacan dos lagunas de infiltración de alrededor de 9.000 metros cúbicos, excavadas en el terreno; una balsa semienterrada de regulación semanal de 163.366 metros cúbicos; la estación de bombeo, además de «kilómetros de tuberías y líneas eléctricas y de comunicación, arquetas, casetas para bombas, muy amplios caminos, así como 82 sondeos hasta el suelo cuaternario», detallan, explicando que todo ello se realizaría para extraer el agua del pinar y llevarlo a la balsa de regulación, desde donde se enviará, a la demanda, a las parcelas de riego de la zona norte del Carracillo.
Para ellos, la Junta de Castilla y León y la Confederación Hidrográfica del Duero, llevan años creando unas “expectativas de agua ilimitada entre los regantes, que aumenta el consumo, cuando la realidad hídrica de cambio climático nos obliga a una disminución del mismo”. Y comparan la situación del Carracillo con la zona de Doñana.
Sin embargo, la postura de los agricultores de la zona es distinta. La disponibilidad de agua resulta beneficioso para todos, no sólo para los productores de hortalizas. Ellos seguirán cultivando. La diferencia será que les cuesta más si han de profundizar más para obtener el agua subterránea.
La ejecución de esta obra supondría “garantizar el riego con agua de calidad”, puesto que el de las perforaciones actuales tiene un punto de salinidad más alto y por tanto es menos natural. El agua que llegará del río Cega estará filtrado por la arena del pinar, y contará con ph y conductividad bajos, por lo que la calidad del agua va a ser mucho mejor para los cultivos, además de tener menor coste para los agricultores porque tendrán que usar menos el bombeo.
Y es que la recarga del acuífero del Carracillo, es un proyecto que supone elevar el nivel freático con agua de calidad durante el invierno, en que los caudales de los ríos son elevados. En cambio, no se toma agua durante el verano “y siempre se respeta el caudal biológico”, recuerda Enrique Herranz, presidente de la Comunidad de Regantes.
Destacan los agricultores que la reticencia principal de quienes se oponen es porque la obra comprende actuar en una masa de pinar, que incluye pinares de Gomezserracín y pinares públicos del monte Común Grande de las Pegueras. Pero recuerdan que se ha pasado una evaluación de impacto ambiental muy exigente, y se han estudiado y analizado todos los parámetros. Tanto en la carga como en la extracción de agua “se respetarán unos niveles peziométricos marcados por los organismos competentes”, indican.
Actualmente existen limitaciones en la toma de agua del río Cega. Se ha fijado en 1.072 litros por segundo el que hay que respetar y a partir de ahí se puede derivar. Si el Cega baja a ese nivel, se corta la toma y no se deriva ni una gota. Además, en ningún caso se puede coger más del 50% del caudal que lleve el río.
Recuerda además que el Ministerio de Agricultura y la Confederación del Duero mantienen unos controles que se intensificarán con la nueva fase.

Un sistema pionero y respetuoso con el medio ambiente
La puesta en marcha de la recarga del acuífero de El Carracillo representó desde su inicio un sistema pionero para la distribución del agua mediante su infiltración en el subsuelo y que permite además que brote por su propio pie el algunos casos.
Frente a los trasvases ordinarios, la recarga de las cubetas subterráneas significan mejorar la calidad de las aguas de las que se nutren agricultores, pero también los ayuntamientos que usan perforaciones para abastecer a la población.
El Ministerio de Agricultura, liderado entonces por Loyola de Palacio, aprobó la obra de derivación desde el río Cega y la declaró de utilidad pública a través de un Real Decreto-Ley.
La zona de El Carracillo se encuentra en la parte de menos altitud de la provincia, por lo que el agua puede llegar allí por su propio peso. Cerca de esta zona apareció por primera vez el problema de la contaminación por arsénico. Fue en Íscar (Valladolid). Luego se extendió a pueblos de Segovia y de Ávila. Todos beben del acuífero de Los Arenales, el más extenso de la meseta castellana.
Poder beber sin problemas de contaminación y que su agricultura sea próspera lo permite la toma de agua desde aguas arribas del río Cega, el cauce que supone el eje central de la geografía segoviana.
Este proyecto fue ideado hace casi un cuarto de siglo. La toma de agua se realiza en un pequeño azud situado entre Lastras de Cuéllar y Aguilafuente, en la presa conocida como Salto de Abajo. Desde aquí, una canalización subterránea de unos 20 kilómetros de longitud y en sentido descendente, lleva el agua hasta Gomezserracín, donde se encuentran las primeras cuatro salidas. Allí brota por el desnivel que existe. El agua prosigue recargando el sector occidental del acuífero hasta Chatún, Campo de Cuéllar, Narros de Cuéllar y Fresneda de Cuéllar, todo ello mediante otros 14 kilómetros de canalización en los que se han construido algunas balsas.
FILTRACIONES NATURALES
La salida del agua se regula a través de llaves y compuertas. En cada municipio se hay canalizaciones que usan los viejos barrancos que a su vez permiten una elevada filtración de agua, pues se trata de terrenos arenosos, propios en toda la zona de Pinares. Los agricultores de la comarca ven con satisfacción el resultado al comprobar cómo los pozos de agua disponen de recursos hídricos a pocos metros de la superficie.
Guardar en invierno para beber en verano. Este el modelo sobre el que se basa el sistema hidráulico de El Carracillo de Segovia.
A la vez que se promovió este plan, el Ministerio hizo otro similar, de menor entidad, que fue la recarga de la Cubeta de Santiuste. En este caso se toma agua desde el río Voltoya a través de un azud y una tubería de 9.823 metros de longitud. .
El proyecto ha sido objeto de estudio y visitas de autoridades y comisarios de aguas de toda España. La derivación de agua desde el río Cega se hace durante cinco meses: del 1 de diciembre al 30 de abril. Se rellena así la cubeta subterránea de la zona del Carracillo para poder ser extraído a lo largo del periodo veraniego. Se trata, pues, de un gran embalse, pero subterráneo.
La Comunidad de Regantes de El Carracillo, formada por 713 productores, posee en la actualidad una autorización de la Confederación Hidrográfica del Duero para derivar 1.100 litros por segundo de aguas superficiales que se convierten en subterráneas. Esto supone un volumen anual máximo de 14 hectómetros cúbicos, siempre y cuando el río posea en el lugar de la toma un volumen mínimo de 1.072 litros por segundo con el objeto de garantizar el caudal ecológico y el destinado a los aprovechamientos hidroeléctricos situados aguas más abajo.

