Dice la tradición que el primer “belén” o “nacimiento”, como se quiera llamar, se le ocurrió montar a San Francisco de Asís, en un lugar de la Umbría italiana llamado Greccio. Fue en 1223, ahora hace nada menos que 801 años, y, ojo, la novedad del histórico hecho es que San Francisco reunió en el lugar a religiosos, pastores y otras numerosas gentes, así como animales vivos, y contando con una imagen del Niño Jesús, allá fue a formar un “belén” viviente.
Años después, cerca de donde tuvo lugar el acontecimiento, se construyó una basílica dedicada al santo, que posteriormente sufrió alteraciones y en 1997 -de casualidad llegué a verla antes- dos movimientos sísmicos casi seguidos, causaron importantes daños en el templo, y la pérdida de valiosas pinturas.
Este año, en nuestra ciudad –donde siempre se han montado magníficos “nacimientos”, ha habido novedades en la presentación de la mayoría de ellos. Instituciones oficiales, parroquias, conventos y otros centros religiosos han acogido “belenes” de gran calidad, que se visitaron por cientos de personas. No cabe, por tanto, hacer distinciones, porque sería fácil caer en olvidos involuntarios, pero siempre lamentables para los muy diestros montadores de estas auténticas obras de arte y de la imaginación.
Aunque en días pasados se ha escrito, en este diario, varias informaciones sobre la calidad de los “nacimientos” segovianos, con perdón de los lectores y demás autores, me permito hacer una excepción ante la ”majestuosa” y diría sorprendente instalación del presentado por la Fundación Torreón de Lozoya, donde han estado expuestas figuras propiedad de la Cámara de Comercio –ya conocidas algunas de años anteriores, con la particularidad de que todas las salas destinadas a la muestra han sido asimismo decoradas con multitud de motivos navideños y materias muy aptas para formar parte también de ellos (ramas, cortezas, árboles, musgos…)
Entre las valiosas piezas procedentes de diversos países (Rumania, Filipinas, México, Colombia…), una sala ha estado dedicada a una colección propiedad de una segoviana, Ángeles Martín, esposa del conocido humorista y folclorista Salva Lucio.
La colección la ha ido formando a través de los años, datando las piezas más antiguas en colecciones heredadas de sus antepasados. Y aquí una nota a la que se debe el título de este comentario: Uno de los belenes, protegido en su urna correspondiente, es de figuras de papel. Imagino que a no pocas personas habrá removido en su memoria un hecho del que en muchos casos – el mío entre ellos- nuestros primeros “belenes” fueron de figuras que vendían en cartones y que había que recordar cuidadosamente, así como una base ligera de papel doblado para que la figura pudiera mantenerse en pie –como las del belén expuesto-.
Recuerdo, pues, que en mi primer “belén”, montado en casa de mis padres sobre una pequeña camilla redonda, las figuras recortadas se rodeaban de pequeñas piezas de escoria –que se buscaba en la vieja estación del ferrocarril- y de pedazos de musgo que encontrábamos en tejados y jardines cercanos. Se añadían algunas ramitas de pino y…¡a presumir de nuestro “belén”, bien trabajado con todo cariño, y como fruto de nuestros primeros conocimientos religiosos que nos transmitieron nuestros padres y en las parroquias donde se daban sesiones de catequesis. Sí, aquellas que tenían como base el famosísimo catecismo del Padre Astete.
Si estos entrañables recuerdos personales sirven para que algunas otras personas retrotraigan en su memoria hechos similares, me daré por bien pagado.
